El inminente Mundial de fútbol 2022, que se disputará en Qatar entre el 20 de noviembre y el 18 de diciembre, será una gran oportunidad de disfrutar de los atractivos turísticos de un país de particulares aspectos socio-culturales, ya que no solo es el fútbol lo que cautiva de este sitio ubicado en el Golfo Pérsico.
Para el público proveniente de diversos lugares del mundo, probablemente surjan las siguientes preguntas: ¿Qué lugares se pueden visitar? y ¿cómo está comprendida su gastronomía? Desde Nota al Pie, les brindaremos un panorama más amplio para aquelles que busquen hacer turismo, más allá del torneo en disputa.
Paisajes marítimos y edificios grandilocuentes
Antes de acceder a probar peculiares platos, les aficionades que lleguen a la capital qatarí para el Mundial podrán visitar distintas atracciones. Una de ellas es la Aspire Tower, una edificación de 300 metros de altura. La misma tiene relación directa con el deporte, ya que se construyó en el contexto de los Juegos Asiáticos de 2006, llevados a cabo también en Doha.
Para un recorrido a pie por la ciudad, el turismo local camina de manera habitual por Corniche. Es una moderna costanera de siete kilómetros que está en constante evolución, sobre todo en los últimos 15 años. Posee hoteles de lujo y diversas atracciones. Un ejemplo de ello es el Museo de Arte Islámico, inaugurado en 2008.
Además, la mayoría de les hinchas que lleguen desde distintas partes del mundo tendrán a esta zona como lugar de paso. Esto será debido a que cuenta con una conexión directa con el Aeropuerto Internacional. En definitiva, es un sector que mezcla la modernidad de los rascacielos con la naturaleza de los mares.
Hacia el este de la capital del país asiático se ubica la zona de West Bay, conocida por sus imponentes centros comerciales. Está compuesta por cuatro barrios diferentes. Allí se encuentra La Perla, otro de los habituales atractivos turísticos de Qatar.
Es un archipiélago artificial destinado a diversas construcciones inmobiliarias. Lleva ese nombre ya que fue ahí en donde les habitantes de este país buscaban y juntaban perlas en la era pre-petróleo.
Para cerrar el recorrido por Doha, otra parada obligatoria es el Museo Nacional de Qatar. Este lugar fue reconstruido para su inauguración de 2019. Con una imponente arquitectura, cuya fachada simula el paisaje del desierto de la zona, se exponen allí piezas fundamentales de la poesía, la música y la historia del país.
La comida del país
Qatar basa su economía en el petróleo y el gas natural. No obstante, la situación era diferente antes de su independencia del Protectorado del Reino Unido en 1971. En esa etapa, el territorio tenía como una de sus bases de subsistencia al comercio de mar. Es allí donde reside la esencia de su gastronomía. El Golfo Pérsico posee más de 500 especies de peces.
La gran variedad pesquera hace que los principales platos qataríes tengan a distintos mariscos como protagonistas, aunque el cordero también es un elemento habitual. Sin embargo, la inmigración ha generado una evolución y/o fusión en su gastronomía.
En la actualidad, según lo expresado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en este país viven más de dos millones de inmigrantes. Esta cuestión impactó en la comida moderna, ya que con el tiempo se generaron allí platos con fusión de distintas culturas. Pero la tradición sigue latente.
Un ejemplo de ello es el majboos, una comida tradicional de Doha. Esta preparación se sirve no sólo en restaurantes sino también en cada hogar del lugar. Se trata de una combinación de arroz largo con aceite, cardamomo, cebolla, tomate, pimientas, entre otros ingredientes. Esto va acompañado en especial de pescado, pero también se presenta en ocasiones con pollo o carne. En territorios vecinos se le llama kabsa.
La cultura culinaria de allí es conocida además por sus postres. En este punto entra en escena una añeja receta: luqaimat. ¿En qué consiste? Son bolitas hechas de masa frita, cubiertas de miel.
Es una propuesta que se ve en diversos países árabes y que incluso llegó a parte de Europa. Es así que, según la leyenda, este dulce se brindaba a quienes salían victoriosos en los antiguos Juegos Olímpicos.