lunes 29 de abril de 2024

La ofensiva europea por Ucrania, una carta francesa desesperada

Emmanuel Macron junta adhesiones políticas en Europa para encabezar la resistencia militar contra Rusia. ¿El presidente articula para contener a Putin en el frente de batalla? ¿O está pensando en la proyección europea post derrota en Ucrania?
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La convocatoria de Macron se aferra a la amenaza militar para rearticular al bloque político europeo.
Créditos: Noticias del Otro Lado

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, refuerza su campaña política para contener a Rusia en Ucrania y busca apoyos políticos para incrementar las capacidades militares de Kiev. Alemania y Polonia se suman a su estrategia cuando Estados Unidos comienza a relegar a Europa oriental de sus prioridades. En tanto, Vladimir Putin desestima una eventual amenaza. Nota al Pie analiza la convocatoria francesa para resguardar la seguridad continental a la luz de la disputa geopolítica a nivel internacional y la falta de un proyecto político estratégico en Europa.

Resguardar la seguridad europea

“Esta guerra es existencial. No podemos seguir viviendo como si nada hubiera pasado. Putin es responsable de la guerra. Estaremos dispuestos a tomar las decisiones necesarias para que Rusia nunca gane”, expresó el mandatario francés en el canal BFM TV. Macron ha ocupado el centro de la escena a nivel internacional debido a su decisión de ponerle un freno a Rusia en Ucrania, reconociendo que su avance pondría en riesgo la seguridad europea. “Para tener paz no hay que ser débil”, remató el dirigente galo, dejando en evidencia la intención de reforzar el aparato militar francés, pero también el continental.

“Habrá tropas francesas en Ucrania. No habrá líneas rojas. Soy el presidente de Francia y yo decido. Negociamos lo mejor que pudimos, pero no hay nada de qué hablar con ellos”, aseguró Macron. No obstante, reconoció que la industria de defensa francesa no está en condiciones de afrontar un conflicto de alta intensidad. Además, aclaró que no está en guerra con Rusia y que París no tiene la intención de escalar el conflicto, pero de ningún modo “Occidente” puede permitir que se imponga.

Roberta Metsola, presidenta del Parlamento de la Unión Europea (UE), ratificó la decisión de Macron y planteó que el despliegue de tropas extranjeras “para hacer guardia en los muros del Jardín” ha caracterizado la política de defensa europea. A la causa francesa se han sumado Alemania y Polonia, pero también países con menor potencial militar, como por ejemplo Grecia, Croacia y Armenia. Según afirmó el canciller alemán Olaf Scholz, tras la reunión con su homólogo francés y el primer ministro polaco, Donald Tusk, los aliados occidentales de Ucrania la dotarán de “artillería de cohetes de largo alcance”.

Desequilibrio militar

El apuro francés por reunir apoyo militar contra Ucrania encuentra un motivo en el supuesto riesgo que representaría Rusia para el resto de Europa en caso de lograr la victoria en Ucrania. La inteligencia alemana advierte que Rusia tendría planes para atacar a los países de la OTAN en 2026, y para ello se habría lanzado a la producción de armamento de manera masiva e industrial. Una eventual victoria del republicano Donald Trump, escéptico de seguir volcando recursos estadounidenses para las vulnerables industrias de defensa europeas, dejaría al Viejo Continente a merced de Rusia.

A pesar del discurso belicista de Macron, altos cargos militares franceses filtraron de manera anónima en un artículo de la revista Marianne que no tienen margen de error en el combate, ya que «cara a cara con los rusos» son «un ejército de animadoras». Rusia tiene enormes ventajas comparativas contra el resto de Europa en el plano financiero, tecnológico y militar. A propósito, continúa encabezando el ranking de naciones con mayor cantidad de ojivas nucleares, con un total de 1,822. Francia y el Reino Unido de Gran Bretaña concentran en conjunto 515. Las bombas nucleares de pulso electromagnético otorgan a Moscú un margen destructivo notable.

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Hay contradicciones al interior de la comunidad europea con respecto al grado de involucramiento en la OTAN con respecto al factor ruso.
Créditos: The Political Room

Estados Unidos se retira 

La ofensiva francesa es sintomática del lento retiro de Estados Unidos de los asuntos militares en Europa oriental. Sus continuas dificultades políticas internas para enviar armamento y asistir financieramente a Kiev, sumado al frente militar abierto en Gaza y la carrera electoral de un debilitado Joe Biden de cara a noviembre, han comprometido su voluntad. Si bien Washington continúa siendo el principal sustento militar y financiero para Volodymyr Zelensky, no cuenta con los recursos políticos para seguir conduciendo el conflicto.

Francia, apenas por debajo de los británicos y los alemanes en relación al presupuesto militar aportado a la alianza del Atlántico Norte, apunta a ser su relevo. Entre enero de 2022 y enero de 2023, la Unión Europea en conjunto aportó cerca de 40 billones de dólares, casi la mitad que Estados Unidos. Sin embargo, en términos militares no representa ni siquiera el 10% del suministro norteamericano, un respaldo bélico ucraniano indiscutible.

