El pasado martes 15 de agosto se realizó la Audiencia 111 del Juicio Brigadas Banfield Quilmes Lanús. El mismo juzga a 18 represores por los crímenes de lesa humanidad que cometieron en ex centros clandestinos de detención durante la última dictadura cívico militar.
De los 18 imputados, 5 fallecieron durante el transcurso del juicio oral. Todos ellos secuestraron, torturaron y cometieron crímenes en el Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes, El Infierno en Lanús o en Brigada San Justo.
La última audiencia se desarrolló de forma virtual, y comenzó a las 8:30. Ante el Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata, declararon Graciela Gomez, Atilio Portillo Servin, Carlos Federico Brandli, Gustavo Zurbano, Juan Carlos Uñates, Alfredo Martinez Galvez y Javier Francisco José Funes Lorea.
Además, brindaron sus testimonios Mario Antonio y Marcela Eva Santucho. Elles fueron secuestrades en diciembre de 1975, cuando tenían 9 meses y 13 años, respectivamente. Son hijes de Mario Roberto Santucho, líder del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), y primes del recientemente recuperado nieto 133, Miguel “Tano” Santucho.
Los recuerdos de Mario y Marcela
“El 9 de diciembre estaba con mi tía Ofelia, sus hijas y mis hermanas: Ana, Marcela y Gabriela, de 14, 13 y 12 años, respectivamente”, comenzó a relatar Mario Antonio Santucho (hijo). Ese día celebraban el cumpleaños de un niño llamado Esteban, en el partido bonaerense de Morón.
Ante el TOF 1 de La Plata, Santucho explicó que en el festejo irrumpió una patota de ocho hombres de civil que portaban ametralladoras. En ese momento, Mario tenía 9 meses. “Amenazaban con matarme a mí, según me contó mi prima María”, precisó el hombre.
La patota revisó toda la casa y luego sacó a la mujer y les niñes, a quienes obligaron a subir a varios vehículos. “Nos llevaron a un lugar, ya era de noche y se escuchaban los ladridos de perros”, contó. Ese lugar era Puesto 12.
Santucho aseguró que allí sus primas y hermanas recibieron golpes y maltratos por parte de los guardias del lugar. “Incluso sufrieron algunas agresiones sexuales. Además escuchaban cómo torturaban a otros detenidos”, afirmó. También las interrogaron en varias oportunidades, para que dijeran dónde estaba Mario Roberto Santucho, padre de Mario Antonio y líder del ERP.
Desde allí les trasladaron al Pozo de Quilmes, donde fueron custodiades por policías bonaerenses, y posteriormente al Hotel Splendid de Flores. “La idea era usarnos como un señuelo. Esperaban que nos contactáramos con nuestros padres y así capturarlos”, explicó Marcela Santucho en su declaración.
Marcela también recordó cómo, en el Pozo de Quilmes, dos mujeres que participaron del secuestro “disputaban” quién se quedaría con Mario, por entonces un bebé. Con emoción, compartió cómo sus hermanas temían que se lo apropiaran. “Por la noche dormían y se ataban al pañal de Mario, por si se lo querían llevar mientras dormíamos”, aseguró.
Cuando asesinaron a su padre, el 19 de julio de 1976, a elles les enviaron a Cuba. Mario explicó que, aunque ese homicidio se publicó en los diarios de la época como una especie de triunfo militar, “nunca nos devolvieron el cuerpo”. Por lo tanto “continúa desaparecido”, se lamentó.
Entre otras cosas, se refirieron a la aparición del nieto 133, Miguel Santucho. El hijo de Julio Santucho y Cristina Navajas nació mientras ella estaba en cautiverio. Les hermanes Mario y Marcela se mostraron muy felices con ese reencuentro.
El resto de los testimonios
En la misma audiencia también declararon otras personas que transitaron esos ex centros clandestinos. Por ejemplo, Carlos Brandli, a quien fuerzas policiales bonaerenses secuestraron el 20 de mayo de 1976 en Baradero, y lo trasladaron a La Plata. Participaba en el Frente Estudiantil de la Facultad de Ciencias Médicas y militaba en Montoneros.
Brandli estuvo cautivo en el Pozo de Banfield y en el Cuerpo de Caballería de 1 y 60, en La Plata. Por eso, a su testimonio lo presenciaron jueces del TOF 2, que juzgan los delitos cometidos en esta última dependencia policial.
Otra de las declarantes fue Graciela Gómez, sobreviviente del Pozo de Quilmes. Gómez relató su secuestro en julio de 1975, y reconoció que declarar era “muy movilizante, espero que sirva para algo”.
Gustavo Zurbano, por su parte, declaró por los casos de Abel Fuks, Graciela Torrano y Alejandro De Sio. Todes fueron estudiantes del Bachillerato de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Contó que en la madrugada del 2 y 4 de septiembre de 1976 sus tres compañeres de militancia fueron secuestrades por las fuerzas de la dictadura militar.