Cada vez más niñas y preadolescentes hacen uso de productos de cuidado facial y maquillajes que no son aptos para la edad: las niñas antes jugaban a maquillarse, ahora se maquillan. En sintonía, es cada vez más habitual que las nenas festejen sus cumpleaños con días de spa, maquillaje, y cuidados faciales.
María Laura Lezaeta es psicóloga infantil. En diálogo con Nota al Pie, contó que “hoy se está hablando sobre esta condición porque las escuelas y los docentes están obviamente visibilizando esta problemática”.
Lezaeta explica que “cuando hablamos de obsesión es que chicos y chicas pasan la mayor parte del tiempo ocupándose de su cuerpo, de su belleza”.
Para la psicóloga, siempre existió el hecho de jugar a ser grandes o replicar ciertos patrones de los adultos. Sin embargo, esto puede volverse un problema “cuando esto se vuelve algo recurrente o vemos que la atención de esa niña está puesta en cómo se ve físicamente, generalmente están más retraídas cuando reciben algún comentario sobre su cuerpo, tienen angustia y malestar que les impide disfrutar de sus actividades, ahí tenemos que estar alertas”.
La belleza como centro de las infancias
En el último tiempo se volvió una moda que las niñas hagan rutinas de cuidado facial con productos como retinol o ácido hialurónico. Esto, en parte, podría ser el resultado de que reciben decenas de impactos publicitarios de estos productos que, en realidad, están pensados para las personas adultas.
Este fenómeno es conocido como Sephora Kids. Se trata de menores influencers que comparten sus rutinas de cuidado facial a través de redes sociales, generando una gran influencia en el público de su edad.
La pregunta es qué hay detrás de esta preocupación excesiva por lo estético. Esther Pineda, autora del libro Bellas para morir, explica que la violencia estética “se vive en cualquier espacio en los que ellas participan: en la familia, la relación de pareja, el colegio, la universidad, el trabajo, el espacio público”. De ese modo, explicó que afecta la cotidianidad de las mujeres porque “se sienten inconformes e inseguras con su imagen o cuerpo desde muy temprana edad”.
En paralelo, un estudio desarrollado por UNIR en colaboración con la Fundación Mapfre, establece que el 35% de les menores reciben publicidad de cosmética y belleza y hasta el 14% de procedimientos de estética. A su vez, existe un amplio porcentaje de otros ámbitos relacionados con la imagen, como la moda, la alimentación y la actividad física.
El problema de las redes sociales
Consultada por la relación entre este problema y las redes sociales, Lezaeta afirmó que “influyen y mucho”. “Las redes sociales buscan construir un contexto donde la apariencia física toma el papel protagónico; también incentivan a utilizar filtros, efectos para que la imagen se vea mejor, es decir, las redes sociales buscan promover cierta estética”, explicó.
Para la psicóloga, “la mayoría de las personas entran a las redes sociales para ver imágenes, para ver contenidos que les llamen la atención, o modelos a seguir”. A su vez, sostuvo: “Los chicos se ven muy influenciados por estas plataformas digitales, por la opinión de los demás, se angustian también si no reciben cierta cantidad de likes, por los comentarios que circulan, se está viendo cada vez más que les afecta su salud mental”.
Según la psicóloga, esto puede generar “ansiedad, malestar y angustia”. Sin embargo, asegura que “no podemos eliminar la tecnología, ni mucho menos prohibirla, lo que tenemos que hacer como adultos es brindarles herramientas a los adolescentes”.
En ese sentido, Lezaeta hizo referencia a “explicarles que lo que ellos ven es un recorte de la realidad, que esa persona muestra quizás una parte linda de su vida, pero también vivencia seguramente situaciones dolorosas”. Por último, aseguró: “Cuando subimos un contenido lo hacemos buscando cierta aprobación, porque somos seres sociales y buscamos la aceptación del otro, que muchas veces nos define”.
El rol de los adultos
La psicóloga, a su vez, habló de la importancia del rol de los adultos y de que estos se involucren. “A mí me gusta siempre concientizar a la sociedad sobre el rol nuestro como adultos a la hora de acompañar y construir la autoestima”, sostuvo Lazaeta y afirmó: “Los chicos van iniciando este camino de construcción de su propia autoestima y ahí es importante que como adultos estemos atentos a qué es lo que les ofrecemos”.
En ese sentido, remarcó que “más allá de esta condición, que es una obsesión por el cuidado de la apariencia y de la estética, me parece que es importante que ubiquemos esta condición dentro de un contexto”. En ese sentido hizo referencia a que vivimos en una sociedad de consumo, donde las niñas y adolescentes están bombardeadas con publicidades que prometen, a través de productos, un cuerpo o una belleza utópica.
Para María Laura, “si nosotros como adultos estamos constantemente hablando sobre el cuerpo de los demás, o resaltando nuestra mirada en la apariencia física, los chicos van a tomar eso como modelo de aprendizaje”. En la misma línea, sostuvo que “los chicos de la nada no consumen este tipo de contenido, hay un contexto facilitador que promueve este tipo de prácticas”.
Consultada acerca de qué pueden hacer los padres si notan que sus hijes tienen este tipo de problemas, la psicóloga recomienda, en primera instancia, hablar. “No dar por sentado que ellos van a venir a nosotros a contarnos sus problemas, sino preguntarles, habilitar un espacio de diálogo”, expresó.
En un segundo momento, recomendó formar redes entre adultos, “una red con otros familiares, con otras familias, para consultar si sus hijos o hijas están pasando por alguna situación similar, hablar con la escuela”, agregó. Y en muchos casos nunca está de más hacer una consulta con un o una profesional; Lazaeta explicó que “desde el área de la psicología se brinda lo que llamamos orientación a padres”.