martes 10 de diciembre de 2024
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Entendiendo el repudiable y peligroso proyecto de Milei

MILEI
Crédito: REUTERS

Como sabemos, en las últimas elecciones la mayoría de la sociedad argentina eligió este presidente que hoy tenemos. Algunas cosas de las que pretende hacer son fácilmente perceptibles porque ya las impulsaron los gobiernos liberales de derecha previos: la Dictadura, Menem y Macri, en especial en el terreno económico: achicar el Estado, bajar salarios, introducir la flexibilización laboral en favor de los patrones, abrir la economía, pagar la deuda externa incluso la fraudulenta, sobre el sufrimiento de las mayorías, privatizar empresas del Estado, entregar recursos naturales, etc. También sucede eso con otras cuestiones en el terreno político y social, como privatizar la educación y la salud públicas, las jubilaciones si se puede, retroceder en el terreno de los derechos humanos y en los derechos en general, reprimir la protesta social, bajar la edad de imputabilidad acompañado de mano dura policial sobre todo en los jóvenes, alinearse con los EEUU y demás yerbas. Todo ello es, por cierto, aplaudido a dos manos por el Círculo Rojo del poder económico y por los ricos.

Pero hay otras que son novedosas y aparecen como muy llamativas para un presidente que, claramente, representa los intereses del poder económico y, en particular, de las clases altas vernáculas. Que, se sabe, gustan de presentarse como portadoras de buenos y delicados modales, se miran en el espejo de la “gente bien” de otras naciones y son “personas como uno”. A las que que no les gusta para nada que se las agarren con sus íconos, sean estos periodistas, comunicadores, artistas, intelectuales y/o economistas del palo, los agredan o difamen. Es decir, todo lo contrario que hace peluca Milei, Yuyito incluida.

Para entender esta dicotomía y explicarla en términos de proyecto político y de sociedad, antes que de personalidad del presidente y así confundirse, es bueno tener en cuenta dos experiencias mundiales de peso, una pasada y otra presente, que tienen vínculos significativos con lo que hoy intenta el gobierno libertario en nuestra nación.

LA ALEMANIA DE HITLER

Francia y Alemania en los finales del capitalismo de libre competencia y en los albores de su fase superior, el imperialismo, como tan bien caracterizara Lenin, fueron a la guerra entre ellas disputando dos provincias fronterizas, Alsacia y Lorena; que entre otras cosas eran ricas en hierro y carbón, esencial este en la generación de energía para la industria. Ganó Alemania y así se perfiló como la próxima potencia dominante mundial en reemplazo de Francia y Gran Bretaña.

Estos últimos países, antiguos imperios coloniales, comenzaron entonces a preparar el contrataque, el que se materializó en la primera guerra mundial de 1914 a 1918. El derrotado esta vez fue Alemania, a la que se le impusieron muy onerosas condiciones en el tratado de Versalles, con el objetivo de que esta nación no pudiera competir en el período que se abría en el capitalismo mundial. Tratado que, además, hirió hondamente el orgullo de la sociedad alemana.

La producción del país derrotado se hundió profundamente y, en los marcos de una gran inestabilidad, se instaló allí en 1919 lo que se denominó como la República de Weimar, por la aprobación de una nueva Constitución en esa ciudad alemana. Se abre allí entonces todo un período de durísima situación económica con hiperinflación incluida; y de pujas políticas con fuertes confrontaciones, en una correlación de fuerzas pareja entre la derecha y la izquierda. Todo ello se agrava al calor de la crisis económica mundial de 1930.

En este contexto comienza a hacerse conocido y a instalarse en la opinión pública un ex cabo del ejército, nacionalista, de personalidad fuerte y extravagante, distanciado de la imagen de los dirigentes políticos tradicionales: Adolf Hitler; que llega al gobierno en 1933.

¿Cuál era su proyecto? Sacar a su país de la defensiva en que se había sumido luego de la derrota en la primera guerra y volver a instalarlo como una potencia imperial.

¿Qué instrumentos utilizó para ello? En primer lugar, reinstaló en los alemanes la idea de que ellos, de raza aria, eran superiores y tenían un “destino manifiesto” como indicaba la doctrina norteamericana de fines de siglo 19. Mientras que paralelamente lanzó una dura represión contra los opositores, particularmente contra los comunistas, para contener toda resistencia a ese rumbo; en especial entre los obreros a los que debía disciplinar para poder trasladar ingresos de ellos a los sectores económicos mas concentrados, en especial a los industriales. Como parte de ese plan construyó una poderosa estructura que combinaba inteligencia con poder policial: la Gestapo.

Su acuerdo principal en la cúpula del poder económico para su proyecto para Alemania era con la industria. A la que veía, como sucedía ya en Gran Bretaña y Francia, y a pasos acelerados en los EEUU, como el sector de punta en su proyecto expansionista. Que sería la gran beneficiaria en caso de tener éxito y que, además, debía garantizarle todo lo necesario: armas, municiones, explosivos, camiones, aviones, barcos y submarinos, para la guerra que se avecinaba. A los terratenientes prusianos, sector dominante hasta ese entonces, mas conservadores y que desconfiaban de las posibilidades de Hitler para triunfar en un proyecto semejante, los derrotó primero en su control de las fuerzas armadas en lo que se conoce como “la noche de los cuchillos largos” en 1934. Luego los puso de aliados subalternos y subordinados. Por otro lado, en el sector financiero, tercer componente del poder económico, predominaban los bancos y aseguradoras de capitales judíos. A los efectos de que las ganancias que acumulaban fluyeran al Estado y a los industriales para sostener la guerra, sembró el antisemitismo primero, y luego, con mano dura y apoyo en la población, proceder a expropiar los negocios de la comunidad judía.

Conquistada la voluntad de la mayoría de los alemanes destacando su carácter de ser de raza aria y con la promesa de recuperar el poderío de la nación, aplastada la resistencia a ese proyecto, en especial la de la clase obrera, subordinados los terratenientes prusianos, anterior clase dominante, destruido el poder financiero de los judíos y trasladada esta riqueza a la banca estatal, el Reichsbank, el outsider de la política, el “loco”, “delirante” y agresivo Adolf Hitler, se lanzó a la aventura de la segunda guerra mundial. Conocemos el final.

LOS EEUU DE DONALD TRUMP

Los yanquis, cuando llegó Obama a la presidencia, en el 2009, ya estaban en un proceso paulatino de pérdida de peso económico en el mundo, en parte por el creciente papel en el comercio mundial de la China. También manifestaba las dificultades de su poder militar para imponer sus condiciones a pesar de la desaparición de le Unión Soviética; muestra de ello era su imposibilidad de triunfar en Irak y Afganistán.

La presidencia de aquel, desde 2009 al 2017, evidenciaba una estrategia de defender el peso de su país en el orden mundial, pero también de iniciar paulatinamente un repliegue como hizo la imperial Inglaterra después de la segunda guerra mundial.

Es en ese contexto que, aprovechando el impacto de desindustrialización dentro de Norteamérica que había causado la estrategia de la globalización, de producir en otros países de mano de obra barata aprovechando el avance en las comunicaciones y el transporte para así incrementar las ganancias de las multinacionales, con sus consecuencias en la clase obrera y parte de la baja clase media, apareció un gran empresario, miembro del Partido Republicano, extravagante, extrovertido, agresivo y disruptivo con la cultura política tradicional, que plantea volver a hacer grande los EEUU: “Make America Great Again” es su consigna. Se llamaba Donald Trump y le planteaba a la nación y, sobre todo, a una parte del poder económico, un proyecto para que los EEUU volvieran a ser la potencia hegemónica. Confrontado así con el de lento retroceso que había sostenido Obama y el partido Demócrata en sus dos presidencias. A fines del 2016 Trump le gana a Hillary Clinton y es elegido el 45 presidente de los EEUU.

Por lo pronto, previo a eso, había enfrentado la resistencia en su partido, cuya mayoría no compartía las posibilidades de éxito de esa estrategia. En minoría los derrotó y subordinó a su estrategia a los rebeldes, sobre la base de la popularidad que había alcanzado en la sociedad con su discurso chovinista y sus actitudes de outsider político.

Llegado al gobierno, ¿cuál fue la estrategia que desplegó? Por lo pronto, consciente de que significaba un cambio en profundidad de la estrategia económica, política y militar de su país hasta ese momento, y que encontraría resistencia, fue decidido a imponerse, embistiendo no solo contra los sectores populares que pretendieran resistir ese rumbo, sino también contra los detentadores de poder sostenedores del statu quo. Nada distinto de lo que hizo Hitler en su momento.

Para ello, no solo buscó el renacer industrial de los EEUU, sino el freno a China y, también, el achicamiento del peso económico de Europa para disputarle sus mercados.

En lo económico planteó que los capitales estadounidenses que se habían expandido internacionalmente en la globalización luego de la caída de la URSS, debían si o si a volver a invertir dentro de los EEUU, so pena de castigos económicos. Anulando entre otras cosas tratados de libre comercio con históricos socios como Europa y Japón, y reformulando el Nafta con otros como Canadá y México. Al mismo tiempo entró en guerra comercial con China, en particular en cuestiones de alta tecnología, presionado a las empresas yanquis en aquel país para que regresaran, poniéndole aranceles a sus productos. Y le exigió a Europa que pague la OTAN, financiada en los fundamental por los EEUU, de manera de sacarle capitales a su producción. Sin vacilar en tener de aliada a la Rusia de Putín para ver de disputar su mercado.

