El Papa Francisco convocó al presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, a “tener valentía” para negociar con Rusia el fin de la guerra. La declaración del Sumo Pontífice de la Iglesia Católica fortalece el posicionamiento que diversos líderes políticos internacionales vienen impulsando hace tiempo. En este marco, Nota al Pie analiza las palabras del Santo Padre a la luz de la crisis internacional de poder, su mirada en derredor del conflicto en Europa oriental y la proyección de la confrontación.
Valentía para alzar la bandera blanca
Durante una entrevista de la radiotelevisión suiza RTS, realizada a inicios de febrero y emitida de forma completa el próximo 20 de marzo, el Papa Francisco fue consultado por su postura de acuerdo a la proyección del conflicto en Ucrania. En ese contexto, el jefe del Estado Vaticano se inclinó por la opción de paz. “Es más fuerte quien ve la situación, piensa en la gente, tiene el coraje de la bandera blanca, para negociar. Hoy se puede negociar con la ayuda de las potencias internacionales”, planteó Francisco.
Las palabras papales se inscriben luego de que el pasado viernes el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, propusiera acoger una cumbre entre ambos estados beligerantes para detener la confrontación. “Cuando ves que estás derrotado, que las cosas no van, debes tener el coraje de negociar. Que no tengan vergüenza de negociar antes de que empeore”, indicó el pontífice a la emisora suiza, destacando la intervención de diversos países para mediar.
Kiev repudia y el Vaticano corrige
Rápidamente, el gobierno ucraniano reaccionó indignado ante las declaraciones del jefe de la Iglesia Católica. “Nuestra bandera es amarilla y azul. Es por la que vivimos, morimos y prevalecemos. Nunca levantaremos otra”, manifestó Dmytro Kuleba, ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, en referencia a la sugerencia de “alzar la bandera blanca” por parte de Francisco.
De hecho, la Embajada de Ucrania comparó ante la Santa Sede la situación con la Segunda Guerra Mundial y respondió que en aquel entonces nadie habló “de negociaciones de paz con Hitler”.
A propósito, Kiev denunció la “inmoralidad” de pedir a una víctima de agresión que “se rinda”, en lugar de instar al “agresor” a que detenga la marcha que emprendió desde el inicio de la Operación Militar Especial el 24 de febrero de 2022. En repudio a las declaraciones, el propio Zelensky afirmó en un mensaje en Facebook que “la lección es sólo una: ¡Si queremos terminar la guerra, tenemos que hacer todo lo posible para matar al dragón”. Asimismo, agregó que harán “todo lo posible” con tal de que “la locura rusa” pierda la guerra.
No obstante, el portavoz del Papa, Matteo Bruni, aclaró que el pontífice no sugirió la rendición y atribuyó la torpeza a la traducción de la entrevista cuyo polémico recorte fue publicado en la antesala del 11º aniversario del papado de Francisco. El entrevistador utilizó el término “bandera blanca” en la pregunta acerca de la proyección del conflicto y él respondió que “es una interpretación”.
Bruni explicó que las palabras del Papa no aludían a una rendición sino a una búsqueda de una negociación para el cese de las hostilidades, reconociendo el riesgo de escalada nuclear que representa el conflicto.
Un Papa pluriversal enfrentado a la industria de la guerra
Francisco es un actor a nivel internacional que, a propósito del conflicto en Ucrania, ha intervenido en diversas ocasiones con diferentes figuras pero en la misma dirección: detener la guerra y construir una paz justa y duradera. En ese sentido, el jefe de la Iglesia Católica ha mantenido diálogos interreligiosos, por ejemplo, con el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kirill; y reuniones con embajadores tanto rusos como ucranianos.
Sin embargo, también ha promovido acercar a las partes promoviendo acuerdos que fueron impulsando distintos dirigentes, como el propio Erdogan. Su intervención en la cuestión ucraniana se encuadra en una de sus principales líneas de acción: la promoción de la paz a partir del diálogo pluriversal.
