En Ucrania, a pesar de su clara derrota técnico-militar en la guerra con Rusia, insisten con lanzar una nueva contraofensiva. Por su parte, Irán medita una posible represalia hacia Israel por el reciente bombardeo a su complejo diplomático en Siria. Mientras tanto, en China, se llevó a cabo un encuentro histórico que destacó las diversas posturas en Taiwán sobre el gigante euroasiático.
El delirio de Zelenski
Esta semana, en dos entrevistas distintas, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, advirtió que su país prepara un nuevo contraataque al que vaticinó como “letal”. El mandatario ucraniano señaló que la contraofensiva del año pasado fracasó debido a la filtración del plan a la Federación Rusa y reconoció la superioridad de Moscú en términos de número de tropas y armas.
Por otro lado, en su intento de reafirmar el poder de Ucrania en medio de una eventual derrota, afirmó que “Occidente unido tiene sistemas de armas modernos”. En ese sentido, Zelenski puntualizó que “no se trata del número de personas”, sino de “la calidad de las armas”.
Sin embargo, es ese “Occidente unido”, que en realidad no está tan unido como sugiere Zelenski, el que experimentó un cambió radical en su narrativa sobre la guerra en Ucrania en los últimos meses. Las etiquetas de una guerra en “punto muerto” o de “estancamiento” en el frente fueron reemplazadas, tanto en el andamiaje mediático occidental como en las declaraciones de los principales líderes atlantistas.
En ese marco, a pesar de algunos discursos que intentan mostrar un optimismo poco creíble, el mandatario ucraniano continúa presionando a Occidente para que envíe más armamento. Durante las últimas semanas, Zelenski manifestó que si Estados Unidos no desbloquea el paquete de asistencia militar, Kiev perderá la guerra.
En esa misma línea, según el diario francés Le Figaro, Zelenski solicitó a Francia el envío de misiles Aster 30 para sistemas de defensa antiaérea tierra-aire SAMP/T. ¿Su objetivo? Resistir este año para lanzar una contraofensiva en 2025.
Negado a iniciar negociaciones de paz que incluyan a Rusia en la mesa, el jefe de Estado optó por seguir enviando más ucranianos al frente. A pesar de los considerables problemas demográficos del país, Zelenski no solo redujo la edad de reclutamiento de 27 a 25 años a principios de mes, sino que también el Parlamento ucraniano aprobó una ley que endurece las normas de movilización en respuesta a la escasez de tropas. Mientras tanto, los delirios de las élites ucranianas ponen en peligro a toda una generación.
Irán calcula su respuesta a Israel
En Medio Oriente, otro de los frentes abiertos por el Occidente angloamericano en su guerra híbrida contra el esquema multipolar, la tensión se encuentra a niveles explosivos. La ofensiva de Israel en la Franja de Gaza, una de las campañas militares más agresivas de la historia moderna, es cada vez más reconocida por actores internacionales como un genocidio, lo que provocó un importante impacto geopolítico y generó más conflictos en la región.
Esta semana, después del bombardeo llevado a cabo por Israel el 1 de abril contra la misión diplomática de Irán en Siria, la comunidad internacional está en alerta máxima ante una escalada que podría desembocar en una confrontación directa entre ambos países, al tiempo que supone consecuencias impredecibles para la seguridad internacional. En este contexto, la República Islámica de Irán, consciente de la situación pero decidida a tomar represalias, medita su respuesta.
En este sentido, la retórica de Teherán es ambigua. Tanto el presidente como el jefe supremo emitieron amenazas como que Israel sufrirá “el máximo daño” o que “recibirá un duro golpe”. Sin embargo, a través de canales diplomáticos y en conversaciones con funcionarios europeos, Irán anticipa una respuesta “asertiva pero limitada”. En paralelo, los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) publicaron numerosos videos de su poderoso arsenal militar en los últimos días.
Más allá de cual sea la respuesta, esta especie de “juego psicológico” surtió efecto: Israel cerró más de 30 embajadas en todo el mundo, una gran cantidad de países recomendaron a sus ciudadanes que eviten viajar hacia el país hebreo e incluso las fuerzas estadounidenses en la región entraron en alerta máxima. Por su parte, Hezbollah llevó a cabo ataques masivos con cohetes contra Israel desde el sur del Líbano, lo cual puso a prueba al sistema defensivo de la Cúpula de Hierro israelí.
Lo que las autoridades iraníes evalúan es el papel de Estados Unidos. Desde Washington, instaron a Teherán a no atacar Israel, al mismo tiempo que la posibilidad de una implicación estadounidense en el conflicto debido a una eventual respuesta de Irán hacia Tel Aviv es una posibilidad concreta. Este escenario preocupa al gobierno de Israel, que se encuentra bajo presión tanto externa como interna, y busca evitar el distanciamiento de Estados Unidos en la región.
Un encuentro histórico
El miércoles, en la República Popular de China, se produjo un evento que pasó casi inadvertido para la prensa occidental pero que representa otro hito trascendente en la diplomacia china. El presidente del gigante asiático, Xi Jinping, recibió al ex mandatario de Taiwán, Ma Ying-jeou, miembro del Kuomingtang (KMT), lo que supuso la primera vez que un líder o ex líder de la isla se reúne con un jefe de Estado chino en territorio continental.
Ma, opositor al actual gobierno de Taipei, gobernó Taiwán desde 2008 hasta 2016 e intentó durante su mandato mejorar las relaciones entre ambos gobiernos, lo cual, en aquel entonces, supuso un acercamiento entre las partes que no se producía desde 1949. Un ejemplo de esto fue la histórica reunión que el ex presidente de Taiwán mantuvo con Xi Jinping en Singapur a finales de 2015, el primer encuentro de este tipo en más de 60 años.
En la apertura de la reunión, Xi Jinping afirmó: “Los compatriotas de ambos lados del Estrecho de Taiwán somos todos chinos. No existen nudos que no se puedan desatar, no existen temas que no se puedan discutir y no existe fuerza que pueda separarnos”. Asimismo, el mandatario sostuvo que “la diferencia en los sistemas no altera la realidad de que ambos lados del Estrecho pertenecen al mismo país y a la misma nación” e indicó que “la interferencia externa no puede detener la tendencia histórica de la reunificación”.
Ma, quien se encuentra en una gira de 11 días en China, señaló por su parte que “la defensa del Consenso de 1992 junto con la oposición a la independencia de Taiwán son la base política común para el desarrollo pacífico de las relaciones entre ambos lados del Estrecho”. En ese sentido, el ex presidente de la isla remarcó que “una guerra entre ambas partes sería insoportable y los dos lados del Estrecho tienen la sabiduría necesaria para evitar el conflicto”.
A pesar de los intentos de Occidente por deslegitimar el encuentro al señalar que la visita del ex presidente de la isla no tiene implicaciones políticas, la reunión envía una fuerte e importante señal: las posiciones respecto a la República Popular China están lejos de ser homogéneas, a pesar del actual gobierno de Taiwán, que es pro-norteamericano e independentista.