En lo interno, sus aliados principales no fueron los sectores que propugnaron en su momento la globalización: las automotrices, la industria electrónica y de computadores, las petroleras y mineras, la química, textiles, etc, a los que apuntó a subordinar, sino que estrechó lazos con las nuevas empresas tecnológicas: Apple, Microsoft, Nvidia, Alphabet, Amazon, Meta y Tesla, ubicadas desde hace unos años por encima de aquellas. Con la mirada que allí, en las nuevas tecnologías de punta (Robotización, Big Data, Ciberseguridad, Blockchaim de criptoactivos, Internet de las cosas, Informática Cuántica, Inteligencia Artificial) se disputaba la batalla principal por la hegemonía mundial; de allí su alianza con Elon Musk. También sumó a esta alianza a gran parte de Wall Street, es decir al poder financiero de bancos y fondos de inversión (el mayor BlackRock, viejo conocido de Caputo); ya que la inversión en esas tecnologías significa la necesidad de billones de dólares que deben salir mayoritariamente de las finanzas.

Por cierto, esta estrategia y refundación de alianzas en el poder, conlleva una fuerte resistencia en los que tienen sus intereses en el viejo sistema, o entre los que no creen que pueda tener éxito y termine en un retroceso mayor de los EEUU en el orden mundial. Contra todos ellos embistió Trump: contra la vieja clase política de la que se mostró siempre ajeno y diferente en su estilo irreverente, agresivo y guarango; contra los principales medios de comunicación y periodistas tradicionales, a los que denostó y reemplazo por la comunicación a través de las redes sociales; contra la cultura, principalmente con Hollywood, donde vio un reservorio de ideas progresistas y de defensa de derechos que se disponía a golpear y abolir; contra los inmigrantes, diciendo barbaridades, como indica el manual nacionalista facho, para ganar consenso en los norteamericanos que ven peligrar sus empleos por la presencia de mano de obra mas barata o a los que les disgusta la cultura de los latinoamericanos que vienen a su país, sobre todo mexicanos; contra los intelectuales o economistas, aunque sean de prestigio, que lo cuestionan; contra los estudiantes universitarios que no comulgan con sus ideas de derecha mayoritariamente; contra artistas como la Taylor Swift, o deportistas como Lebrón James, mas allá de lo populares que sean.

En concreto, en la estrategia de intentar reponer la hegemonía mundial norteamericana que se va perdiendo, Trump necesita fundar un nuevo régimen interno que abarca no solo lo económico, sino también lo político, social, la comunicación y la cultura. De ruptura no solo con los sectores y las ideas progresistas, sino también con una parte de los grupos dominantes del viejo régimen en distintas áreas. Pudo gobernar cuatro años en esa dirección, la pandemia le impidió la reelección y ahora va por la revancha con final abierto.

Milei Credito Juan Ignacio Roncoroni EFE
Crédito: Juan Ignacio Roncoroni / EFE

EL PROYECTO Y LA ESTRATEGIA DE MILEI

Para empezar, debemos tener en cuenta algo importante, Alemania y EEUU, donde se instrumentaron los proyectos de Hitler primero y Trump luego son países desarrollados, con clases dominantes fuertes, mientras que la Argentina es un país subdesarrollado con una burguesía débil. Por tanto, aquí, estos proyectos de derecha y concentración económica, siempre tienen como participantes directos en la gestación y despliegue de los mismos a países extranjeros hegemónicos, grandes empresas y bancos internacionales.

Partiendo de eso, digamos que nuestro país viene, al igual que la Alemania pre nazi o, en menor medida, los EEUU a partir de la crisis de las hipotecas en el 2008, de una crisis muy profunda que se inicia en el 2012 y se extiende hasta nuestros días; crisis no solo en la economía, sino extendida fuertemente al terreno político por el fracaso de gobiernos de distinto signo en dicho período. Sobre ese escenario es que irrumpe Milei, impulsado por un sector de poder que vislumbra posibilidades presentes y futuras para reconvertir la Argentina en función de sus intereses y sus aliados externos.

No se diferencia en ese sentido de lo que buscaron la Dictadura de Videla primero, Menem luego y Macri posteriormente. En los tres casos fueron proyectos que se sentían refundacionales y fueron manejados, cada uno a su manera, mas o menos por los mismos sectores económicos y clases sociales, incluso hasta por las mismas personas.
Este que está ahora en curso, no obstante, sin dejar lo esencial de concentrar la plata en los poderosos de acá y de afuera y en la gente mas pudiente, tiene aspectos de fondo novedosos y distintos, acorde a la etapa que vive el país y el mundo; que debemos contemplar al establecer una estrategia de confrontación con el mismo.

En primer término, necesitaban un personaje “distinto” para mostrarse distante del sistema político en crisis con la sociedad. Si fuera posible alguien irreverente, agresivo y sin filtros, audaz, como para mostrarse fuera de la “casta” y contactar así con el sentimiento mayoritario de la gente. Muy confrontativo además con quienes lo enfrenten y le pongan trabas, sean de arriba o de abajo en la pirámide social, para mostrarse corajudo y decidido en mantener el rumbo en situación compleja. Rasgos como los de Hitler o Trump, salvando las distancias.

En segundo lugar, este personaje, que fue Milei finalmente, debía mostrar en su discurso que la Argentina “recuperaría” su rol de gran nación, como les propuso Hitler a los alemanes y Trump a los norteamericanos, pidiéndoles a los ciudadanos de a pie y a los que van en Mercedes Benz también, que lo acompañen en la “epopeya”. Como nuestro país nunca fue potencia, vende Peluca al proyecto de la Generación de los ’80, agroexportador, de finales del siglo ‘19 y principios del ’20, como tal. Por tanto, un pasado luminoso al que hay que volver. Una ficción, pero de utilidad sobre todo en las clases altas, y medias altas influenciadas por aquellas, que siempre añoran la belle époque; para ellos, claro.

Sin embargo, mas allá de la mentira de que hubo una Argentina en el top ten del mundo, justo es decir que el país con el que sueña el presidente tiene aspectos comunes con aquel conducido por la oligarquía hace 150 años. Veamos: será exportador, ya que al campo se le agregarían Vaca Muerta, el litio y la minería resolviendo así la restricción externa; importador, de manera que bajen los precios de los productos que se consumen, aunque se destruya otra vez como con Menem el entramado industrial nacional; de bajos ingresos para las mayorías populares para no afectar el sector externo con muchas importaciones; con un Estado mas chico de modo de liberar recursos hacia los sectores económicos fuertes, por tanto con menos educación y salud públicas que son un gasto innecesario en dicho país de élites; con financiamiento externo frente a las crisis propias del capitalismo, aunque eso se lleve una parte significativa de la renta nacional; y, en especial, atando nuestros intereses a la potencia mundial dominante, antes fuimos cipayos de Inglaterra, ahora seríamos de EEUU.

En resumidas cuentas, planifican un país para pocos. Ya que hay que garantizarles con la renta que se genere, proveniente en lo principal de las exportaciones tradicionales y las nuevas, sus ganancias a las multinacionales, a las grandes empresas locales, los bancos de afuera y de acá y, además, sus elevados ingresos a los ricos para que tiren manteca al techo. El resto de la sociedad, como sucedía con el modelo de los oligarcas, de los Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca y compañía, se ubicará en un piso mas abajo para que la cosa funcione. Al que proteste o discrepe: palos y apriete; con la SIDE para detectarlos a tiempo, obviamente, pierden el pelo, pero no las mañas.

Es importante señalar que, acorde a los nuevos tiempos acá y afuera, los sectores de poder, que nunca son homogéneos, en relación al nuevo modelo que los convoca porque “es ahora”, se han reformulado y tenemos viejos y nuevos que apoyan a Milei, viejos y nuevos que no la ven. Y ahí hay un cambio en el establishment en su posicionamiento, respecto del que tuvieron con la Dictadura, Menem y Macri. En esos pasados gobiernos inicialmente iban todos unidos en su apoyo, pero cuando sobrevenía la crisis y el sector financiero mundial imponía condiciones, se abría una brecha de aquel con el Círculo Rojo local; el que, por ejemplo, en su momento hasta fragoteó contra Menem, De la Rúa y Macri y los empujó afuera.

Ahora el proyecto de Milei, al cual, como corresponde, todos apostaron de entrada para que ordene la macroeconomía de una vez por todas, en su favor claro, y termine con los conflictos sociales, tiene hijos y entenados entre sus apoyos. Por lo pronto el sector financiero internacional es su amigo predilecto, mas allá de chisporroteos con el FMI, el país tiene deuda que pagará religiosamente y necesita plata; de ese riñón de la timba vienen los Caputo’s boys. A ello cabe sumarles las grandes empresas multinacionales y locales vinculadas a la energía y la minería (petróleo, gas, litio, cobre son las nuevas joyas de la abuela). A ambos grupos hay que agregarle las empresas internacionales de alta tecnología, en particular Tesla, la de Elon Musk, ya que tienen una mirada puesta sobre la industria del conocimiento local, que ya ha alcanzado cierto desarrollo y potencial exportador, y las comunicaciones. Esos son entonces los tres grandes soportes del que hoy habita en Olivos y quiere ser un nuevo Julio Argentino Roca.

El “campo” siempre está, y es necesario obviamente; pero no es un aliado confiable porque siempre pide mas y encima, si no vende la cosecha, tiene poder de coerción y daño en la defensa de sus intereses. Como se sabe por la historia, además, varias veces se ha saltado de bando; como cuando abandonó a Menem y el presidente de la SRA, Alchouron, se enroló, tremendo sacrilegio, con Duhalde en los ’90.

Las multinacionales que abastecen el mercado interno, como las automotrices, dudan si quedarse y producir aquí para un mercado que se achicará, o levantar vuelo e importar desde sus casas matrices, tal vez con mayor competencia de otras multis.

