Casa María Pueblo cumple 25 años trabajando para y por las víctimas de violencia de género en La Plata. Uno de los primeros espacios de contención, que comenzó desde abajo y sin ninguna ayuda. Este refugio abriga y acompaña, tanto a mujeres que han sufrido o sufren violencia, como a sus hijes. No piden nada a cambio de ello, todo es gratis y está hecho con muchísimo amor.
Nota al Pie habló con uno de sus fundadores, Darío Witt quién también es coordinador del espacio. Contó acerca de cómo empezó este proyecto y todo el camino que han recorrido durante este cuarto de siglo.
Darío explicó que mientras él estudiaba Derecho en los noventa, conoció al padre Carlos Cajade y empezó a militar con un cura que llevaba un trabajo similar al de él. Trabajan por y para la gente de bajos recursos y pensando en los derechos humanos.
Witt contó: “Fundamos, a mitad de la década de los noventa, una casa de los niños en el barrio Aeropuerto”. Además, agregó: “Comenzaron a aparecer mujeres con niñas y niños que eran víctimas de violencia y no tenían dónde ir”.
Y en esta línea, continuó: “Así que nace en el 96 y en el 97 le dimos forma. Por aquel tiempo ni Carlitos Cajade sabía qué hacer, ni las compañeras que estaban en la casa”.
Un problema estructural
Como en ese entonces el concepto “violencia de género” no existía, la única salida para aquellas víctimas era llevar a sus hijos a un hogar. Lugar donde ellas no podían quedarse.
Por aquellos días, se encontraron una mujer sola que estaba con sus cuatro hijes. No tenía a dónde ir, pero no quería ayuda. Tenía miedo que la separaran de elles.
Al respecto, Darío Witt comentó: “Esa noche nos fuimos y ahí decidimos alquilar una casa. Fue una respuesta concreta a un problema concreto”. Y agregó: “Decidimos alquilarla para que las madres con los niños y niñas no se quedaran en la calle”.
Darío explicó que, en aquel momento, no sabían nada sobre la complejidad de la temática: “Cuando se empezaron a enterar en los distintos organismos que había un lugar donde enviar a las mujeres que iban a pedir ayuda, las empezaron a mandar acá”, relató.
Ahí fue cuando se les empezaron a aparecer los victimarios, que sabían dónde se encontraban sus parejas porque en la Comisaría daban la dirección del refugio. “Yo todavía no había me había recibido de abogado, me hacía. Ponía cara de abogado cuándo aparecían los tipos”, comentó.
Trabajo de hormiga
Por ese entonces, no existía la Ley de Protección a la Violencia Familiar. Faltaban seis años para que tuviera vigencia, y diez más para que se aplicara. Doce años por delante quedaban para que se reglamentara la Ley 26.485 para prevenir, sancionar y erradicar la violencia.
La cosificación era moneda corriente. Los violentos se aparecían, reclamaban a su esposa e hijes como si fueran un objeto. “Uno de los tipos nos agarró la puerta con un hacha. Dijo: ‘dame a mi mujer y a mi pibe’. Y empezamos a ver cómo era la cosificación”, contó Witt.
“Después de todo esto, algunos compañeros y compañeras decidieron no seguir y otros decidimos que sí”. Y continuó: “Pero dijimos vamos a investigar bien cómo se labura este tema porque es más complicado de lo que pensábamos”.
Así fue como empezaron a ver e investigar sobre refugios en Inglaterra. Tuvieron la oportunidad de reunirse con gente que había trabajado ahí. “En realidad en Argentina no nos daba bola nadie. Ahora, pasados los años, tampoco tenemos ayuda ni de la Municipalidad, ni de la Provincia”, aseguró.
Un ejemplo de resistencia
Luego de tanto trabajo, Casa María Pueblo logró muchísimas cosas. Entre ellas, se armó una plataforma que se llama Donar Online, que es para formar un club de amigos. Quien quiera donar cuatrocientos pesos mensualmente lo puede hacer.
“Actualmente somos la organización más antigua de Argentina que está en funcionamiento”, sostuvo el fundador del espacio.
Hasta hoy la organización atendió a más de 35.000 mujeres y niñes, más de 5.000 exclusiones de hogar hechas, alrededor de 80 abusadores con condena y 500 hombres detenidos. “Acá no se le cobra nada a las mujeres, ni por la representación legal ni por el refugio, ni por comida, nada”, explicó.
Darío aseguró que elles no se consideran ningún ejemplo ni creen ser maestras ni maestros, si no que llevan muchos años en el tema y han puesto el cuerpo desde hace muchísimo tiempo.
“Fuimos haciendo muchas cosas: talleres, cursos, capacitaciones en distintas instituciones. Además somos autores de la Teoría del Estado Pre-femicida”, enunció.
Actualmente el espacio está presidido por dos mujeres, y él está colaborando. “En Argentina se fue conformando un movimiento feminista muy fuerte. Abordar la temática de violencia de género es meterse en líos de manera organizada. Eso lo fuimos aprendiendo con el tiempo”, aclaró.
Por último, el entrevistado exclamó: “Desde nuestra parte creemos que hay que hacer campañas para tratar de sumar a más varones. Poder real para diseñar políticas a fondo, no hay”, concluyó.