Orgasmatron irrumpió en 1998 en las páginas de Catzole Comix, cofundada por uno de los autores de la obra, Julio Azamor. En esta historia, el artista ilustra una historia escrita por Guillermo Falciani sobre un elemento super adictivo que le da nombre al trabajo. Un dictador parasitario que encandila mediante el placer y por esto genera guerras enormes.
Durante la década de los 90 la industria nacional a nivel comiquera pasaba por uno de sus peores momentos económicos (igual que todo el país). Sin embargo, los artistas se negaban a dejarse vencer por la situación, y se reavivó la salida de Fanzines y publicaciones independientes. Es en este marco que aparece la revista Catzole Comix, que buscaba distribuir trabajos locales.
Codicia, poder y adicción
Cuando la Teniente Nadia y su compañero androide llegan a donde Orgasmatron está recluido, caen en una trampa y todo se vuelve vertiginoso. Nadia absorbe al ente que fue a buscar, y este parásito toma posesión de su cuerpo. Ahora Orgasmatron busca volver a su planeta de origen para volver a reinar y ejercer el poder que considera su derecho.
Crédito: Historia de Guillermo Falciani, arte de Julio Azamor.
Una persecución se pondrá en marcha, ya que hay fuerzas que conocen el problema que genera la adicción a Orgasmatron. Es una fuerza virtualmente imparable, y hay que evitar que llegue a destino a toda costa. Mientras, el androide hará todo lo que esté en su poder, para recuperar a Nadia, quien se encuentra en propiedad del ente que la posee.
La problemática del momento
El guion de Guillermo Falciani es una muestra más de cómo se puede hacer una protesta a modo de historia mediante metáforas. Orgasmatron representa la tentación, el placer como fin y no como producto de algo. Cuando el fin justifica los medios, puede pasar cualquier cosa, la ética y la moral desaparecen, y el placer por sí mismo es una fuerza poderosa.
Hacer una mezcla entre Orgasmo y Tron (que suena a robótico, y trae recuerdos de una famosa película) es un acierto. Es un nombre que, como mínimo, provoca curiosidad, ya que el orgasmo está relacionado directamente con la actividad sexual, algo que en la época, era tabú. Si bien, el entretenimiento en Argentina era sexualizado desde hace tiempo, hablar de ello no era algo común entonces.
Entre la codicia de la Teniente que va a buscar el Orgasmatron y lo que termina produciendo, la historia es contundente. El placer generado por este organismo como forma de dominación, se ha buscado sintetizar en su ausencia. Esto derivó en la adicción a productos menores que han generado guerras mientras se revolcaban en su propia decadencia.
El previo párrafo, casi que describe la situación social que se vivía en el país. Ante la fachada de progreso, por dentro todo se pudría por la convertibilidad y el precio que se pagaba para lograr el famoso 1 a 1. A finales de la década, la podredumbre se olía en el aire, y, como es de esperarse, la cultura fue la primera vapuleada. Es ahí donde aparece la resistencia de los artistas.
Historia por sobre el arte sin desmerecer el último
La historieta es un medio inherentemente visual. El arte pictórico del formato es clave para el consumo de cada producto, sin embargo, un equilibrio es requerido, y es entonces donde entra Julio Azamor. Las ilustraciones de Azamor son tan provocativas como el título, comunican de forma simultánea el placer y lo despreciable (y escatológico) que se puede sentir el placer.
En los tres capítulos en que se desarrolla la historia, se puede apreciar el despliegue de fantasía, ciencia ficción, sexualidad y crítica que propone Falciani. Azamor logra captar la esencia de la metáfora en cada viñeta, de forma cruda y con un estilo realista muy acertado. El trabajo en Negro y Gris del artista ayuda a la sobriedad de la temática, dando a entender que no hay placer real en esto.
La combinación de guion y arte funciona de maravilla, y aterra al igual que provoca y reflexiona. El final, donde descubrimos el destino de Orgasmatron no hace más que apelar a la naturaleza del humano en sí mismo.
Orgasmatron fue recuperada, corregida y vuelta a editar en un recopilatorio por Rabdomantes Ediciones (El Hombre Primordial, Fantaciencia, entre otros) en 2015. La edición cuenta con páginas extras con arte, fotografías, y algunas de las páginas originales que fueron rehechas para la presente. Actualmente se puede conseguir en cualquier comiquería de Argentina.