Finalmente, las empresas nacionales, ni que hablar de las pymes, que abastecen el mercado interno, serán junto a la clase media y los trabajadores, las grandes perdedoras si este proyecto se impone; por lo que, con mayor o menor fuerza se oponen desde ahora.

Aunque aquí hay que computar un cambio, importante, en algunas de las mas grandes, que incluso supieron alguna vez encabezar la confrontación con el poder financiero. Ahora apuestan por sobre todo a reforzar su presencia mundial vía exportaciones, como Techint de Roca, Pan American de Bulgheroni, las empresas de alimentos y petróleo de Pérez Companc, Arcor de Pagani, las empresas de la Corporación América de Eurnekian y otras. Por tanto, en una voltereta en el aire pasaron a chuparle las medias y ponerle sus fichas a Milei; de allí la división existente en la UIA.

Es bueno con este panorama seguir esta reestructuración de la AFIP con el argumento de la baja de los costos. Como se pregunta Pagni: “¿Se va a sistematizar y se va a volver operativa a través de un gran aparato de poder que controla la agencia recaudatoria y maneja la inteligencia financiera en combinación con la SIDE?”. Justo es decir que, para apretar a los empresarios, díscolos, rebeldes y que se opongan al modelo, es mas eficiente hacerlo controlándoles las cuentas. Para asustar al resto, ídem.

En concreto el actual gobierno promueve, para que su proyecto de país tenga éxito, una rediagramación de la cúpula de poder acorde a lo que se pretende. Dándole mas peso a algunos sectores, manteniendo en un segundo plano a otros y desplazando a los que no tienen lugar en el país que se pretende.

La derecha libertaria viene también con otras cosas nuevas. Para empezar, señalemos que las clases dominantes nuestras adherían homogéneamente en el siglo 19 y principios del 20 a Inglaterra, y luego del golpe de 1955 a los EEUU. Pero sucede que, estamos en problemas Houston, en la actualidad hay una fractura en los sectores de poder tanto de Norteamérica como de Europa; una fracción propugna, con sus mas y menos, continuar con la globalización y el libre comercio mundial, la otra viene volviéndose crecientemente proteccionista frente al tren maoísta que se viene.

A la primera adhiere la mayoría de la “gente de bien” vernácula, a la segunda, compuesta en lo fundamental por Trump y la derecha facha y nacionalista europea, la acompaña Milei. Esto se produce, en parte, por la ideología de este tipo, muy de ultraderecha. Pero también es porque está decidido a atarse a la estrategia de don Donald (esperando que triunfe en noviembre) en todos los terrenos, como sostén suyo aquí. Aprovechando para ello el intento de regreso de los EEUU al control del “patio trasero” latinoamericano de forma de tratar de correr de estos pagos a los chinos y, también, en alguna medida, a los europeos. Esto le genera problemas, como salta a la vista, al presidente con un sector del poder económico local que tiene sus negocios principalmente con China, Brasil y en cierta medida con Europa. El rechazo de la Agenda 2030 en la ONU y la salida de los Brics, son la manifestación clara de este conflicto.

A todo lo anterior se agrega que las tradicionales clases dominantes locales, con sus intereses en el campo y las grandes empresas nacionales que operan en el mercado interno, ideológicamente de derecha liberal, han ido construyendo en el transcurso de muchos años un entramado comunicacional, con los medios y los periodistas mas destacados, garantizando la hegemonía de que hablaba Gramsci. Les hubiera gustado, para sentirse cómodas, que el nuevo presidente hubiera surgido del instrumento político que habían generado con mucho esfuerzo: Juntos por el Cambio. No fue así, ya sabemos. Apoyaron de todos modos a Milei, pero con críticas; sin el convencimiento que el proyecto de este sea el mejor para sus intereses (o que no tenga el riesgo de derrumbarse y los arrastre). En ese escenario el libertario, que no quiere oposición de ningún lado (aunque no los puede exterminar como el Adolf), salió a confrontar con todos ellos: apuntó a Clarín, La Nación, Longobardi, Lanata, Morales Sola, Pagni y sigue la lista, para desgastar a los “ensobrados” y a los que “viven de la pauta”. Mientras que al mismo tiempo apuesta, con la nuestra por supuesto, a pagar especialistas para dominar las redes sociales y comunicarse con la sociedad por allí. Enseñanza de Trump (también de Hitler con otros modales) para no quedar prisioneros de la vieja élite del statu quo.

Algo parecido hizo con la casta de economistas liberales al servicio de esta élite de muchos años a esta parte: Cavallo, Melconián, Broda, Lacunza, Ferreres y tantos mas, solo porque advierten que las cosas pueden salir mal como otras veces. Unos chantas, claro está, que deben ser reemplazados en adelante por otros afines al gurú, que la ven. Fin, diría el lenguaraz Adorni.
Para concluir con esta larga nota: que esté Milei en la Rosada tiene su explicación en la crisis que vive la Argentina de hace años y el fracaso de los sucesivos gobiernos, en particular del último de Alberto y Cristina, aunque la señora no se haga cargo. Tiene aquel un proyecto de país para pocos, donde los poderosos y los ricos se apropien de las nuevas joyas de la abuela y del dinero de las mayorías como tantas otras veces. Toma enseñanzas varias e importantes para llevarlo adelante de Adolf Hitler y Donald Trump. Algo para tener muy en cuenta, ya que está dispuesto a aplastar por métodos diversos a los sectores populares que se le enfrenten. Ha rediagramado la estructura de poder donde apoyarse desplazando a otros componentes de la misma en esta oportunidad, a los que también amenaza de forma diversa si protestan. Apunta, como algo de la mayor importancia, a secundarizar en la comunicación de masas a los representantes de la vieja élite, usando el ataque, la difamación, el apriete y el uso de las redes sociales para ello. Como así también a darle dura batalla a los ámbitos, como la cultura y la ciencia, donde puedan refugiarse compatriotas para resistir con ideas progreso y soberanía; ataca por ello a cantantes, actores, intelectuales y profesionales, no importa lo populares y/o destacados que sean, tiene que acallar o disminuir la importancia de sus voces. También, por supuesto, para mantener peso político, de manual, ataca a sus opositores políticos, aunque con particular saña y agresividad, a los que pueden disputarle su propio electorado.

¿Tendrá éxito en su empeño el presidente libertario? Es tipo peligroso y cruel, tiene gente poderosa sosteniéndolo y se aprovecha del fracaso de los que volvieron “para ser mejores”. Pero esto es Argentina y les ha sido difícil en la historia nuestra, a los poderosos, poner de rodillas a este pueblo. Muy probablemente este engendro de país, sueño de dinosaurios vendepatria y oscurantistas, que procura imponernos, terminará con Milei arrojado por la puerta de atrás al basurero de la historia.

HUMBERTO TUMINI
Presidente de Libres del Sur

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Milei y su verdadero proyecto para el Estado

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En reiteradas oportunidades, Javier Milei calificó al Estado como una «organización criminal». Crédito: elcolombiano.com

Milei caracteriza al Estado como “una organización criminal”, dice que lo desprecia y que es la causa de todos los males. Por cierto, más allá del habitual chamuyo fundamentalista del libertario, lo concreto es que, al igual que los anteriores gobiernos de derecha que tuvimos desde 1976 a la fecha: la Dictadura, Menem y Macri, su objetivo real es achicarlo todo lo posible (excepto en su aparato represivo, obviamente). Veamos por qué.

Desde las revoluciones burguesas europeas y en el transcurso de la temprana primera etapa del capitalismo, caracterizado por ser de libre competencia, el Estado tenía como rol principal el de garantizar “la dominación de clase”, como bien señalaba Carlos Marx. Su papel en la economía era claramente limitado, le dejaba eso al mercado. Preparaba sí, fuertes ejércitos, para intervenir en la disputa entre naciones característica de esos tiempos.

Eso duró, en líneas generales, hasta 1930. La crisis de superproducción que afectó gravemente las economías capitalistas en ese entonces, que tuvo varios años de duración, les indicó a las distintas burguesías de los países desarrollados que era hora de cambiar. La libre competencia en sus mercados iba disminuyendo rápidamente, al calor de la creciente concentración en monopolios de una parte fundamental de sus empresas; al igual que la fusión de los bancos con las grandes industrias, dando lugar al capital financiero. Como bien señalaba Lenin, esto último significaba que, además de mercaderías, se exportaba capital, lo que ponía al sistema en una fase superior: la imperialista.

Para este nuevo desarrollo del capitalismo, el Estado debía jugar un rol más activo en la economía manejando la moneda; para lo cual crearon los Bancos Centrales (ese que quiere cerrar Milei) sacando esa función de los privados. También interviniendo cuando se dieran las crisis cíclicas de superproducción, de manera tal que la economía no se derrumbara totalmente; agregando demanda por vía del gasto público, ya sea a través de obras, créditos subsidiados, seguros de desempleo, etc. Como bien explicó allá por los años treinta el “comunista”, según nuestro presidente, Lord John Maynard Keynes.

Esta estrategia de intervención del Estado en la economía de los países capitalistas desarrollados tuvo un nuevo avance después de la segunda guerra mundial, sobre todo en Europa. La Unión Soviética, luego de derrotar a Alemania, expandió el sistema socialista al este de dicho continente, y los partidos comunistas se hicieron fuertes en algunos de los principales países de la parte occidental. En ese contexto, las burguesías de ese lugar del mundo se preocuparon seriamente respecto de lo que podía suceder en sus naciones si no eran contempladas las muchas demandas sociales que existían desde los trabajadores y los pueblos en general. Allí deciden entonces poner en marcha lo que se conoció como el “Estado de Bienestar”. En resumidas cuentas, al rol que ya cumplían para ese entonces en lo económico los Estados, le sumaron la intervención directa en cuestiones como los regímenes laborales, previsionales, de salud, educación, etc. Lo que redundó en concreto en una mejor calidad de vida a través de la distribución de los ingresos; sacándole dinero a los más ricos y las grandes empresas, para dárselo a los menos pudientes, estableciendo así una mayor justicia social. A este proceso Milei llama “socialismo satánico”, ya que fue encabezado mayoritariamente por la socialdemocracia europea; y a la justicia social conquistada como algo “aberrante”.

