El ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Hakan Fidan, confirmó que su país está interesado en solicitar la membresía al bloque BRICS. El posicionamiento de Ankara se encuadra en un largo proceso para integrar la Unión Europea (UE), proyecto al que Bruselas se ha resistido de forma sistemática. Nota al Pie analiza el planteo turco a la luz de la crisis sistémica, su particular doctrina de política exterior, y el ciclo de expansión que experimenta la asociación económica conducida por China.
Giro a Eurasia
El anuncio realizado por Fidan en una de las actividades del lunes, en el Centro para China y la Globalización, deja de manifiesto el interés nacional por profundizar la asociación económica con Oriente Medio y el Asia-Pacífico. Además, agregó que le gustaría formar parte del encuentro del grupo que se desarrollará entre el 6 y el 11 de junio en la ciudad rusa de Nizhny Novgorod. El bloque BRICS, que desde el 1 de enero del corriente año se amplió con cinco nuevos miembros, expresa el 28% del PBI mundial, superando al Grupo de los 7 (G7), el 22% del comercio internacional, el 45% de la población total y el 42% de la producción petrolera.
Con los nuevos ingresos, su potencial demográfico y energético se ha fortalecido aún más. El planteo del canciller turco fue recibido con beneplácito por el secretario de Prensa del Kremlin, Dmitri Peskov. Rusia “da la bienvenida” al interés de Ankara para integrar el bloque, una manifestación que resta ser presentada de forma oficial y será evaluada en la próxima cumbre del espacio a desarrollarse en la localidad rusa de Kazán.
Autonomía estratégica turca
A diferencia de otras expresiones de interés por sumarse al BRICS, la solicitud de Turquía engendra una polémica. Miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ha sido criticada por sus aliados occidentales en los últimos años por los lazos que ha tejido en los últimos años el gobierno de Recep Tayyip Erdoğan. Las principales potencias del bloque anglosajón desconfían de Ankara pero aún así no desconocen su relevancia en la escena mundial. En cada ocasión que su pertenencia a la alianza militar ha sido cuestionada, el gobierno turco ha ratificado su compromiso.
Sin embargo, realidades como la de Turquía son un síntoma de la nueva era geopolítica. No hay cortina de hierro ni bipolaridad alguna que le impida a Ankara ser miembro del brazo militar del Unipolarismo Financiero de Davos y en paralelo integrarse al BRICS o coordinar política exterior con Moscú, Teherán o Pekín. De hecho, ha sido la gestión de Erdogan la que ha intermediado en diversos conflictos entre Vladimir Putin y otros líderes políticos, como fue el caso del controversial Acuerdo de Granos en el Mar Negro. La misma iniciativa se reconoció en el encuentro de mayo de 2023 para abordar la crisis en Siria.
De todos modos, el sorpresivo posicionamiento de Fidan representa la aceleración de un rumbo geopolítico. Aunque formalmente no haya desistido de su objetivo de ingresar de pleno derecho a la Unión Europea, el sistemático rechazo que ha sostenido Bruselas desde 1999 a la fecha se presenta como un argumento central. El declive del unilateralismo, dominante desde la imposición del Consenso de Washington, también expresa estos movimientos en apariencia contradictorios. La transición hacia un nuevo orden mundial multipolar se desarrolla sin prisa pero sin pausa, y en ese marco la multilateralidad se afianza.
Pesos pesados tocan la puerta del BRICS
No obstante el peso específico de Turquía para robustecer el ciclo expansivo del bloque, en las últimas semanas se han oficializado diversas solicitudes de membresía al BRICS. De hecho, muchas provienen de países denominados “emergentes” -por la dinámica de sus economías- y de ingresos medios -por la media salarial-, por ejemplo Singapur, Tailandia, Colombia y Nigeria. A su vez, otros han negado un expreso interés aunque a medida que corre el tiempo se asocian con mayor claridad al esquema multipolar, como es el caso de México. Único es el caso de Argentina, el único de los seis nuevos miembros que renunció a su candidatura.
En la XV Cumbre de Jefes de Estado del BRICS desarrollada en Johannesburgo en agosto de 2015, después de muchos años el bloque consensuó dar un salto cuantitativo y cualitativo: su expansión. En aquel entonces no sólo acordó aceptar la solicitud de Irán, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía y Argentina, sino que afirmó que habría de profundizar el ciclo de acaparamiento. En público, el socio más interesado en acelerar ese proceso de cara a la cumbre en Kazán es el propio anfitrión, Rusia, que celebra cada expresión de interés de un eventual nuevo miembro y promueve la ampliación del bloque en diversos continentes.