La semana pasada llegó a los cines nacionales, “Eureka”, una colaboración cinematográfica entre Argentina, Francia, Alemania, Portugal y México, bajo la dirección del reconocido Lisandro Alonso. Una propuesta desafiante y enigmática, con un ritmo frenético destinado a los festivales.
Aunque su enfoque puede parecer opaco, la película protagonizada por Viggo Mortensen y Chiara Mastroianni resulta hipnótica y exaltante por momentos. Un buen ejemplo de cine experimental y no narrativo para plasmar la situación global de les pueblos indígenas.
El film inicia con una escena muy lenta en blanco y negro que evoca reminiscencias de un western clásico, donde un forastero llega a un pueblo sin ley del Viejo Oeste, con la meta de buscar a su hija secuestrada. Hasta este punto, esta película tiene la atmósfera de un documental etnográfico.
Sin embargo, pronto el espectador es trasladado a una reserva de nativos americanos contemporánea en Estados Unidos, donde con un enfoque más realista, se sigue la noche de patrulla de una agente de policía llamada Alaina, en la reserva Pine Ridge, en Dakota del Sur.
En ese recorrido, ayuda a un actor con problemas automovilísticos. Luego esta misma agente, en su desalentadora rutina, responde a disturbios y peleas en un casino local.
Mientras tanto, una joven llamada Sadie, de poca suerte, busca escape con una poción que la transporta a la jungla brasileña de los años 70, para presenciar eventos trascendentales.
En manos de este cineasta argentino, incluso las acciones más simples se convierten en fascinantes momentos en su inmersivo universo cinematográfico, lo que permite que se destaque entre los exponentes del llamado cine «slow».
La sección final de la película también vuelve a presentar un giro, y se emerge de una aparente trascendencia del espacio y el tiempo, trasladándose a un lugar ambiguamente ubicado en América del Sur, donde una comunidad nativa en el bosque se ve afectada por rivalidades románticas y la intrusión del capitalismo.
Un collage loco de situaciones y lugares
En «Eureka«, el director argentino Lisandro Alonso presenta tres historias entrelazadas que tratan temas como la soledad, la incomprensión del mundo y la familia rota, con distintas intensidades y lógicas.
La segunda parte, ambientada en una reserva indígena estadounidense, se destaca por explorar géneros como el drama y el policial, generando angustia y terror en el espectador. La película, en general, invita a reflexionar sobre la conexión entre las historias y la necesidad de comprender nuestro lugar en el mundo.
Pero no es una propuesta para cualquier simple amante del cine, sino para aquellos espectadores dotados de paciencia para poder encajar las tres piezas centrales de este rompecabezas cinematográfico.
Algunos personajes, o los actores que los representan, aparecen en algunas escenas, aunque no siempre con el mismo nombre o forma humana. Esto, que se vio plasmado en su película anterior “Liverpool”, demuestra la habilidad de Alonso para infundir objetos con un poder talismánico.
En cuanto a un análisis general, se podría decir que parece que no alcanza con tener una fotografía excelente a cargo de Timo Salminen, ni un gran elenco diverso formado por Viggo Mortensen, Chiara Mastroianni, Alaina Clifford, Sadie Lapointe y Villbjørk Malling, para que el resultado final de esta propuesta sea un acierto.
Y por supuesto que no se cuestionan las habilidades del director, que son conocidas. Lo que falla esta vez es, es una falta de coherencia entre las diferentes partes del guion y una longitud excesiva para plasmar lo que se quiere contar. Quizás en su próximo proyecto, Alonso vuelva a centrarse en la historia en lugar de otras consideraciones.
“Eureka”, en resumen
En “Eureka”, las tres partes de la película entrelazan, con diversos enfoques y marcos temporales, la historia generalizada de algunas formas de explotación colonial en territorio americano.
Desde las representaciones del héroe civilizador hasta el villano salvaje, pasando por las políticas de confinamiento en las reservas y la explotación particular hacia los pueblos originarios. Es una película que por momentos es atractiva, pero que en otros resulta algo asfixiante, para una duración de un poco más de dos horas.