Desde el pasado 10 de febrero la bella sala palermitana del Teatro El Grito se volvió a colmar de risas y carcajadas con este gran éxito. Todo lo que digo es por tu bien es una desopilante tragicomedia que arranca su segunda temporada. De sencilla e ingeniosa dramaturgia, lleva la firma de Diego Cacopardo. Las funciones son los viernes a las 20, en Costa Rica 5459, CABA.
En ella, se traslada a la platea al seno de una familia alocada, compuesta por Angélica, una madre manipuladora, Martín, un hijo inocentón de pocas luces, y Paula, una hija independizada pero destinada a seguir los pasos de su progenitora.
La comedia comienza justamente con esta hija, recibiendo un premio en un festival televisivo, pero no por su trayectoria o trabajo, sino en nombre de su hijo, quien lo gana como “actor revelación” en una reciente telenovela. El bebé, al cual ya le ha encontrado su lugar en el ambiente artístico gracias a su supuesto talento heredado de su particular familia, no llega a los dos años, pero ya lo ha puesto a trabajar en novelas y publicidades.
Así, la joven madre luce embriagada por la fama, el lujo y el estatus, además de alejarse de su familia. Pero el destino promete un pronto reencuentro. El mismo ocurre cuando, sorprendentemente, las autoridades de su anterior barrio invitan a ella y a su pequeño a recibir un reconocimiento por el éxito cosechado en tan poco tiempo.
Desde esta premisa se desencadena una comedia alocada donde les tres protagonistas representarán momentos entre grotescos, absurdos y divertidísimos que hacen reír en todo momento a la platea. Es innegable que el público se divierte y se lo pasa genial, y eso se nota mucho en el cierre, con buena parte de la platea aplaudiendo de pie.
La paz familiar puesta a prueba
Leo Azamor dirige con cuidado esta comedia costumbrista que mantiene buena dinámica hasta el final. Es cierto que algunos giros de esta debatible trama pueden resultar un tanto previsibles y la idea principal por momentos se disipa a medida que avanza la puesta. Pero también es válido que tiene momentos muy buenos e hilarantes, donde todos les actores rayan a un gran nivel.
Esas situaciones más cómicas, ridículas y absurdas que se van sucediendo a lo largo de la trama, la cual dura unos 60 minutos, son las que hacen sacudir a la platea, cuando sin límites se plasman momentos de suma locura.
Pero la escena casi final es lo más divertido. El último acto presenta un enfrentamiento familiar despiadado, donde se ve la sincronicidad del elenco en un trabajo muy corporal, remarcado con una funcional iluminación de Gustavo Lista.
Dicho esto, también es destacable remarcar la original escenografía de Serena Lingeri, que hace pasear al trío entre columnas de pañales y elementos representativos de otras décadas. Además, Lidia Navarro ha diseñado el maravilloso vestuario, lo que da forma a un hilarante y colorido cierre que deleitará a todos los amantes del género de la comedia y del clásico humor nacional.
En definitiva, este trío de actores excepcionales se meten al público en el bolsillo, y llevan el humor por bandera en este heterogéneo elenco. El mismo Azamor, con total ingenio, da vida a un personaje que tiene un poco de tierno como de despiadado. Angélica, la madre dominante y demandante que no puede dejar libres a sus hijes.
Diego Cacopardo, además de firmar la obra, también se pone en la piel de Martín, un niño encerrado en el cuerpo de un mayor, amante del teatro, que vive sin escapatoria bajo el ala de su madre. Último pero no menos importante, es de destacar a la talentosa Natalia Santiago, una actriz que sabe brillar tanto en la comedia como el drama, y quien se pone en la piel de Paula. Esta joven madre, que sin darse cuenta, va camino a repetir las frustraciones y errores de su progenitora.