Durante esta semana, como ocurrió en la anterior, el principal foco de la agenda mediática internacional estuvo puesta en Medio Oriente. El temor por una posible guerra religiosa elevó la preocupación de la Comunidad Internacional al máximo tras los ataques cruzados entre Israel e Irán.
En la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un nuevo veto de Estados Unidos puso de manifiesto la necesidad de reformar el Consejo de Seguridad. Mientras tanto, China busca recomponer los lazos que fueron puestos en tensión con un gigante europeo debido a la crisis en Ucrania.
Pese al ataque israelí a Irán, ambas naciones buscan reducir el caos del conflicto
Finalmente, tras barajar varias opciones, Israel decidió tomar represalias al ataque de Irán producido el sábado pasado. Con la implicación de Washington descartada ante el estallido de un posible conflicto directo entre ambos países, podría decirse que la represalia israelí fue similar a la que la decisión que tomó Irán ante el ataque a su consulado en Siria: una respuesta asertiva pero meditada e hiper anunciada con un objetivo más de tintes políticos que militares.
Según informaron medios estadounidenses, el estado hebreo lanzó varios misiles contra Irán en la provincia de Isfahan, donde se encuentra la ciudad de Natanz con parte del programa nuclear clandestino de la República Islámica. No obstante, desde Irán negaron que un ataque con misiles contra su país, pero explicaron que las defensas aéreas habían derribado varios drones que no generaron ningún impacto o explosión a gran escala.
De esta manera, aunque sin disipar las tensiones e incluso sentando peligrosos precedentes tras el intercambio de ataques, ambos países han evitado una guerra total en Medio Oriente.
Sus represalias no provocaron grandes daños materiales ni víctimas mortales pero sí dieron cuenta de dos importantes puntos: por un lado la capacidad militar de ambos países para responder ante ataques a sus territorios; por otro, a pesar de los diferentes motivos, la capacidad de contener la situación para evitar un estallido bélico de consecuencias inimaginables.
Estados Unidos y su rechazo a Palestina como miembro pleno de la ONU
El jueves pasado, en una sesión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Estados Unidos fue el único Estado que bloqueó una resolución impulsada por los países árabes que permitía incorporar a Palestina como miembro permanente de la ONU.
¿El motivo? Otorgar al país arabe el estatus de miembro de pleno derecho es, al mismo tiempo, reconocer al Estado de Palestina, algo inadmisible para Israel. En su discurso, el embajador adjunto del país norteamericano, Robert Wood, sostuvo que “no existe unidad entre los miembros del Consejo de Seguridad” sobre si Palestina “cumple los criterios de admisión de nuevos miembros, principalmente si cumple el criterio de ser un Estado”.
Del mismo modo, Wood señaló a Hamas como argumento de su veto, debido a que la organización político-militar de Palestina “ejerce actualmente poder e influencia en Gaza, parte integrante del Estado previsto en esta resolución”.
Tras la votación, el representante permanente de Rusia ante la ONU, Vasili Nebenzia, afirmó que “Estados Unidos está dispuesto a hacer la vista gorda hasta el final ante los crímenes de Israel contra los civiles de Gaza, a ignorar la actividad de asentamiento ilegal de Jerusalén Oeste en Cisjordania”.
Por su parte, su homólogo de China, Fu Cong, sostuvo que su nación se encuentra “altamente decepcionada” por el veto de Washington e indicó que “llegará el día en que el Estado de Palestina disfrute de los mismos derechos que otros Estados miembros en la ONU”.
El presidente de Palestina, Mahmud Abbás, no solo calificó al veto norteamericano como “inmoral e injustificado”, sino también como contrario a la voluntad de la Comunidad Internacional.
“Este veto agresivo de EE.UU. revela las contradicciones de la política estadounidense, que afirma, por una parte, que respalda la solución de dos Estados, mientras que impide que la institución internacional aplique esta solución mediante el uso reiterado del veto en el Consejo de Seguridad”, sostuvo el mandatario palestino.
Cumbre Xi Jinping – Scholz
El martes, en Pekín, el presidente chino, Xi Jinping, se reunió junto con el canciller alemán, Olaf Scholz, en un encuentro de gran importancia geopolítica en el marco de un escenario global donde los conflictos internacionales están a la orden del día.
En este sentido, a 10 años del establecimiento de la asociación estratégica omnidireccional entre ambos países, los mandatarios no sólo abordaron la necesidad de fortalecer la cooperación económica entre sus naciones sino que, a su vez, pusieron el foco sobre los principales focos de conflicto que ponen en riesgo la seguridad internacional.
De esta manera, el presidente chino afirmó que “dado que los cambios mundiales nunca conocidos en una centuria están evolucionando con gran celeridad en la actualidad, la sociedad humana se enfrenta a crecientes riesgos y desafíos” e indicó que “para resolver estos problemas, es indispensable la cooperación entre los grandes países”.
En esa línea, Xi Jinping afirmó que “consolidar y desarrollar las relaciones chino-alemanas tiene una importancia que va más allá del ámbito bilateral y un impacto significativo en el continente euroasiático y en el mundo entero”.
Del mismo modo, a sabiendas de que el conflicto en Ucrania no rompió ningún lazo entre ambos países pero sí generó tensiones, Xi Jinping remarcó que “no existe ningún conflicto de intereses fundamental” entre ambos países y que entre sí “no representan ninguna amenaza a la seguridad del otro”.
En consecuencia, el mandatario chino manifestó que las dos naciones “tienen muchos puntos en común en lo que respecta a la cuestión de la multipolaridad mundial”
Por su parte, Scholz afirmó que su “está listo para reforzar la comunicación y la coordinación con China para hacer frente codo a codo a los desafíos globales como el cambio climático; está comprometida a salvaguardar el orden internacional multilateral y a impulsar la paz y el desarrollo mundiales; y desaprueba el antagonismo y la confrontación”.
En este sentido, ambos líderes discutieron sobre la crisis de Ucrania donde, a pesar de las diferencias, coincidieron en la oposición al uso de armas nucleares o a los ataques contra instalaciones nucleares pacíficas y, a su vez, la necesidad de un cese al fuego en Gaza.