Cuando los riesgos de que el comunismo avanzara también en los países centrales disminuye, entre otras cosas por el estancamiento de la URSS a finales de los años ‘70, las burguesías imperiales comienzan a discutir si no es hora ya de poner fin a los Estados de Bienestar, y darle una nueva vuelta de tuerca a la concentración de los ingresos en favor de los grandes bancos y multinacionales. El principal ideólogo de esto es el premio Nobel de Economía Milton Friedman, cuyas ideas neoliberales son tomadas y aplicadas, inicialmente, en los EEUU por Ronald Reagan y en Gran Bretaña por Margaret Thatcher

Es el principio del fin del Estado de Bienestar en las naciones desarrolladas. Como así también se agiganta el predominio mundial del capital financiero más agresivo y la supremacía norteamericana a partir de la caída de la URSS. Expresado esto en nuestra región en los años noventa con la imposición del Consenso de Washington. Reina a pleno la teoría de que el progreso viene de la mano de “llenar la copa de los ricos” para que luego drene y supuestamente llegue a todos (algo que nunca sucedió en la realidad). O sea, los grandes empresarios son los “héroes”, al decir de Milei, que nos llevarían, ganando mucha plata, a un mundo de felicidad y progreso generalizado.

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Milei habla de un capitalismo de libre competencia que no existe hace cien años. Crédito: conicet.gov.ar

Esa, en apretada síntesis, es la historia del Estado en el capitalismo. Ahora bien, ¿adónde apunta el actual presidente argentino cuando lo denosta y dice que lo quiere hacer desaparecer? En realidad, solo a achicarlo, sacándole ingresos a la mayoría del pueblo y derivándolos a los más pudientes y a los sectores poderosos y concentrados económicamente (entre ellos el FMI). Como así también a impedirle al Estado, y por ende a los gobiernos, controlar los negocios del gran capital. No por nada se muestra admirador de Reagan y la Thatcher, que encabezaron la contra revolución en el mismo sentido, en el mundo, hace 40 años.

Recortar gastos en jubilaciones, empleo y salarios públicos, ayuda social, salud, educación, ciencia y técnica, cultura, obra pública y aportes a las provincias, subiendo tarifas mientras se mantienen los subsidios a grandes empresas y se bajan impuestos a las mismas, como quieren hacer con el RIGI de la Ley Bases; o sacar retenciones al campo, como han prometido, y pagar deudas fraudulentas, son las formas de trasladar ingresos de los sectores populares (clase media, trabajadores y pobres) a los mas platudos. 

Privatizar empresas del Estado como hizo Menem, es darle ese negocio a las multinacionales. Cerrar el Banco Nación, es ampliar el mercado para la banca privada. Eliminar entes de control, sacar a determinadas prestaciones, como las comunicaciones, de su carácter de servicio público, desarmar organismos de defensa de la competencia, etc, es dejarles libre el camino para la impunidad de sus negocios a los monopolios en perjuicio de la población (como sucedió, entre muchos ejemplos, ahora con las prepagas o los alimentos) y del país. 

En resumidas cuentas, esas son las razones de las diatribas de Milei contra el Estado y de las medidas que va tomando o intenta tomar. Vende gato por liebre, discurseando sobre un capitalismo de libre competencia que hace más de cien años no existe, pero en realidad buscando meternos, como antes Martínez de Hoz, Cavallo, López Murphy, Dujovne o el propio Caputo, un Estado al servicio de ricos, grandes bancos y empresas. Que contribuya a que tengamos al final un país absolutamente injusto, de dos pisos, vivible solo para las minorías de plata. 

Nunca debemos olvidar que la Argentina dejó de ser el reino de la oligarquía con olor a bosta, como diría Jauretche, y se industrializó, generó desarrollo y empleo con justicia y movilidad social ascendente, cuando tuvo de 1946 a 1955 un verdadero proyecto nacional; de la mano de un Estado fuerte y soberano, que participó activamente de la economía, defendió al débil y controló al fuerte.

Humberto Tumini, Presidente de Libres del Sur.

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A lo que apunta Javier Milei: un país para pocos

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Javier Milei, durante su discurso de asunción.

Allá por 1861, sobre la derrota militar del interior, luego del triunfo del porteño general Bartolomé Mitre en la batalla de Pavón gracias a la traición del gobernador entrerriano Justo José de Urquiza (cualquier semejanza con otros gobernadores en la actualidad no es mera coincidencia), comenzó una nueva etapa del país. Que pasó a vertebrarse propiamente como tal en lo que se denominó un “proyecto agroexportador”; manejado por los grandes terratenientes y de “relaciones carnales” con Inglaterra.

Primero con la llegada del tucumano Nicolás Avellaneda a la presidencia en 1874, que incorpora a dicho proyecto de Nación a las oligarquías del interior; en momentos donde el crecimiento de la clase obrera inglesa requería de más y mejores alimentos, sumado al avance de los barcos de vapor para cruzar rápido el océano. Luego con la “Campaña del Desierto” en 1879, que agrega enormes territorios arrebatándoselos por la fuerza a los pueblos pampa, ranquel, mapuche y tehuelche. La Argentina entra de lleno en la exportación de granos y carnes, complementado con la importación de manufacturas inglesas. Se despliega un modelo dominante y hegemónico de país hasta la crisis internacional de 1930.

¿En qué consistía la Nación que se fue diseñando en esa segunda mitad del siglo 19, a la cual el actual presidente Milei alaba una y otra vez diciendo que era el paraíso al que deberíamos volver?

Con una población escasa, de dos millones de habitantes cuando asumió Julio Argentino Roca la presidencia en 1880, y un extenso territorio para el desarrollo de la ganadería y la agricultura, producción muy demandada en el exterior, el proyecto oligárquico fue gestar un país para pocos; en el que las capas altas de la sociedad vivieran muy bien, tirando manteca al techo como se decía, y concentrarán, además, los saberes en la élite. Mientras que el resto de la sociedad, muy mayoritaria pero no muy numerosa, de elevado analfabetismo y que vivía sobre todo en el campo, se ubicaba en un nivel mucho más bajo de ingresos y nivel de vida.

En concreto, con una espantosa distribución de la riqueza, el modelo era un país de dos pisos altamente autoritario, la democracia era solo para los de arriba. Funcionaba porque las riquezas de la agro exportación eran muy grandes para una población chica, con que los ricos drenaran un poco para abajo alcanzaba; como en los países árabes con el petróleo.

Las cosas se les empezaron a complicar cuando por necesidades del propio modelo empezó a crecer una clase media entre los ricos y el pueblo de abajo. Para poder abordar el negocio de la agricultura y vender trigo (las vacas que proveían de carne engordaban solas en las grandes estancias), se promovió la inmigración europea. Una parte de la misma fue al campo de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y el norte de Buenos Aires a cultivar en tierra arrendada a los terratenientes. En unos años esas personas se organizaron, y con lucha elevaron su nivel de vida y de cultura.

La democracia era solo para los de arriba.

Paralelamente, con el aumento de la población (en 1914 ya éramos 8 millones), creció el comercio y el tamaño del Estado. Elevando también por esa vía, una parte de la población, muchos hijos de inmigrantes, su nivel de vida.

Esta clase media que fue incrementándose al interior del modelo agroexportador, empezó a exigirle a la oligarquía gobernante y dominante su lugar en el país; y a reclamar que se distribuyera mejor la renta nacional. El radicalismo yrigoyenista devino en su expresión política. Fundado en la Revolución del Parque de 1890, fue ganando fuerza hasta llegar al gobierno en 1916.

Una clase media en ascenso que pedía lo suyo, una incipiente clase trabajadora que empezaba a pelar por sus derechos, una oligarquía que se negaba a ceder sus enormes ganancias y, finalmente, la crisis mundial de 1930, pusieron en crisis irreversible ese primer modelo de país para pocos que tuvimos los argentinos/as. Ese que ama Milei.

Luego, la obligada sustitución de importaciones de la década del treinta por la escasa capacidad de compra de nuestras exportaciones, fue agrandando el tamaño de la clase obrera. Proceso que dio un salto después del 46’ ya con Perón, y vino acompañado de un fuerte protagonismo político y social de los laburantes en la vida del país.

Así se terminó por gestar una sociedad donde sus mayorías populares conquistaron derechos y una vida mejor. La clase media con el radicalismo de Yrigoyen y la trabajadora con el peronismo del General. Ambas, de una u otra manera, de allí en adelante no estuvieron dispuestas a sacrificar lo conseguido volviendo para atrás. Se conformó así una sociedad con importante conciencia solidaria y de igualdad. La justicia social nunca fue por estos pagos, mal que les pese a los que hoy están en la Rosada, una palabra hueca.

Por supuesto que las clases altas nunca aceptaron esto. Siempre estuvieron convencidas que para mantener sus riquezas, sus lujos y sus niveles de vida, este país debía ser como en el siglo 19: para pocos y gobernado por ellos y sus aliados del exterior (cambiaron a Inglaterra por los EE.UU. a mediados del siglo 20, conforme se modeló el mundo posterior a la segunda guerra).

