Silvina Luna permanece internada desde principios de junio. En un país donde el 70% de las mujeres no está conforme con su cuerpo y las personas se operan para parecerse a los filtros de las redes sociales, la modelo enfrenta complicaciones de salud debido a una mala praxis en una cirugía estética.
A raíz de la continua repercusión de este caso, Nota al Pie mantuvo una charla con Esther Pineda, doctora en Ciencias Sociales, escritora y autora del libro “Bellas para morir. Estereotipos de género y violencia estética contra la mujer”.
En diálogo con este medio, sostuvo que “sigue ocurriendo que personas que no son cirujanos plásticos realizan este tipo de procedimientos”. En relación a las exigencias para con las mujeres, explicó que “nunca ninguna mujer es suficiente, no importa cómo luzca o cuánto se esfuerce por responder al ideal”.
Además, se refirió a la violencia estética y expresó que “se sostiene sobre la base de cuatro premisas: el sexismo, el racismo, la gordofobia y la gerontofobia”. Dicho “mandato machista” exige feminidad, blanquitud, delgadez y juventud.
En relación a las luchas de las mujeres, Pineda manifestó que los imaginarios de belleza “han sido uno de los ámbitos más desatendidos por el feminismo. Comencé a trabajar esta problemática hace más de una década porque tenía muchas inquietudes y no encontraba respuesta en el feminismo”.
El costo de encajar
Silvina Luna tiene problemas de salud desde hace más de 10 años, cuando se sometió a una intervención quirúrgica, fue víctima de mala praxis y terminó con un cuadro crónico de hipercalcemia e insuficiencia renal.
En la actualidad, permanece internada en la sala de terapia intensiva del Hospital Italiano, sin asistencia mecánica. El hecho que desencadenó su situación actual sucedió a mediados de 2010, cuando Luna se sometió a una cirugía de aumento de glúteos en la clínica de Aníbal Lotocki.
Tres años después, comenzó a sentirse más cansada que lo habitual y, tras realizarse estudios, descubrió que presentaba una intoxicación con metacrilato, lo que le provocó su cuadro actual.
Para Pineda, la mujer que no responde al canon de belleza es criticada pero quien sí responde también es juzgada. “También están en constante evaluación y vigilancia, si engordan, si envejecen, si hay algún cambio en su imagen y su corporalidad”, manifestó.
A su vez, declaró que “muchas de ellas se realizan procedimientos estéticos para seguir gozando de aceptación y validación social”. Sin embargo, también son cuestionadas cuando estos procedimientos no salen bien. “Son responsabilizadas por las consecuencias y padecimientos producidos por dichos procedimientos”, cuestionó.
En abril de este año, Silvina recibió fuertes comentarios acerca de su aspecto. La modelo aprovechó la ocasión para concientizar sobre cómo afectan los comentarios sobre los cuerpos ajenos. Allí afirmó: “no se opina del cuerpo de otro ni de la cara de otro ni de la ropa del otro”.
El peso de los mandatos de belleza
La escritora de “Bellas para morir”, explicó que la violencia estética es una de las formas más cotidianas contra las mujeres. “Es ejercida no sólo por parte de hombres sino también por mujeres, y se vive en cualquier espacio en los que ellas participan: en la familia, la relación de pareja, el colegio, la universidad, el trabajo, el espacio público”, detalló.
En esa línea, explicó que afecta la cotidianidad de las mujeres porque “se sienten inconformes e inseguras con su imagen o cuerpo”. Esto las condiciona al momento de elegir cómo vestirse, como salir a la calle, incluso recurrir a productos y tratamientos.
“Se privan de comer por miedo a engordar, gastan gran parte de su salario en maquillaje, productos de skincare y procedimientos estéticos”, explicó Pineda. Para la investigadora, esto también “genera depresión, aislamiento y ansiedad social en quienes temen mostrarse, más aún en el contexto del uso excesivo y prolongado de filtros en las redes y apps de edición corporal”.
Pineda explicó que la violencia estética se conforma de todas esas representaciones e imaginarios, pero también de las instituciones sociales que presionan a las mujeres a responder al canon de belleza.
“Esta presión puede realizarse de forma indirecta, por ejemplo, mediante la socialización, pero también puede ejercerse de forma directa mediante la ridiculización, discriminación o exclusión de quienes no responden a ese canon de belleza”; detalló.
El rol de los medios y las redes sociales
Para la doctora en ciencias sociales, los medios de comunicación siempre han sido uno de los principales mecanismos de construcción y divulgación de los ideales de belleza.
“Le han dicho a las mujeres que la belleza es una sola, han bombardeado a las mujeres con estereotipos de belleza, pero sobre todo con la publicidad de los productos y servicios de la industria cosmética, farmacológica y quirúrgica que ofrece modificar eso con lo que no estás conforme”, sostuvo Pineda.
Las imágenes de rostros y cuerpos inalcanzables que antes se publicaban en diarios y revistas hoy inundan las redes sociales. Los filtros y los programas de edición al alcance de todes resultan perjudiciales para la autoestima y la aceptación personal. En 219, Instagram anunció la prohibición de los filtros con efecto de cirugías plásticas, sin embargo aún no se han implementado medidas.
Para la escritora de “Bellas para morir”, esto se ha profundizado con las redes sociales. Allí “la evaluación de la imagen por parte de otros seguidores es cada vez mayor, los filtros otorgan la posibilidad de modificar la imagen en segundos, y el consumo de ese ideal de belleza es cada vez mayor”.
También se refirió al rol de les influencers que “promocionan y sortean productos, procedimientos y cirugías estéticas a cambio de canjes”. Para la escritora lo principal es informar y visibilizar sobre este tipo de violencia.
En este sentido, reflexionó sobre la importancia de “incorporar la problemática en la E.S.I. porque estos prejuicios y estereotipos comienzan a ser reproducidos y transmitidos en la infancia”.
A su vez, cuestionó el rol del Estado y los medios de comunicación, los cuales “tienen la responsabilidad de erradicar de sus contenidos narrativas y representaciones que contribuyan a la estereotipación y discriminación corporal, al mismo tiempo que es necesario que en estos exista mayor diversidad”. Finalmente, sostuvo que es necesario que existan regulaciones por parte del Estado.