Durante 2022, la deforestación aumentó un 4% en relación al año anterior tanto a nivel global como en Argentina. Es necesario conservar y restaurar los bosques para que no siga sucediendo. Dentro del informe “Senderos Forestales” realizado por la Organización Mundial de la Conservación (WWF) destacan lo hecho por la Fundación Vida Silvestre que, junto a más de 130 familias rurales, restauró más de 475 hectáreas de la selva misionera en los últimos quince años.
El Bosque Atlántico, que se extiende por la costa oriental de Brasil, la selva misionera en Argentina y Paraguay, es uno de los bosques con más diversidad del planeta. Contiene el 7% de las especies de plantas y el 5% de las especies de animales vertebrados en el mundo. Muchos de ellos no existen en ningún otro lugar. Además, más de 148 millones de personas dependen social, cultural y económicamente de sus servicios ambientales (agua, energía, protección del suelo, entre otros). Por ejemplo, un 60% de la población de Brasil depende del agua proveniente de allí.
La deforestación es un mal que continúa sucediendo en nuestra región. En Brasil, por ejemplo, aumentó en un 22,3% en 2022. El Bosque Atlántico originalmente cubría 1.345.300 km2 y, según información producida por MapBiomas, en los últimos 40 años fue reducido al punto de que hoy sólo queda alrededor del 24% de los bosques originales. En Argentina, en el mismo periodo de tiempo se perdieron 305 mil hectáreas (17%).
Conservación de la Selva Misionera
Uno de los logros importantes con el fin de restaurarlos lo consiguieron organizaciones como Fundación Vida Silvestre Argentina, WWF Brasil y otras, cuando, agrupadas en la Red Trinacional de Restauración del Bosque Atlántico y PACTO por la Restauración de la Mata Atlántica, lograron que el Bosque Atlántico sea nombrado Iniciativa Emblemática de la Restauración Mundial por las Naciones Unidas.
Es una de las razones por la que en el informe Senderos forestales, mencionan lo realizado en Misiones como un éxito a nivel global de conservación y restauración. Allí, la Fundación Vida Silvestre trabaja para resguardar y recuperar servicios ambientales esenciales para las personas desde hace quince años, junto a más de 130 familias rurales. Y han restaurado más de 475 hectáreas de la selva misionera.
Esta restauración se pudo realizar gracias a los plantines provenientes del “Vivero Nativo de Vida Silvestre Andrés Johnson” que está en la Reserva de Vida Silvestre Urugua-í (área privada en la que se protegen, entre otras cosas, 3.243 hectáreas de selva y la cuenca media del arroyo Urugua-í). De allí salieron, entre 2019 y 2022, más de 51.400 plantines. El vivero recientemente consiguió el certificado de Área Productora de Semillas de Especies Nativas, con el cual se pone en valor la conservación de las especies de árboles nativos de la selva.
Además, también ayuda a la preservación de la fauna como, por ejemplo, el yaguareté, cuya conservación es fundamental para mantener los bosques saludables, las reservas de carbono, la biodiversidad, la disponibilidad de agua y el patrimonio natural y cultural. En 2005 sólo quedaban 40 individuos de esta especie. No obstante, en el último monitoreo que se realizó en 2022 señalaron que la población ahora está estable con un total de entre 72 y 122 yaguaretés (con una media de 93).
Proteger los ecosistemas, una tarea urgente
Lamentablemente, la deforestación continúa siendo una tendencia global, pese a estos casos específicos y en su informe, la WWF señala que se destinan al menos 100 veces más fondos públicos a subvenciones perjudiciales para el medio ambiente que al financiamiento de los bosques. Latinoamérica es una de las zonas más afectadas a diferencia de Asia, dónde, por ejemplo, esta disminuyó.
Para corregirlo proponen un plan que permita alcanzar objetivos globales de restauración y protección de los bosques al 2030. Su primera proposición con ese fin es movilizar flujos financieros masivos, tanto públicos como privados, y redirigir los dañinos hacia el apoyo a economías verdes y comercios forestales sostenibles.
“Reformar las normas del comercio mundial que perjudican a los bosques, eliminando de las cadenas mundiales de suministro las materias primas que deforestan y quitar barreras a aquellos productos con certificaciones positivas con los bosques”, es otra de las ideas que proponen. Estas se complementan con el aceleramiento a reconocer los derechos territoriales de los pueblos originarios y el cambio hacia economías basadas en la naturaleza.