Se acerca la navidad y les más pequeñes esperan el momento de abrir sus regalos. Si bien en los últimos años se han visto cambios, aún las jugueterías tienen separadas estanterías con muñecas y cocinitas para niñas y autos o pelotas para niños. En este sentido, desde el Espacio interdisciplinario Infancias Libres explicaron a Nota al Pie qué consecuencias podría tener repetir esos estereotipos.
María Pia Tamborini, directora del espacio, aseguró que “si bien en algunos contextos hay un movimiento frente a estos estereotipos de regalos y mandatos con respecto al juego, en la sociedad en general hay mucho camino por desandar”. Uno de los lugares donde ella sí ha visto cambios es en el ámbito educativo.
Al respecto, un estudio de la Facultad de Educación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) afirma que “la forma de entender los juguetes como algo separado para niños y niñas no ha cambiado”. En el mismo sentido, aseguran: “Si nos detenemos a comparar los juguetes de ahora con los de años anteriores, éstos no han cambiado en el sentido de su estereotipación”.
La influencia de les mayores
Del mismo modo, el estudio analiza la influencia de les adultes en las decisiones de les niñes. “Es evidente que los niños y niñas se ven influenciados por la sociedad en general, y por las familias en particular, y si nos referimos a la elección que hacen de sus juguetes, ocurre exactamente lo mismo”, sostiene.
Sobre ello, Tamborini explicó que “es imperioso comprender que el juego no es una actividad ingenua”. Para la entrevistada las características que asume el juego en la vida de las infancias “remiten a los valores y las creencias propios de la comunidad de la que forman parte”.
Sexismo y estereotipos
En el mundo de los juguetes aún es habitual la presencia de productos y publicidades dirigidos de forma específica y diferenciada a niños y niñas. Lo que se avala que utilice cada niñe incide de manera negativa en su imaginación y fomenta roles que favorecen a la desigualdad.
Una de las principales diferenciaciones de los juegos es el código de colores. Con mucha frecuencia se asignan tonos rosas para ellas y celeste o colores oscuros para ellos. Otra asociación muy común es la que se hace en cuanto a roles y profesiones.
Los estereotipos de género evidencian mayoritariamente a las mujeres en cuestiones de belleza y tareas domésticas, mientras que a los hombres los asocian con guerreros, héroes y aventureros. En su mayoría, el rol de policía o piloto es asignado al público infantil masculino, y por otro lado, peluquería, maquillaje, o maternidad se asocian a lo femenino.
Otro aspecto, no menos importante, es la marginación de las mujeres en lo tecnológico. En la mayoría de los juguetes para niños, las propuestas incluyen alguna función tecnológica y representan personajes de acción, algo que no está presente en lo pensado para las niñas.
El problema de la división de géneros
Los juguetes considerados sexistas son aquellos que reproducen y perpetúan estereotipos de género. Es decir, las niñas deben ser tranquilas y dedicarse a los cuidados y las tareas de la casa, mientras que los niños deben ser fuertes y competitivos. Estos estereotipos de género promueven la discriminación, replican la desigualdad y alejan a les niñes de sus verdaderos intereses.
Al respecto, María Pía Tamborini explicó que el problema de mantener esos roles de género es que “las propuestas lúdicas pueden convertirse en estrategias privilegiadas para la construcción de identidades, como así también espacios de perpetuación de mandatos sociales”. Además, cuestionó que “si la subjetividad de un sujeto se va construyendo en el encuentro con otros y otras, deberíamos atender más al rol de las personas adultas”.
¿Cómo erradicarlo?
Educar destruyendo estereotipos de género es una buena manera de combatir la discriminación y la estigmatización. La elección de juguetes con mirada crítica y en base a los deseos de las infancias es otro eje que podría lograr un cambio.
En relación a ello, la entrevistada aconsejó preguntarles a les niñes “sobre sus gustos e intereses. Alojar esas respuestas y con respeto construir propuestas amables que acompañen esas demandas”. Además, mencionó “escuchar lo que tienen para contarnos, esos anhelos que tal vez se alejan de los regalos clásicos y se acercan más al regalo del tiempo compartido”.
Tamborini explicó que la Educación Sexual Integral (ESI) es una posibilidad de derribar estereotipos y roles de género. “Nos viene a interpelar”, aseguró y agregó que “permite mirar con amabilidad los procesos identitarios de todas las infancias, despojadas de esos deber ser que imperan en nuestra sociedad”.
En la misma línea, expresó que “es fundamental resignificar nuestras representaciones, como también los juguetes y los juegos que les proponemos”. Del mismo modo, mencionó que la perspectiva adultocéntrica y determinista es parte de esa transformación que nos atraviesa en la actualidad.