Desde el golpe de la Libertadora en 1955 en adelante lo intentaron una y otra vez. Primero con Aramburu, luego con Frondizi, más tarde, en 1966, con el general Onganía y la “Revolución Argentina”. Solo cosecharon fracasos; no era fácil volver a un gobierno y un proyecto típico de la oligarquía con una sociedad muy distinta, que ya no lo aceptaba.

Habida cuenta de esa realidad, en 1976 decidieron tratar de imponerlo otra vez con los militares, pero con niveles de violencia inauditos. No pudieron, se fueron repudiados.

Entonces, tenaces, lo hicieron fracasar a Alfonsín y otra vez buscaron la manera de imponernos un país de dos pisos: los ricos y poderosos arriba y el resto abajo. Recurrieron para ello al engaño menemista. Avanzaron no poco esa vez, dejaron consecuencias y desgracias durables, pero finalmente fueron derrotados por la resistencia popular.

Incansables, sobre los graves errores del kirchnerismo en los gobiernos de Cristina, se montaron para volver a la carga; en esta oportunidad con uno del riñón ellos: Macri; el que se veía a sí mismo como un nuevo Roca. Cosecharon otro fracaso. El rechazo a su gobierno se extendió en la mayoría de la sociedad y perdieron duro las elecciones presidenciales del 2019.

No obstante, inteligentes como son y con poder como tienen, con el muy mal gobierno del Frente de Todos vieron la oportunidad y montaron este invento de Milei; para engañar hábilmente a una parte importante de la sociedad angustiada por la crisis económica, la inseguridad y tantos otros males, entre ellos la lamentable conducta de parte de la dirigencia política.

Milei 01
Milei habla desde la Casa Rosada, en diciembre, el día de su asunción.

Así estamos entonces. Otra vez vienen los orcos con plata a la carga para ver si de una vez por todas logran imponernos una nación para minorías. Donde los ricos sean muy ricos y vivan bien y felices, las multinacionales y los grandes bancos se hagan de una parte sustanciosa de la renta nacional, y en el que la mitad de los argentinos/as sufran la pobreza, el desempleo y la marginación social, no tengan adecuado acceso a la vivienda, la salud y la educación, pierdan sus derechos y conquistas, y sean avasallados por la fuerza si levantan su voz contra la injusticia. Si hasta quieren volver al voto “calificado”, donde la democracia sea solo para la “gente bien”. Y la república, donde el Congreso es un “nido de ratas”, solo un garabato sin valor en la Constitución.

Ese es el proyecto de Milei, que vende como nuevo, pero nació de la mano oligarca hace 160 años.

Nunca las clases altas de este país, y sus empleados como el hoy Presidente, aceptaron que tengamos un país para todos. Siempre nos quieren volver a una Nación para pocos, sin justicia ni equidad social, sin soberanía ni democracia, con la menor cantidad de libertades y derechos posible.

No podrán, aunque nos hagan padecer por un tiempo, se van a tener que ir otra vez con el rabo entre las patas.

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Libres del Sur: “Con mentiras y violentando la Constitución, quieren regalarle el país a las Multinacionales, los monopolios y los ricos”

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El Cronista 01
El Decreto de Necesidad y Urgencia propone la derogación de leyes como la Ley de Alquileres, la Ley de regulación del Fuego, la Ley de Góndolas, entre otras.
Créditos: El Cronista.

El presidente acaba de anunciar un Decreto de Necesidad y Urgencia con más de 300 medidas que afectan otras tantas leyes, algo manifiestamente anticonstitucional; como el “Protocolo antipiquetes” de días atrás. Parece que el mandato de “las fuerzas del cielo” está por encima de la república y la democracia.

Pero, además, es visible que el quebrantamiento de los dictados de la Constitución y las leyes apunta, montados sobre mentiras flagrantes, a la construcción de un país de minorías (falta que vuelvan con el voto calificado); manejado por las empresas multinacionales, los monopolios locales y los ricos vernáculos.

Las mentiras: 

a) Que la Argentina era la primera potencia mundial hace cien años y que fue arrojada a la decadencia por las ideas colectivistas, socialistas y comunistas. Nunca fuimos una potencia mundial, ese es el verso de los viejos oligarcas y sus herederos actuales. Pero, además, de 1930 a la fecha, un período de 93 años, tuvimos gobiernos liberales como Milei durante 54 años, es decir el 58% del tiempo. Parece que esos no tuvieron nada que ver en lo que hoy sucede.

b) Que la libertad de mercado y un Estado chico es lo que hace grande a las naciones. Desde hace 150 años el capitalismo ha ido dejando de ser de libre competencia en todo el mundo. Por ello, en las naciones mejor desarrolladas, en todo sentido, el Estado interviene en la economía regulándola; para que esta no sea manejada por los monopolios empresarios en función de sus intereses y en contra de los del país y la sociedad. El capitalismo sin control, salvaje y financiero es la principal causa de las crisis de años a esta parte. 

c) Que la causa única de la inflación es el déficit fiscal, para justificar el salvaje ajuste que se lleva delante de los gastos del Estado. Cómo si la falta de dólares, las permanentes devaluaciones, el manejo monopólico de los precios, el traslado a precios internos de los precios internacionales, los manejos de las empresas importadoras comprando a dólar oficial y vendiendo a dólar blue, y la timba financiera no jugaran ningún papel en la inflación. Que cínicos e hipócritas.

El país que pretenden hacer:

a) Liberan los principales mercados para que los grandes empresarios incrementen la concentración monopólica de los mismos y sus ganancias; eliminando la competencia, afectando seriamente a las pequeñas y medianas empresas, y manejando así a su antojo los precios. 

b) Abren la economía descaradamente a las multinacionales y les sacan toda restricción para disputar el mercado interno (en los medicamentos, por ejemplo). Y para apropiarse de la renta de los recursos naturales, que deberían servir para el desarrollo de la nación. 

c) Les facilitan a los grandes empresarios el control del mercado de la salud, de la aeronavegación, hasta de apropiarse de los clubes de fútbol.

d) Redoblan la flexibilización laboral que inició Menem, con el objetivo de garantizarle mayores ganancias a las  las grandes empresas nacionales y extranjeras a costa de los derechos de los trabajadores. Con el falso argumento que ya usó Cavallo, que es para beneficiar la creación de empleo y a las pymes, algo que nunca sucedió.

e) Buscan entregar al capital privado las últimas “joyas de la abuela” de las empresas del Estado, para que las usufructúen en su beneficio. En particular YPF en medio del crecimiento de Vaca Muerta

f) Hasta en el terreno de los alquileres, en un país con un tremendo déficit de vivienda propia, dejan a los inquilinos en manos de los propietarios.

En resumidas cuentas, lo que acaban de decirnos desde el gobierno, es que el país que pretenden es directamente uno de dos pisos con una minoría de ricos en el de arriba, y, abajo el resto de la sociedad: clases medias, trabajadores y pobres, sobreviviendo como pueda. Manejada la Argentina, ciertamente, por sus dueños y sus fieles empleados en el gobierno.

Libres del Sur está decididamente en la vereda de enfrente de Milei.

Por la dirección nacional:

Humberto Tumini – Jesús Escobar – Silvia Saravia – Isaac Rudnik – Daniela Gasparini.

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El manifiesto fracaso de Cristina y el Kirchnerismo

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Según Tumini, la Argentina está en plena crisis, pero tiene el agro, Vaca Muerta, el litio, la minería, entre otros recursos, para salir adelante reindustrializándose y fortaleciendo con un sentido federal las economías regionales. Crédito: gentileza Humberto Tumini.

Por qué necesitamos un nuevo y fuerte partido popular ante

El manifiesto fracaso de Cristina y el Kirchnerismo.

Hace ya muchos años atrás, en el 2014, cuando su segunda gestión de gobierno era visiblemente mala desde los intereses populares, Cristina Kirchner lanzó una desafiante frase frente a las crecientes críticas que recibía su gobierno: “A mi izquierda está la pared”, dijo.

Eran tiempos en que, producto de la devaluación de principios de ese año, la economía entraba en recesión, los precios habían pegado un salto y la pobreza crecía. Axel Kicillof buscaba acuerdos en el exterior para que bancos o el FMI le prestaran plata, y para ello les garantizaba fortunas al CIADI, a Repsol y al Club de París. Ya habían hecho el acuerdo secreto con Chevron para explotar Vaca Muerta y, encima, a esa altura era manifiesto que la corrupción era uno de los signos distintivos de la administración K; con la tragedia de Once como una de sus manifestaciones brutales.

En ese marco, la actual vicepresidenta se veía obligada a tener que explicar que su gobierno era progresista, que las críticas que recibía eran injustas y a reafirmar que el proyecto que encabezaba seguía, supuestamente, expresando al pueblo argentino.

En realidad, eso ya no era así. A esa altura, la argumentación tenía un elevado componente de “relato” para no perder base política a su izquierda; producto de llevar adelante medidas y conductas que eran habituales cuando gobernaba la derecha. Carlos Menem, por ejemplo.

Lo real, en concreto, es que el proyecto nacional y popular que en su momento encabezó Néstor Kirchner iba, en el segundo gobierno de Cristina, en franco retroceso.

La llegada de Mauricio Macri el 2015, facilitada claramente por la muy deficiente administración previa, disimuló el agotamiento del proyecto que encabezaba y encabeza CFK. Una derecha tan agresiva y torpe como la de Cambiemos, que condujo el país rápidamente a una nueva y gran crisis, les permitió esconder en parte el fracaso anterior y retener la suficiente tonicidad política como para, finalmente, armar una alianza extendida, el Frente de Todos, y poner el candidato, Alberto Fernández, para volver a la Casa Rosada.

