“Otheiwhe’ney – La visión” es una exposición de arte wichí formada por 70 piezas de cerámica y tejidos wichí, realizada por 20 artistas y poetas del Centro Cultural Tewok. Este espacio pertenece a la comunidad Wichí de Santa Victoria 2, en la provincia de Salta. Además, las obras están acompañadas por poesía en su lengua originaria que explica el significado de cada obra.
La muestra fue inaugurada el 21 de noviembre en el Museo Nacional de Etnografía y Folclore (Musef), ubicado en La Paz, Bolivia. Contiene en su interior 11 cosmogonías que comunican la sabiduría del pueblo wichí, un arte vivo capaz de fortalecer la memoria ancestral. Cada pieza transmite un mensaje de un Nuevo Tiempo, hacia la escucha de los mensajes de la Madre Tierra, el diálogo intercultural y la diversidad de la experiencia artística. Además, la obra expone la perspectiva wichi para comprender la crisis climática del mundo contemporáneo.
“La Visión” es el resultado de un trabajo en conjunto entre Centro Cultural Tewok, Fundación Cebil y Unión Autónoma de Comunidades Originarias del Pilcomayo (UACOP). Ya estuvo exhibida en el Museo de Bellas Artes de Salta y fue seleccionada para participar de la bienal internacional BIENALSUR. También fue declarada de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la provincia de Salta. El documental “OTHEIWHE’NEY la visión”, cuenta el proceso de realización de las obras de arte, por parte del colectivo de artistas y poetas del Centro Cultural Tewok.
Nota al Pie conversó con Verónica Ardanaz, curadora de la obra. Además, es Presidenta y Directora de Programas de la Fundación Cebil. Es una organización sin fines de lucro creada para la expansión de la conciencia y sensibilidad y para la defensa de la diversidad cultural y natural, ubicada al comienzo de las yungas de Salta.
El arte wichí como puente con la Madre Tierra
“El arte para ellos es la conexión profunda con todo universo espiritual, sus ancestros, la conexión con la Madre Tierra. Es el espacio donde pueden recrear los orígenes de su cultura. Encontrar respuestas a este momento actual que para todos es un momento de gran crisis, social, cultural, climática y política”, comenzó explicando Ardanaz. Es una forma de “compartir el mensaje de ella para estos tiempos”.
La comunidad wichí que vive en el monte nativo del Gran Chaco, observa el cambio climático, la falta de agua, la depredación y la degradación de la naturaleza. “Esta exposición representa para ellos la visibilidad de su cultura, de sus derechos. La riqueza y la profundidad de su universo cultural simbólico y milenario. También es traer los mensajes de la Madre Tierra. Quieren que despertemos, que podamos ver más allá de la superficie del mundo para ver ese otro mundo invisible espiritual que une al humano con la Madre Tierra”, indicó.
“El arte y la cultura es la zona sagrada de todos los pueblos. Es aquel espacio donde se pueden encontrar respuestas ante el hecho del vivir y ante los desafíos de los cambios contemporáneos. Cuando a un pueblo se le quita esta posibilidad, se generan desequilibrios y esas comunidades quedan a merced de lógicas globales de consumo y de imposición cultural”, cuestionó.
La explotación en el mercado de artesanías wichí
Para la comunidad wichi, cada producción que realizan es una obra de arte. Representan una forma de autoconocimiento y de conexión con sus ancestros y con la Madre Tierra. “Esas producciones simbólicas durante mucho tiempo fueron catalogadas y desvalorizadas como artesanías. Fueron explotados por toda la industria del turismo y la industria de objetos etnográficos, donde hay un gran mercado en eso, de reventa internacional. Compran los objetos a muy bajo precio, aprovechando la situación de precariedad en que viven las comunidades, para luego ser vendidas a precios internacionales en grandes ciudades”, denunció Ardanaz.
En esta comercialización injusta y explotadora, no se vela por el desarrollo y la continuidad de las matrices culturales. Incluso les imponen formas y estéticas, dibujos y objetos que no tienen nada que ver con su cultura ancestral. En este sentido, “van deformando y van impidiendo la transmisión de la cultura ancestral, donde están contenidos conocimientos y sabidurías muy profundas. Con la imposición de formas y estéticas a gusto del consumidor de grandes ciudades que quiere algo etnico, no buscan conocer en profundidad que significa un hilo de chaguar o los bolsos tejidos, que son libros para la cultura wichí”.
Como consecuencia, “esta depredación del sistema de artesanías hizo que el arte cerámico desapareciera en toda la zona del Gran Chaco. La cultura wichí es de las únicas que conserva el arte de la cerámica y que pudo ser transmitido a las generaciones”. Por eso, esta muestra es importante por el hecho de “poder plantarse en la categoría que corresponde que es la de arte. Con esa dignidad, con precio justo, con reconocimiento social y cultural y político. Implica una categoría genuina y propia como creadores y como pueblo”, destacó.
En cuanto a la definición de arte, la comunidad wichí tiene una concepción propia. “Lo llaman “arte vivo” justamente porque está en conexión genuina con la Madre Tierra, con esa potencia creadora, con esa energía de vida. Está conectado con el mensaje de sus ancestros. Las piezas siguen comunicándose, siguen teniendo una función importante que tiene que ver con el equilibrio, con el autoconocimiento, con la conexión profunda con su cultura y su entorno”, mencionó.
Despertar a un Nuevo Tiempo
La muestra habla de un Nuevo Tiempo, que “es ahora, es este que nos toca vivir y es lo que proponen muchos de los pueblos originarios de América. El pueblo wichi está hablando de un nuevo tiempo, que es el mensaje que recibe de la Madre Tierra. Tiene que ver con el encuentro de pueblos, de la diversidad cultural. Para ellos, los pueblos de la cultura occidental no pueden ver lo que realmente está ocurriendo con la Madre Tierra, con la realidad”, explicó.
“Ven que están provocando grandes desequilibrios por malas prácticas productivas y extractivistas, y que no toman en consideración la sustentabilidad y a las generaciones futuras. Observan el consumo irresponsable, las enormes desigualdades, la contaminación que producen las grandes ciudades. Para ellos esta ceguera, esta falta de visión, está llevando a un gran desequilibrio”, mencionó. Por eso, “es tiempo de despertar, de un encuentro de pueblos, de lo diverso. De poder encontrar ese lenguaje de comunicación con la naturaleza y con nosotros mismos. Saber quiénes somos como humanos, cuál es nuestro papel, nuestra responsabilidad en este momento tan grave a nivel planetario”, acotó.
La exposición tiene un mensaje profundamente humano y ecológico. “Nosotros consideramos a la ecología desde nuestra cosmovisión occidental, pero ellos traen, a través de cada obra, los mensajes directos de la Madre Tierra. Hablan de que las manos expresan el fruto de esa comunicación, de esa escucha profunda y genuina con la Madre tierra. Las manos son esos intermediarios que crean las formas que transforman en mensajes de ese mundo invisible pero real, porque a partir de esa energía profunda de vida es donde se crea esta realidad”, resaltó.