
La política exterior del gobierno de Javier Milei marcó un quiebre ideológico sin precedentes en la historia reciente de Argentina. Desde su asunción, promovió un alineamiento casi incondicional con Estados Unidos y la derecha global, manifestó una profunda admiración por figuras como Donald Trump y adoptó una retórica abiertamente hostil hacia el comunismo y, por extensión, hacia la República Popular China.
Sin embargo, esta postura ideológica chocó con la ineludible realpolitik de la economía argentina. La política exterior del gobierno de Milei se define por una paradoja de doble tensión: una subordinación ideológica y política al sector de Donald Trump y la derecha estadounidense, que coexiste con un pragmatismo económico forzoso que le impide romper con China, el principal socio comercial y una fuente central de financiamiento para el país.
La subordinación ideológica: el «efecto Trump» en la política exterior argentina
El vínculo entre Javier Milei y Donald Trump trasciende la mera afinidad política; se convirtió en un eje central de la estrategia diplomática argentina. El presidente argentino se jugó activamente por el apoyo y el padrinazgo del sector republicano, con la esperanza de obtener respaldo político y financiero para su gestión.
Hay que reconocer que, alejado de las tradiciones, se había inclinado por Trump ya en la campaña que hace poco más de un año le ganó la elección presidencial a la entonces vice y candidata demócrata Kamala Harris.
La sintonía ideológica se tradujo en demandas concretas por parte de la administración Trump. La administración norteamericana habría solicitado al gobierno argentino tres condiciones principales para un apoyo más firme, incluyendo la concreción de un préstamo de USD 20.000 millones y un swap del Tesoro: la salida de Guillermo Francos del Gabinete, un acuerdo de gobernabilidad con Mauricio Macri y la «oposición dialoguista», y, sobre todo, la ruptura con China.

Esta presión evidencia la naturaleza de subordinación estratégica y colonial del alineamiento, donde el apoyo financiero y político de Washington se condiciona a la adopción de una agenda geopolítica específica, centrada en la contención de China.
En estos días, la infomación de que el presidente argentino no viajará a Estados Unidos para el sorteo del Mundial de Fútbol 2026, como estaba programado, y la puesta en duda de la visita de figuras clave como Scott Bessent, se atribuyen directamente a la «molestia” de Donald Trump con Javier Milei por la relación del gobierno libertario con China.
Implicancias políticas y financieras
El alineamiento tuvo consecuencias directas en la política interna y en las expectativas financieras. La caída de un préstamo de USD 20.000 millones estructurado por JP Morgan y la demora en concretar el swap del Tesoro con el Banco Central sugieren que el apoyo prometido por Washington no es incondicional.
Además, la presión de Estados Unidos para que Argentina habilite una base militar en Ushuaia es otro paso que entró en la nebulosa, evidenciando que el costo del alineamiento ideológico es la cesión de autonomía en temas de soberanía y defensa.
El mensaje desde el círculo de Trump es claro: la afinidad ideológica debe traducirse en acciones concretas que sirvan a los intereses geopolíticos de Estados Unidos, incluso si esto implica un costo político interno para Milei.
El muro de la realidad económica: China como socio ineludible
A pesar de la retórica anti-China y la presión de Washington, la realidad económica ha demostrado ser un muro infranqueable para el gobierno de Milei. La dependencia comercial y financiera de Argentina con respecto a China es estructural y no puede ser desmantelada sin provocar una crisis económica mayor.
A. La inercia del comercio y la inversión
China se mantiene como un socio comercial fundamental para Argentina. Lejos de romperse, la relación comercial siguió su curso e incluso creció en algunos aspectos. En los primeros nueve meses de 2025, las importaciones argentinas desde China superaron los USD 13.091 millones, lo que representa un salto del 66% respecto al mismo período del año anterior.
Esta cifra demuestra que, en la práctica, la hegemonía de China en la economía argentina se consolida, a pesar del alineamiento ideológico con Trump.
El expresidente Mauricio Macri, enfatizó en estos días durante una entrevista la importancia de no descuidar el vínculo con China. Macri señaló que China es «más complementaria que Estados Unidos para Argentina» porque «necesita nuestra materia prima, nuestros alimentos». Esta complementariedad, dijo Macri, se traduce en “el motor de las exportaciones argentinas de carne, arándanos y cerezas, lo que obliga a Argentina a atender ese mercado”.
Macri no es precisamente un gran nacionalista, pero el contraste con Milei, aunque parezca sutil, pone de relieve la gravedad para los intereses argentinos de la política exterior argentina, ahora encabezada por Pablo Quirno, otro ex JP Morgan.
B. La Dependencia Financiera Crítica
El factor más determinante para el pragmatismo de Milei es la dependencia financiera. El swap cambiario con el Banco Popular de China es una herramienta crítica para las reservas del Banco Central argentino. Sin la posibilidad de activar o renovar este swap, la estabilidad financiera del país se vería seriamente comprometida.
El pragmatismo se impone sobre la ideología, tal como lo ejemplificó Macri al recordar su propia gestión: “Yo lo logré, a pesar de la presión de Obama y de Trump, que fue tremenda. Obama, con sus buenas maneras; y Donald, a lo Donald. Decir ‘no, somos mejores amigos, pero yo a mi relación con China la mantengo’”.
Esta experiencia previa subraya que la necesidad de mantener abiertas distintas vías de relaciones internacionales es una constante en la política exterior argentina, independientemente del signo ideológico del gobierno.
La tensión y el equilibrio precario en la relación con China y Estados Unidos
El gobierno de Milei está atrapado en una contradicción insostenible entre su discurso y su acción.
| Eje de la Política Exterior | Postura Ideológica (Alineamiento Trump) | Postura Pragmática (Relación China) |
| Discurso | Ruptura con el «comunismo», alineamiento total con Occidente. | Silencio o justificación técnica de los vínculos comerciales. |
| Comercio | Reducir la dependencia de China. | Importaciones y exportaciones con China crecen significativamente. |
| Finanzas | Obtener swap y préstamos del Tesoro de EE. UU. | Mantener activo el swap cambiario con el Banco Popular de China. |
| Riesgo | Molestia de Trump por el incumplimiento de la ruptura con China. | Posible afectación de la voluntad política de China para renovar el swap. |
La molestia del sector Trump con Milei por no romper con China coincide, además, con la creciente inquietud del FMI por el incumplimiento de las metas acordadas, lo que añade una capa de presión al Tesoro de EE. UU., que es quien debe presionar al organismo para que flexibilice el programa argentino.
Este escenario expone la fragilidad del apoyo financiero internacional y la necesidad de mantener todas las fuentes de financiamiento abiertas.
La política exterior de Milei se convirtió en un doble lenguaje: un discurso ideológico para el consumo interno y la derecha global, y una política silenciosa y pragmática en las negociaciones comerciales y financieras.
Es un claro ejemplo de cómo la necesidad económica dicta los límites de la ideología. El peso de la balanza comercial, la necesidad de divisas y la dependencia del swap chino demostraron ser más fuertes que la afinidad ideológica con Donald Trump.
El gobierno se enfrenta a una encrucijada y nada parece indicar, a casi 2 años de mandato de La Libertad Avanza, que aparezcan la capacidad necesaria y los actores adecuados para entender el momento real del mundo y moverse en consecuencia.
En última instancia, la soberanía económica argentina, marcada por la necesidad de exportar y financiarse, impone en los hechos un límite al fanatismo ideológico del Presidente. La lección de la era Milei es que, en la diplomacia, la realidad del mercado se impone a la retórica de la batalla cultural.