Pero claro, eso significaba tener que mostrar, gobernando, que aquello de que a la izquierda de ella solo estaba la pared, era cierto. Que lo sucedido en su segundo gobierno había sido producto fundamentalmente de las dificultades del contexto económico mundial y del hostigamiento del establishment como sostenían. Para regenerar confianza dijeron entonces “volvimos mejores”, en aquel momento de euforia de finales del 2019.

Ya llevan tres años de gobierno, con Cristina como la dirigente con más poder dentro del mismo, qué duda cabe. ¿Y cómo estamos? A las pruebas me remito: 100% de inflación, 40% de pobreza, 10% de indigencia, 50% de los laburantes en negro, en la informalidad o desocupados, retrocesos en los salarios y las jubilaciones, una economía sin crecimiento y, todo indica, en retroceso este 2023; además de una enorme deuda en dólares, en pesos y un largo etcétera.

Cierto que pasamos la pandemia y también que el establishment sigue crítico con ellos y presionándolos (no todos los grandes empresarios, a decir verdad). ¿Pero el gobierno del Frente de Todos y particularmente CFK, qué hicieron para que el pueblo y la nación no estén en esta tremenda debacle? Se arrodillaron frente a los factores de poder: fueron para atrás con Vicentín, convalidaron la estafa de Macri y acordaron pagarle al FMI con el ajuste de la economía y el sufrimiento de la mayoría, aceptaron el saqueo de los monopolios formadores de precios y el chantaje de los sojeros, les garantizaron enormes ganancias a los bancos; hasta permitieron que Sergio Massa les tirara besitos a los yanquis otra vez.

Ah, pero Alberto…. dicen Cristina y los principales dirigentes camporistas; incluidos algunos charletas como Juan Grabois, que siempre boquea por izquierda y banca por derecha. Sin embargo, lo del presidente es solo un pretexto, si ellos han sido parte del gobierno y de todas las decisiones desde un principio; la última, poner al actual ministro de economía.

Lo cierto es que el proyecto del kirchnerismo, que empezó allá por el 2003 con tantas esperanzas y posibilidades, terminó siendo dilapidado. El gobierno actual solo ha puesto negro sobre blanco ese agotamiento, que ya venía desde el 2012 con la conducción de Cristina. La única verdad es la realidad.

Así las cosas, debemos también decir que no es bueno para los pueblos llorar sobre la leche derramada mientras las desgracias se abaten sobre ellos. Eso es para pusilánimes. Las y los verdaderos patriotas, en esas circunstancias, se ponen sobre sus hombros la responsabilidad de construir una nueva fuerza política que interprete y defienda los intereses de las mayorías. Como alguna vez hizo Hipólito Yrigoyen, luego el General Perón y finalmente intentó Néstor Kirchner, aunque sin la necesaria convicción.

La Argentina está en plena crisis, pero tiene el agro, Vaca Muerta, el litio, la minería, entre otros recursos, para salir adelante reindustrializándose y fortaleciendo con un sentido federal las economías regionales. La derecha, las multinacionales, los yanquis y el “círculo rojo” nativo, lo saben y van por esas riquezas; así como se apropiaron con Menem en los noventa de las “joyas de la abuela”, las empresas del Estado. Si lo logran, concentrarán más todavía la plata en pocas manos y profundizarán esta Argentina de dos pisos en que vivimos.

Hay que darles batalla y ganársela. Para eso hay que construir una nueva y gran fuerza política popular; el kirchnerismo ya no es eso, con Cristina se ha agotado.

Humberto Tumini, Presidente de Libres del Sur.

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El viaje de Massa a los EEUU y la estrategia norteamericana para nuestra región

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El pasado miércoles, Massa fue recibido en la Casa Blanca por Jake Sullivan, Mike Pyle y Juan González, consejeros del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Crédito: Twitter Sergio Massa.

El nuevo Ministro de Economía ha viajado a los EEUU. Acorde a lo que se ha informado fue para destrabar créditos del BID; algo que ha conseguido, todo indica, gracias a que el hombre de Trump en dicha institución, Claver-Carone, le ha concedido el mérito que no le reconocía antes a Guzmán.

También se reunirá con Kristalina Georgieva, Directora del FMI, a los efectos de ratificarle que cumplirá a rajatabla el acuerdo de la Argentina con dicha institución. Tal como han señalado voceros del presidente Biden, al que el gobierno nacional viene pidiéndole apoyo hace rato, hay que “solidificar ese compromiso”.

 Además, acorde a los que se informa desde su delegación, ha ido para entrevistarse con directivos de empresas norteamericanas interesadas en nuestro Litio, en el petróleo y el gas de Vaca Muerta, en la minería y en la industria del conocimiento. Seguramente analizará también temas de seguridad con el gobierno norteamericano, ya que tiene agendadas reuniones con el actual Asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan; no parece casual que tengan todavía retenido el avión iraní.

Para entender en profundidad este viaje y adónde apunta en lo que a alineamiento internacional de nuestro país refiere, es bueno analizar el telón de fondo del mismo. Que, si bien de nuestra parte es principalmente la crisis económica que agobia al gobierno del Frente de Todos; del otro lado, donde no dan puntada sin hilo, está la estrategia que vienen desplegando de Trump en adelante, para ver de reposicionar a los EE.UU en el mundo y en nuestra región.

Como se sabe, la hegemonía económica norteamericana ha venido declinando desde principios de este siglo y en particular desde la crisis de las hipotecas del 2008/2009. Mientras que, paralelamente, China ha ido creciendo hasta comenzar a desafiar el dominio mundial del imperio. 

En ese contexto es que llega Trump, planteando ponerle fin a la globalización tal como estaba establecida y volver a una estrategia de fortalecer su país tras la consigna “América primero”. Esto, en esencia, tenía dos aspectos principales: a) Traer de nuevo a los EEUU la mayor parte de las inversiones en otros países, para que renazca su industria; b) Confrontar con los chinos en todos los terrenos, en particular en la alta tecnología, para ponerles un freno.

En ambos terrenos alcanzó logros no desdeñables. Pero, cuando se orientaba a una segura reelección, llegó el Covid. El impacto en la economía de la pandemia, sumado a errores políticos en el manejo de la misma, le hicieron perder las presidenciales. 

Su sucesor, Joe Biden, dijo que venía a cambiar 180º el rumbo de su país. Pero, en los dos años de mandato que lleva, en el terreno internacional ha mantenido una visible línea de continuidad con aquel ex presidente. Mantuvo e incluso incrementó la agresividad hacia China. A lo que le ha sumado el hostigamiento desde la OTAN a Rusia que ha terminado en la actual guerra de Ucrania, donde los EE.UU han subordinado a Europa a sus políticas e intereses.

En ese marco, de romper con la antigua globalización, como planteó Trump, se han producido otros dos fenómenos que empujan de hecho en la misma dirección. En primer lugar, la pandemia, que mostró de múltiples maneras las dificultades para los países desarrollados de tener, en función de abaratar costos y ser competitivos, líneas de aprovisionamiento y logística muy extendidas y distantes. Y, en segundo lugar, la guerra de Ucrania, que indica hasta ahora la inconveniencia de que aquellas no solo sean distantes, sino, encima, inseguras. Se profundiza entonces un escenario de reacomodo económico mundial, que los EEUU buscarán contribuya a la recuperación de su hegemonía.

En ese contexto, un capítulo especial ocupa la estrategia yanqui para nuestra región. Donde, como sabemos, también su dominio viene paulatinamente declinando. Esto ha sido producto, en lo esencial, de dos cuestiones: que la economía norteamericana no es complementaria en general con las nuestras, nos venden, pero no podemos venderles (recordemos la historia reciente del biodiesel y los limones argentinos); y que, por otro lado, los chinos les vienen tomando la delantera en los productos industriales, ganándose mercados. 

El país imperial del norte, gobernado por Trump antes y por Biden ahora, frente a esa realidad, ha tomado la decisión de buscar recuperar lo que durante muchas décadas fue su “patio trasero”. Incluso busca hacerlo con planteos propios de la guerra fría, respecto de que los gobiernos latinoamericanos deben optar si están con los EE.UU o contra ellos en el conflicto con China. Vuelve así la Doctrina Monroe: “América para los americanos”. 

¿Qué ofrecen a nuestras burguesías para que vuelvan al redil del que se han ido alejando? Que, en el nuevo reordenamiento mundial en marcha, a los efectos de acortar las distancias de aprovisionamiento de bienes intermedios y terminados para su propia producción interna y consumo, van a traer sus inversiones lejanas (de Asia, por ejemplo) a la región. Que, al mismo tiempo, abrirán su mercado interno para que exportemos hacia allí lo que produzcamos. Como hace años hacen con Canadá y Méjico y, también, más recientemente, con las armadurías de Centroamérica. Esa es la zanahoria. 

Siempre tienen a mano, además, para convencer a nuestra vacilante y miedosa dirigencia, la doctrina del Gran Garrote de Theodore Roosevelt. Adecuada a las nuevas realidades por supuesto, en principio, solo en principio, sin cañoneras. 

Por eso, referido a nosotros, la Argentina, hablan del Litio, de Vaca Muerta, de la industria del conocimiento, de seguridad alimentaria y demás yerbas. Quieren poner a nuestra economía bajo su órbita en el nuevo mapa planetario. Y blanden, si no nos subordinamos, la amenaza de ponernos “afuera del mundo”; verso que gustan comprar unos cuantos, de la oposición de derecha y del oficialismo también, por estos pagos.

Es referido a todo esto que detallo arriba, que tenemos que analizar la visita de Massa a los EE.UU, con el apoyo de Cristina Kirchner. No está solo relacionada a cuestiones de coyuntura, que las hay, sino a otras de mediano y largo plazo mucho más complicadas y graves.