Francisco ha diagnosticado a la situación internacional como una “Tercera Guerra Mundial de a pedazos”, conectando de esta manera a cada uno de los focos de conflicto que han escalado en distintos puntos del planeta en la última década. De hecho, es el pontífice que más presente ha estado en Oriente Medio, África y Asia Central; regiones convulsionadas por el caos de la guerra.
Su búsqueda por recuperar una Iglesia Católica con vocación pastoral está intrínsecamente ligada a su discurso en favor de “las periferias geográficas y existenciales” en las que el drama de la guerra perjudica con mayor profundidad a los trabajadores en general, y las mujeres, los adultos mayores y les niñes en particular.
Desde que detonó el conflicto en Ucrania a partir del desarrollo de la Operación Militar Especial rusa, Francisco despertó la polémica en mayo de 2022 cuando refirió a “los ladridos de la OTAN” sobre las puertas de Rusia como un factor que incidió en la escalada. En junio de 2023 recibió en la Santa Sede a Luiz Inácio “Lula” Da Silva, flamante presidente del Brasil, con quien conversó sobre la necesidad de construir una mesa de diálogo por Ucrania.
Su mensaje en favor de la paz ha tenido tal alcance que en abril del mismo año el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, le pidieron en Beijing al mandatario de China, Xi Jinping, que encabece dicha iniciativa.
¿Una paz bajo las condiciones de Moscú?
Al margen de la rectificación del Estado Vaticano sobre las declaraciones de Francisco, queda en evidencia que el Papa continúa trabajando por una resolución pacífica del conflicto en lugar de una eventual escalada. No obstante, no tiene capacidad para definir la profundidad de su incidencia sobre el desarrollo de la situación. En tanto, la situación operacional en el frente de batalla y el escenario geopolítico a nivel regional e internacional han generado nuevas condiciones objetivas.
En ese sentido, tanto los mandos militares ucranianos como los principales funcionarios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte han reconocido la superioridad rusa en el combate, abriendo la discusión sobre nuevas variantes para revertir la situación.
Así, mientras la reorganización de la cúpula militar ucraniana puso en relieve las contradicciones que conviven al interior de Kiev, la demanda estadounidense para que el resto de los miembros de la OTAN refuercen su ayuda militar para Ucrania expuso la correlación de fuerzas en el espacio.
El presidente Zelensky, impulsado por los altos mandos de la OTAN y la máxima dirigencia de la Unión Europea, insiste en sostener la confrontación, al mismo tiempo que otro grupo sin capacidad de torcer definiciones políticas cede ante la voluntad de propinarle una “derrota estratégica” a Putin, como aventuraron hace años.
Por otro lado, la propuesta de paz del esquema multipolar va ganando adeptos. El trabajo articulado entre el Vaticano, China, Brasil e India, entre otros actores, ha arrastrado a otras potencias regionales a pronunciarse en favor del consenso. Rusia ha logrado superar las sanciones occidentales al profundizar el reperfilamiento de su economía con dirección a Asia, y a través de funcionarios como su ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, reafirma su disposición a negociar la paz con Ucrania.
El posicionamiento de Moscú es claro: desnazificar a las fuerzas armadas ucranianas, sostener las repúblicas autónomas del Donbás y recuperar el acceso al Mar Negro desde Odessa, y la creación de un Estado no beligerante con Rusia. Por último, si bien el Unipolarismo Financiero se resiste a aceptar las condiciones de Moscú, las contradicciones al interior de los espacios políticos que aún conducen recrudecen.
La “reconstrucción de Ucrania” parece ser una opción a medida de los mismos fondos financieros de inversión globales, como BlackRock, que se favorecieron con la guerra. En tanto, el precandidato republicano Donald Trump se envalentona en su carrera presidencial y le echa más combustible a la crisis que vive el principal accionista de la OTAN: en caso de ser electo, reafirmó que “no habrá ni un centavo para Ucrania”.