A las 18 en el búnker de Juntos por el Cambio (JxC), ubicado en el predio de Parque Norte, regenteado por el Sindicato de Empleados de Comercio, el clima de expectativa en torno al ganador de la interna de la principal oposición creció a la par de la difusión de los boca de urna y de las mesas testigos que desde ambos sectores manejaban.
Desde pasado el mediodía comenzaron a llegar los primeros datos, con diferencia de apenas un par de puntos para Patricia Bullrich. A esa misma hora, la también exministra de Trabajo de la Alianza de 2001, hacía su show en La Rural. Montada a las evidentes complicaciones que arrojó el uso de la Boleta Única Electrónica (BUE), tal como se informó en Nota al Pie, Bullrich sobreactuó su tardanza.
Entre la demora, con ayuda incluida para votar, y las posteriores declaraciones a la prensa que la aguardaba, la dirigente ocupó casi media hora en cadena nacional donde no se privó de criticar el sistema, un tiro por elevación a su rival en la interna.
Horacio Rodríguez Larreta, que votó en la Facultad de Derecho (UBA) donde recibió un repudió por el asesinato del militante Facundo Molares Schoenfeld, hace tiempo que intenta despegarse de la figura de Mauricio Macri, a quien inclusive comenzó a llamarlo por el apellido y no por el nombre.
En esa línea se inscribe el sistema de votación concurrente que culminó con las demoras de la jornada en las que Jorge Macri terminó venciendo al radical Martín Lousteau. Parte de la bronca interna tuvo que ver en los últimos meses con un supuesto acuerdo bajo la mesa entre el jefe de Gobierno y el senador. Pero la presión de Mauricio fue tal, que obligó a que Rodríguez Larreta terminara por aceptar la candidatura del exintendente de Vicente López.
El factor Milei
La irrupción del economista en el universo mediático hace algunos años, terminó siendo la creación del Frankenstein de la política argentina. Con su estilo provocador, su violento discurso contra la “casta política” y sus apelaciones a políticas de brutal ajuste, consiguió por ahora la tarea encomendada. Por un lado, correr el esquema aún más a la derecha, radicalizando el discurso de JxC y, de alguna manera, hasta legitimando el ajuste que lleva adelante el propio gobierno hace meses.
Por otra parte, con sus 31 puntos a esta hora en los resultados provisiorios, se convierte en un actor relevante de cara a las generales, pudiendo, de mantener ese guarismo en octubre, resultar con una bancada legislativa interesante y de haber un ballotage en noviembre en un jugador codiciado.
El juego de la derecha queda definido con un escenario preocupante. El marco de la crisis económica, con un proceso de inflación creciente que golpea centralmente a los sectores populares; el condicionamiento externo que supone en concreto la deuda con el Fondo Monetario Internacional; el hastío de la población que en parte actúa con indiferencia ante todo el proceso y un Gobierno que desde mañana deberá decidir si se anima a dar la pelea para octubre en la línea de revertir, tardíamente, sus propias políticas o si por el contrario, asume anticipadamente una derrota que no será la de Unión por la Patria, sino la de las grandes mayorías del pueblo argentino.