Ya conocemos lo que significa, por experiencia propia, que nos subordinen a los intereses imperiales; como sucedió, para no ir tan lejos, en los años noventa con el Consenso de Washington
No fue por casualidad que el expresidente mejicano, Porfirio Díaz, dijo, conocedor del tema: Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.

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La lamentable dirigencia kirchnerista

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«Se movilizan buscando impunidad frente a la corrupción, como alguna vez ellos se la dieron a Carlos Menem haciéndolo senador e impidiendo su desafuero», expresaron desde la dirección de Libres del Sur. Crédito: Facundo Esmereles para Nota al Pie.

Los dirigentes del kirchnerismo han resuelto convocar a movilizarse a plazas y parques, defendiendo a Cristina Kirchner de las acusaciones de corrupción que le hace la justicia. 

Digamos al respecto, que pocas dudas caben que los jueces y fiscales de derecha suelen recurrir al lawfare para con sus adversarios, acá y en muchos otros países; esta no es la excepción. 

Como que, además, gran parte de la Justicia argentina mira para el otro lado cuando la corrupción viene de los Macri y compañía; abundan los ejemplos de la impunidad que les dan, desde hace añares.

Pero es justo y necesario expresar también que tuvimos llamativos niveles de corrupción durante los gobiernos de la ex presidenta; que la involucran a ella por supuesto. 

Por lo que no es difícil de ver, que la manera en que se rasgan las vestiduras ahora frente a las acusaciones judiciales, tienen como objetivo victimizarse frente a hechos tan visibles y contundentes, que no se pueden ocultar así como así.

Sin embargo, no queda allí el relato y el doble discurso de esta dirigencia K, que argumenta “defender a Cristina es defender al pueblo, a sus derechos y conquistas”. 

Resulta que es la misma que aceptó calladamente y sin movilizarse como ahora, que se le pagarán 7.500 millones de dólares al FMI, desde que asumió el gobierno del Frente de Todos hasta marzo de este año. Lo que significaba, muy claramente, que avalaban con esos pagos la estafa de la deuda que había dejado Macri.

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La dirección de Libres del Sur reflexionó al respecto de la dirigencia kirchnerista: «Es la que nunca movilizó a su gente en serio para que el gobierno frene la inflación, poniéndole límites a las grandes empresas formadoras de precios». Crédito: Facundo Esmereles para Nota al Pie.

Es la misma dirigencia que solo criticó el acuerdo con el Fondo de palabra, sabiendo lo que iba a representar para el país y millones de argentinos y argentinas en el presente y el futuro. ¿O alguien los vio llamar a sus simpatizantes a la puerta del Congreso cuando se estaba aprobando, como hacen hoy en la casa de Cristina? No decían en ese momento, que recordemos, “si acuerdan con el FMI qué quilombo se va a armar”.

Es la que, encabezada por CFK, promovió la llegada de Sergio Massa al Ministerio de Economía para aplicar un ajuste antipopular a lo Cavallo. La misma que hizo mutis por el foro con la designación de Gabriel Rubinstein, un neoliberal promotor de la dolarización y del recorte del gasto público a ultranza.

Es la que nunca movilizó a su gente en serio para que el gobierno frene la inflación, poniéndole límites a las grandes empresas formadoras de precios. Es la que ahora mete violín en bolsa respecto de tarifazo que se viene, después de haber hecho alharaca que nunca lo aprobaría.

Se movilizan buscando impunidad frente a la corrupción, como alguna vez ellos se la dieron a Carlos Menem haciéndolo senador e impidiendo su desafuero. Callan frente a políticas económicas de su gobierno y del ministro que pusieron, que solo incrementarán los sufrimientos de las mayorías populares en los tiempos por venir. 

 Dicen ser progresistas, nacionales y populares. Qué lejos están de eso.

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Trelew: Ahí estuvo, está y estará por siempre la Patria

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Humberto Tumini
“Nunca entendieron demasiado la historia de los pueblos que se rebelan contra la injusticia a que los someten quienes oprimen”. Crédito: Libres del Sur.

Los milicos los mataron a mansalva para escarmentar a los que osaban desafiar el orden establecido por ellos. Nunca entendieron demasiado la historia de los pueblos que se rebelan contra la injusticia a que los someten quienes oprimen. Hicieron lo mismo que cuando los bárbaros españoles descuartizaron a Túpac Amaru, pensando que así conservarían sus colonias en estas tierras.

Pero esos muchachos y muchachas que se habían fugado de la cárcel de Rawson, eran el emergente de todo un pueblo que se levantaba contra la dictadura en puebladas y con las armas. El 25 de mayo de 1973 hocicaron aquellos uniformados y se tuvieron que ir por la puerta de atrás.

Entonces los dueños de todas las cosas y su guardia pretoriana, las FFAA, comenzaron a preparar un regreso mas salvaje todavía. Tenían sus perversas razones, claro: para cuidar sus privilegios, sus propiedades y su poder, había que terminar con aquella insolente juventud que los desafiaba.

Hombres y mujeres que eran corajudos, rebeldes y decididos como el Che. A los que no se podía comprar, porque no militaban por mezquinos intereses personales o materiales, sino por su país y su gente; hasta estaban dispuestos a dar su libertad o su vida por sus ideales. Gente que no peleaba por un cargo o para hacer carrera política al servicio de los empresarios; sino que estaba convencida que para dar vuelta la tortilla había que conquistar el poder, echando de allí a los ricos que lamían la bota yanqui.

De allí lo sanguinarios que fueron luego los Videla y compañía. Había que extirpar ese mal ejemplo para las generaciones venideras.

Algo lograron. Con mirar adónde han llevado los gobiernos a la nación en estos años, se descubre eso. Basta contemplar a casi toda la lamentable dirigencia política actual para percibirlo. Como recitaba el gran Atahualpa Yupanqui: “Viento de injustas arenas fueron mi huella tapando, lo que antes fue clara senda se enllenó de espina y barro”.

Pero nunca olvidemos que don Ata también nos dijo: “Parece que no hubo nada si se mira sin mirarlo, todo es malezal confuso, pero mi huella está abajo. Desparejo es el camino, hoy ando senderos ásperos, piso la espina que hiere, pero mi huella está abajo”.

Dieciséis rosas rojas nacidas de madrugada florecerán cada agosto en la patria liberada, dice el poema. La patria no es libre, ya sabemos. Peor aun, sigue siendo agredida y arrastrada por el fango como en aquel lejano 1972. Pero, sin embargo y pese a ello, las rosas florecieron todos y cada uno de los 50 años que pasaron desde entonces. Así seguirá sucediendo hasta que los sueños de aquellos héroes se cumplan.

Porque la huella está abajo, siempre habrá argentinos y argentinas dispuestos a defender a su pueblo y a la nación de las minorías entreguistas y sus sirvientes. Hasta poder echar a esa lacra.

HUMBERTO TUMINI

Presidente de Libres del Sur

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El porqué de Jesús Presidente 

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Caricatura Jesus Creditos Horacio Tiseira
Caricatura Jesus – Creditos Horacio Tiseira

  • Escrito por Humberto Tumini, Presidente de Libres del Sur

Este martes 9 de agosto Libres del Sur presentó a Jesús Escobar, joven pero experimentado dirigente neuquino de nuestro Partido, como el candidato que llevaremos en las presidenciales del año que viene. ¿Cuáles son las razones que nos condujeron a tomar esta decisión?

En primer lugar, el rotundo fracaso del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner

Después de la lamentable administración de Cambiemos, le tocó el turno al Frente de Todos. Acorde a sus discursos al llegar a la Rosada y a lo que necesitaba con urgencia la nación, venían a cambiar el rumbo neoliberal de Macri y a sacarnos de la crisis en que estábamos desde el año 2012.

A esta altura no son necesarias muchas explicaciones para mostrar que, en lugar de marchar en la dirección prometida, nos hundieron mas en el pozo; en particular a las mayorías populares: los laburantes, las clases medias, los humildes.

Cierto es que Macri dejó una economía bien dañada, como cada vez que gobierna la derecha por estos pagos, y que luego vino la pandemia. Pero el problema de fondo no son esas situaciones para explicar el desastre que hoy afrontamos. Lo que nos ha llevado en lo fundamental a la actual realidad es la debilidad manifiesta de estos gobernantes frente a los que concentran el poder. 

Si decimos que vamos a salir del modelo neoliberal en dirección a un país distinto y mejor, hay que afectar la concentración de los ingresos en pocas manos, el manejo monopólico y la extranjerización de la economía, la especulación financiera y la pérdida de la soberanía a través del fraudulento endeudamiento externo. Porque esa es la esencia de aquel modelo de ricos y poderosos, que ha llevado para atrás esta nación desde los años setenta a la fecha.

Producir ese cambio de rumbo significaba enfrentar a quienes se benefician con el actual modelo de país y resisten. Nuestra historia, de la independencia para acá, es muy explícita y transparente al respecto. Pero eso es exactamente lo que no hicieron desde este gobierno.

Empezaron yendo para atrás con Vicentín y de ahí no pararon de hacer concesiones al establishment. Recularon frente a las grandes empresas formadoras de precios, aceptaron la sobrefacturación de importaciones y subfacturación de exportaciones que se llevan los escasos dólares de las reservas. Se resignan al chantaje de los sojeros, que ganan fortunas, aceptándoles condiciones.

Les aseguran las ganancias a los bancos con tasas de interés por las nubes que frenan la economía. Y, lo peor de todo, avalaron la estafa de Macri en el acuerdo que hicieron con el FMI, que hipoteca el presente y el futuro de los argentinos.

