Mientras Israel sigue con ataques en la Franja de Gaza, su primer ministro, Benjamín Netanyahu, se negó a aceptar un cese al fuego, exigido por casi toda la comunidad internacional.
De forma paralela, el conflicto en Ucrania continúa con sus repercusiones en Europa, donde cada vez hay más fisuras hacia el interior de la Unión Europea (UE). En tanto, dos hechos importantes ocurrieron esta semana en la Península Ibérica.
Israel no cesa el fuego en Gaza a pesar de la presión internacional
El gobierno de Benjamín Netanyahu continúa con su criminal agresión en la Franja de Gaza. Tras el ataque de Hamas, del 7 de octubre, más de 11 mil palestinos, entre los que se encuentran al menos 4.500 niñes, fueron asesinados por el brutal accionar del Ejército israelí.
El genocidio es tan evidente que, a pesar del intento del andamiaje mediático occidental por desligar a Israel de las terribles imágenes que llegan día a día desde Gaza, son cada vez menos los países que no se pronuncian a favor de exigir un alto el fuego.
Sin embargo, en una entrevista con la cadena estadounidense Fox News, el primer ministro israelí descartó tal decisión e indicó que “un alto el fuego con Hamas significa rendición”.
De la misma manera, después de declarar el pasado lunes que Israel tendrá la “responsabilidad general sobre la seguridad” en la Franja de Gaza, el primer ministro israelí aclaró que “no buscamos gobernar Gaza, no buscamos ocuparla”.
Lo cierto es que, independientemente de como sea el post-conflicto, Israel sigue causando un verdadero drama humanitario en el territorio palestino a pesar de los llamados de la comunidad internacional a detener los ataques.
En este sentido, este sábado, UNICEF alertó que las vidas de más de un millón de niños palestinos se encuentran en grave riesgo debido al colapso del sistema de salud palestino.
El conflicto en Ucrania
Si bien el brutal accionar de Israel en Gaza se ha llevado el foco de la prensa internacional desde el pasado 7 de octubre, la guerra en Ucrania continúa. El miércoles, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, recomendó a la UE empezar las negociaciones para la adhesión de Ucrania al bloque regional.
Sin embargo, según reconocen dentro de la propia Unión Europea, esto podría tardar años en concretarse. De tal manera, el anunció es un intento de otorgarle al gobierno de Volodímir Zelenski un éxito diplomático frente a un horizonte que no es para nada favorable a Kiev.
En el aspecto militar, con una contraofensiva que fracasó rotundamente, los altos mandos militares ucranianos reconocieron que Kiev se encuentra en un “punto muerto”. El diagnóstico es tan evidente que el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, admitió este sábado que “este fin de año supone al menos una doble prueba para Europa, primero en Ucrania, donde la perspectiva de la victoria sobre Rusia no es inmediata”.
Las declaraciones del funcionario, más allá de las posiciones personales, son compartidas por varios líderes europeos, quienes cada vez más afirman que el acoplamiento de Europa a la aventura belicista de Washington es una estrategia que trajo problemas más que beneficios.
Según la agencia Bloomberg, la UE sólo entregó un 30% del millón de municiones prometidas a Kiev e incluso, por el volumen de los contratos alcanzados hasta el momento, es poco probable que pueda alcanzar ese objetivo.
En ese sentido, según reportó Reuters este viernes, el plan de la UE para destinar hasta 20 mil millones de euros en financiamiento militar para Ucrania por lo menos hasta el 2027 encontró una fuerte resistencia de varios de los países miembros del bloque regional. En otras palabras, más allá del continuo respaldo declamativo en foros e instancias internacionales, financiar una guerra ajena está dejando de ser una opción viable.
Noticias desde la Península Ibérica
Dos trascendentes e importantes hechos sucedieron esta semana en la Península Ibérica. Tanto en España como en Portugal, a pesar de que las noticias son diametralmente opuestas, las izquierdas socialdemócratas fueron las protagonistas.
En España, tras semanas de negociaciones, la lógica parece indicar que el actual presidente de gobierno, Pedro Sánchez, tiene todo cerrado para lograr ser investido por el Congreso español. Y es que, para alcanzar el tan buscado número de 179 respaldos para ser consagrado, el líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) consiguió sellar acuerdos con Junts, ERC, BNG, CC, Sumar, EH-Bildu y el PNV.
Claro está, los acuerdos no fueron fáciles ni mucho menos gratis, especialmente con los partidos independentistas catalanes. El costo que tuvo que pagar Sánchez, entre otros generosos acuerdos de índole fiscal, es la adopción de una futura amnistía para los dirigentes procesados por el intento de secesión de Cataluña de España en el 2017. Como era de esperar, las protestas encabezadas por la derecha española estallaron en varios puntos del país.
Por otro lado, está semana, en Portugal se abrió una importante crisis política. El martes, el primer ministro, el socialista António Costa, presentó su renuncia por un escándalo de corrupción vinculado a contratos de extracción de litio.
Costa, una figura admirada por la izquierda europea debido a su buen gobierno en materia socio-económica, sostuvo que “la dignidad de las tareas de un primer ministro no son compatibles con ninguna sospecha sobre la integridad, el buen comportamiento, menos aún con cualquier tipo de acto delictivo”.
Tras ello, el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, anunció este jueves que disolverá el Parlamento e indicó que convocará elecciones anticipadas para 10 de marzo de 2024 como respuesta a la crisis política acontecida con la renuncia de Costa.