Francia releva a Alemania

Llamativo resulta el giro de Francia con respecto al conflicto ucraniano. Desde el inicio, dispuesto a persuadir al presidente de Rusia para detener la Operación Militar Especial, Macron desarrolló diversas tácticas para evitar la escalada en la confrontación militar. De hecho, fue el propio mandatario galo quien convenció a la funcionaria de la UE, Úrsula von der Leyen, de viajar a Beijing en abril de 2023 para pedirle a Xi Jinping que encabezara una mesa de negociación por la paz en Europa oriental. La estrategia del jefe de Estado francés era clara: buscar apoyos en diferentes latitudes para construir una salida diplomática.

El reemplazo de Ángela Merkel por Scholz al frente del gobierno federal alemán marcó el fin del rumbo multipolar que la potencia europea había emprendido en la última década, fortaleciendo su asociación comercial con China. Por el contrario, el nuevo canciller priorizó reperfilar su economía hacia la industria de la defensa, al punto de no pronunciarse sobre el sabotaje atlantista al gasoducto Nord Stream en agosto de 2022. El abandono de una proyección de autonomía estratégica europea se dio al subordinarse a los planes bélicos del Unipolarismo Financiero de Davos y la OTAN.

La verborragia del presidente de Francia pone de manifiesto un cambio en la conducción atlantista del conflicto en Europa oriental, pero también refleja un intento desesperado de Francia por demostrar liderazgo después de sufrir reveses en el Sahel africano y en medio de la crisis de la UE. Sin embargo, este proceso no está exento de contradicciones internas y resistencias, como la que protagoniza Italia, un peso pesado en la Eurozona. Antonio Tajani, ministro de Asuntos Exteriores italiano, rechazó el movimiento de Macron y consideró que un ingreso formal de la OTAN en Ucrania podría representar el riesgo de una «Tercera Guerra Mundial».

La crisis doméstica condiciona a Macron

Pero el presidente francés también cuenta con una resistencia interna. “Sabíamos que Macron está llevando a la ruina a nuestro país, pero ahora también quiere arrastrarnos a una guerra ajena, que no librará él, sino nuestros jóvenes, por sus caprichos personales”, expresó Marine Le Pen. La dirigente del Frente Nacional y aspirante a ocupar la silla del Palacio del Elíseo ha hecho campaña rechazando la política de la OTAN y el rol de Francia en ella.

En esa misma línea se inscribe el conflicto que el gobierno galo aún no desactivó con los agricultores locales por acuerdos comerciales. De hecho, la primera vez que Macron dio un indicio de polarizar con Rusia de cara al futuro de Europa luego de la -asegurada- derrota en Ucrania, fueron los propios agricultores quienes le reprocharon que “no haya dinero para ellos” pero sí “para la guerra”. A este caldo de cultivo se suma la crisis francesa en el Sahel africano, región del continente en el que se vienen articulando procesos soberanistas que reniegan del control político y militar de París.

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El objetivo estratégico que une al atlantismo es romper la alianza entre Pekín y Moscú.
Créditos: Real Instituto Elcano

OTAN-OCS: una confrontación de escala internacional

Cuando Macron plantea que el -irreversible- triunfo ruso en Ucrania representa un desafío para la seguridad europea, Putin desestima ésta tesis y refuerza que su interés supremo es defender el territorio ruso de la amenaza que supone la OTAN. En cualquier caso, ambos argumentos dejan a la vista que lo que se pone en juego en Europa oriental tiene causas y consecuencias no nacionales, ni siquiera regionales, sino más bien internacionales. 

Algunos analistas consideran que en realidad lo que se despliega en Ucrania es un conflicto de alta intensidad que confrontan a dos esquemas: el atlantista del Unipolarismo Financiero y el euroasiático del Multipolarismo Pluriversal. En concreto, un enfrentamiento entre la OTAN y la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), el bloque que representa de forma cabal la asociación estratégica entre Moscú y Beijing.

El de Ucrania representaría un conflicto que tomó otro formato, pero no dista del que se desarrolla en Gaza, Taiwán o el Sahel. En todos los actores de última instancia que colisionan son las fuerzas unipolares que apuestan a la caotización y el guerrerismo como oportunidad para retrasar la articulación que se desarrolla por asociaciones comerciales y militares entre los multipolares: por otro, las fuerzas que se oponen a la unipolaridad y necesitan un condiciones de estabilidad política y paz social para desarrollar sus negocios económicos.

Rusia con la ventaja estratégica

No obstante su fortaleza militar, financiera y tecnológica en comparación con Europa, Rusia no tiene intenciones de confrontar ni con Francia, ni con Alemania ni con ningún otro país de la Eurozona. Simplemente porque en el campo de batalla lleva la delantera, en el plano financiero ha logrado sortear las sanciones atlantistas, y en política exterior ha fortalecido sus lazos con otras potencias eventuales mediadoras. Si bien ha mostrado predisposición para lograr un armisticio en Ucrania imponiendo una serie de condiciones a Kiev, Moscú no tiene razones objetivas para detener su Operación Militar Especial en tanto y en cuanto no haya una escalada nuclear. De todos modos, al compás de los cortocircuitos diplomáticos con la dirigencia atlantista, ha movido piezas en el tablero. La OTAN confirmó esta semana que Rusia movilizó bombas atómicas a Bielorrusia, a pocos kilómetros de las fronteras con Polonia y Lituania, lo cual representa el primer despliegue de armas nucleares fuera de sus límites territoriales luego del colapso del fin de la Guerra Fría. A 24 meses de la escalada en Ucrania, los actores reorganizan sus fuerzas, y por ende sus alianzas tácticas, en derredor de un conflicto que aparece como “existencial” para ambas partes.

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