¿A dónde están las diferencias que dijeron tener con el gobierno de Cambiemos?

No son muy diferentes y, peor aún, hasta se parecen en echarle la culpa a los pobres de lo que sucede. Les hacen auditorías para ver si trabajan a cambio de los miserables planes que tienen, mientras les aceptan a los ricos y a los grandes empresarios las trampas y evasiones impositivas por miles de millones. 

Demonizan a las organizaciones sociales diciendo que con sus protestas “extorsionan” a la sociedad, dándole letra a la derecha que pide represión y, donde puede, busca meter presos a los dirigentes de aquellas.

Lo que necesitábamos luego de la catástrofe macrista era un gobierno popular, que llevara adelante un nuevo proyecto nacional, soberano, en función de los intereses de las mayorías, no de las minorías pudientes y los dueños del poder. Eso es exactamente lo que no ha sido el de Alberto Fernández; mucho menos el pro yanqui que dibuja Sergio Massa ahora, que le está asfaltando el camino al regreso de los reaccionarios.

En segundo lugar, la candidatura de Jesús es porque la salida de la crisis no es por derecha. Ya conocemos largamente lo que sucedió en la Argentina con los milicos, con Menem, De la Rúa y finalmente con Macri. El camino es por izquierda, popular, progresista, o no es.

Sobre los restos del mentiroso relato de Cristina Kirchner y los de la Cámpora, hay que redoblar el paso en dirección a una representación política genuina del campo popular. Pertrechada del necesario coraje y voluntad de salirse de una vez por todas del modelo neoliberal que instauró la dictadura, y no se cambió en lo sustancial hasta estos días; que es la causa principal de nuestra decadencia.

Si predomina la derecha ante el fiasco de este gobierno, van a utilizar los recursos naturales que tenemos en su beneficio y no para desarrollar la Argentina. Como ya lo hicieron los oligarcas en el siglo 19, como el menemismo con las empresas del Estado en los ’90, como viene sucediendo desde hace 10 años con el petróleo, el gas, la minería, la pesca y el campo.

Hay que impedirlo. Tenemos condiciones para ello y para poder, apoyándonos en nuestras riquezas, construir en los próximos años un país nuevo: desarrollado, igualitario y justo; para todos y todas las compatriotas, no solo para los ricos como sucede ahora.

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Dice Batakis: “No hay plata”

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Creditos Horacio Tiseira Belu Guillan
“Recortar o no tomar gastos en medidas que benefician a los 18 millones de pobres que tiene el país no parece lo mejor, ni propio de un gobierno que se dice progresista”, expresó Tumini respecto a la gestión del gobierno actual. Crédito: Horacio Tiseira.

  Frente a los reiterados y extendidos reclamos sociales de que se apruebe un salario universal que atenúe, en parte, aunque sea, la extendida pobreza e indigencia que hoy sufren millones de compatriotas, la nueva ministra de economía, Silvina Batakis, respondió rápidamente: “no hay plata”.

 Analicemos primero si son adecuados los reclamos que se hacen y, luego, si es cierto lo que dice la nueva funcionaria.

 Empecemos por el salario universal. Al respecto voy a reiterar lo que ya he dicho no hace mucho: 

  Es bueno poner en claro que en nuestro país se arrastra una crisis de crecimiento desde hace por lo menos 10 años; con Cristina, Macri y Alberto. Que se ha profundizado severamente desde el 2018 hasta la fecha, más allá del rebote del 2021 luego del derrumbe del año anterior. 

  La consecuencia de ello es la visible expansión de la pobreza y la indigencia. Como así también una durísima situación laboral. Tenemos en blanco solo la mitad de las personas en condiciones de trabajar: 6 millones en el sector privado, 4 millones en el público y 2 millones en forma independiente; de los cuales al menos el 30% tienen salarios por debajo del nivel de pobreza que determina el Indec.

 A ello debemos sumarle que en el restante 50% están los que trabajan en negro y en la informalidad, en su enorme mayoría con ingresos bien debajo de los que tienen empleo registrado. Como así también los dos millones de desocupados.

  Es en esa realidad laboral concreta que tenemos, que en lo fundamental ha sido gestada por los gobiernos neoliberales, donde radica la enorme pobreza que nos agobia. ¿Adónde va a ir a trabajar entonces, en esta situación, en mejores condiciones, la gente que tiene planes sociales, como plantean los sátrapas de la derecha que piden dejar de otorgarlos?

  Qué duda cabe que de la pobreza y la marginación actual se sale con trabajo. ¿Qué organización social desconoce eso? ¿O acaso no hay un reiterado planteo de sus dirigentes, de que se debe generar empleo para terminar con los planes sociales? Ahora bien, a dónde están hoy las condiciones para hacer ese tránsito ya o en el corto plazo. Solo con manifiesta mala fe e intencionalidad encubierta de echarle la culpa a los pobres de lo que pasa en la economía del país, se puede decir eso.

  En realidad, los planes sociales, como los Potenciar Trabajo o los salarios universales que se reclaman, no solo son una necesidad sino, además, una política anticíclica indispensable para no agudizar los tremendos problemas de pobreza por los que atravesamos. Por eso hay que mantenerlos, incrementarlos en su cantidad y en los montos que se pagan por ellos (miserables 22.000 pesos) para que cumplan su importantísimo rol económico y social. 

    Esto que sostengo arriba refiere al presente, pero si hablamos de futuro, digamos más claramente aún que la solución al agudo problema laboral de nuestra nación, la principal fuente generadora de la pobreza que nos afecta, no va a venir en lo esencial de la mano del mercado como argumentan los liberales. Solo puede provenir de la acción del Estado, o no tendrá arreglo.

  Por lo pronto, hay una porción de compatriotas, que son varios millones, a los que la prolongada crisis de desocupación y pobreza ha arrojado a una situación educativa y cultural que hace muy difícil su inserción en el mercado del trabajo; aun cuando este se vaya recomponiendo. A esas personas el Estado debe brindarles formación y un piso de ingresos para que no profundicen su realidad de deterioro y marginación. No solo es una obligación moral obrar así, habida cuenta que no son ellos los responsables de estar en el fondo del pozo, sino que es culpa de los gobiernos de turno de décadas a esta parte. Es, además, una necesidad de la sociedad mitigar las consecuencias de distinto tipo que se generan para todos, al tener a una parte de sus integrantes en semejantes condiciones.

  A ello cabe agregar que el avance de la tecnología significa menos empleos. Particularmente en las actividades económicas importantes y necesarias para insertarse en el mercado mundial, expandir nuestras exportaciones y sustituir competitivamente importaciones. Esto sucede y sucederá aún cuando se genere trabajo en algunos quehaceres alrededor de las mismas. 

  Pero eso de que la tecnología afecta empleos sucede, además, también, en otros rubros que tienen que ver con el mercado interno como las finanzas, el comercio, los servicios, etc.

  Por tanto, el camino hacia adelante para resolver los problemas laborales que nos afectan, que también impactan sobre el sistema previsional como es sabido, debe orientarse sí o sí a desarrollar los segmentos económicos que más trabajo generan: las pequeñas y medianas empresas y la economía popular. No solo hay que tener estrategias para ello, sino que es determinante para que podamos tener éxito el rol que juegue el Estado en su apoyo; seguramente por muchos años. Eso muestran las naciones que han avanzado por este camino como Italia o Israel.

  Ahí, en ese universo de pymes y empresas de economía popular, con el Estado de columna vertebral, reside el corazón de las posibilidades de construir en definitiva otro país. Manifiestamente distinto a éste a que nos condujeron la derecha neoliberal y también el pseudo progresismo timorato los últimos cuarenta y pico de años. En el camino hay que tener todas las estrategias de contención social necesarias.

Libres del Sur 06
Creditos: Libres del Sur

  Vayamos ahora a lo que dijo Batakis, respecto de que no hay plata en el Estado para esas políticas sociales. Suponemos que lo dice por el elevado déficit fiscal y las exigencias del FMI de que lo bajen. Sin embargo, recortar o no tomar gastos en medidas que benefician a los 18 millones de pobres que tiene el país no parece lo mejor, ni propio de un gobierno que se dice progresista. Lo adecuado en este caso, sería achicar el déficit aumentando ingresos desde los sectores pudientes y los más poderosos económicamente, como hacen en los países desarrollados.

  Pero está a la vista que no es este gobierno del Frente de Todos, de Alberto y Cristina, los que van a ir para ese lado. De Vicentín para acá, es claro que confrontar con el establishment no es lo suyo. Si hay algo que lo pone negro sobre blanco es el acuerdo que hicieron con el FMI, aceptando cómo valida la estafa de Macri por 45.000 millones de dólares que, ahora, pagaremos todos y todas.

  Para demonizar a las organizaciones sociales que defienden a los más humildes se anota no únicamente la derecha opositora, sino que, además, hacen cola los funcionarios oficialistas: Cristina, Zabaleta, Kicillof, Berni, gobernadores e intendentes varios. 

  Pero, cuando los grandes grupos económicos nacionales y extranjeros sobrefacturan importaciones y subfacturan exportaciones por miles de millones de dólares, cuando evaden impuestos por otro tanto y se fugan la plata al exterior bajo cuerda, cuando disparan la inflación, sobre todo en alimentos, con su manejo monopólico de los precios, cuando retienen la soja en los silos para forzar una devaluación que hará más pobres a la mayoría de los argentinos, ahí no hay grieta, gobierno y derecha opositora miran para otro lado

  En definitiva, según ambos y más allá del relato, la crisis la deben pagar los pobres, los trabajadores y la clase media, no los ricos que la generaron.

HUMBERTO TUMINI

Presidente de Libres del Sur   

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