En los últimos días, se publicó el primer informe del Registro de Ataques de la Derecha Argentina Radicalizada (RADAR). Se trata de una plataforma digital desarrollada por la Revista Crisis, en conjunto con el Equipo de Investigación Política (EdiPo).
El objetivo de la misma es realizar un seguimiento colectivo, y en tiempo real, sobre el crecimiento de la violencia de sectores ultraderechistas en sincronía con su llegada al poder. Según explicaron, la principal motivación de la iniciativa es construir nuevas formas de cuidado y de protección para una democracia que parece amenazada.
El informe hace un interesante repaso por hechos que pueden interpretarse como los germinadores de los episodios violentos que hoy se ven a diario.
Para les realizadores del estudio, hay eventos clave para entender porque el acoso en redes sociales y los ataques a dirigentes políticos en la vía pública, son moneda corriente. Entre ellos, el surgimiento de un espacio antifeminista vinculado, sobre todo, con grupos religiosos en paralelo a la Marea Verde; y las movilizaciones sociales que involucraban guillotinas en la Plaza de Mayo.
Todo ello se enmarca en la llegada de La Libertad Avanza (LLA) al poder, con Javier Milei a la cabeza. Cabe recordar que el nuevo presidente construyó su campaña en base a amedrentar a “la casta”. Durante la misma, estuvieron presentes las motosierras, los insultos y las amenazas, tanto de parte del gobierno entrante como de sus adeptes.
Los doxeos, como se denomina a los ataques en manada en redes sociales, guardan una estrecha relación con, por ejemplo, la clase que la diputada electa Lilia Lemoine dio sobre cómo agredir a Ofelia Fernández. Todo deja ver que la avanzada de estos episodios violentos está cubierta por cierta legitimidad oficial que no hace más que poner en peligro a la democracia.
El informe
En total, el informe de RADAR recopiló 247 ataques, los cuales resultaron atribuibles a la derecha radicalizada por las características del mensaje o la identidad de sus autores.
No obstante, el análisis de estos casos no ofrece una conclusión terminante, ya que es una recopilación de ejemplos con el fin de abrir una vía de comunicación, atención y cooperación colectiva sobre estas prácticas antidemocráticas.
Los números son claros: de esos 247 casos detectados hasta el momento, 20 sucedieron en el año 2020; 48 se dieron durante el 2021; 50 ocurrieron en el 2022; y se registraron 127 ataques en lo que va del 2023.
La mayoría de los hechos, 177 casos, constituyen “ataques a símbolos y lugares”. Del resto, el 20% corresponde a una categoría denominada “hostigamiento e intimidación”, lo que representa 50 casos; y otros 20 fueron “atentados contra la integridad física y la vida”.
Una mirada preliminar indica que las agresiones en estos últimos cuatro años tuvieron objetivos claros: los movimientos de derechos humanos, determinadas identidades políticas, los feminismos, y las diversidades.
Con respecto a les autores de dichos ataques, en 2020 sólo un episodio pudo atribuirse a partidaries de Milei, y en 2021 y 2022 fueron dos. Mientras que este año ya se registraron más de veinte actos violentos protagonizados por militantes autodenominados libertarios.
Además, en 2021 comenzó a percibirse una peligrosa utilización de simbología neonazi en varios casos. En 2022, los ataques a locales y militantes peronistas incrementaron, siendo que en años anteriores el blanco predilecto eran las agrupaciones de izquierda. Este año, a su vez, la tendencia de atacar físicamente a disidencias sexuales estuvo en alza.
Democracia, ¿estás ahí?
A pesar de que el informe advierte que está en construcción colectiva, se puede observar que hay una clara demostración de que la ultraderecha está dispuesta a utilizar la violencia política para forzar límites. De esa forma, buscan legitimar a las personas que caminan en la vía pública para que se ocupen de imponer el miedo.
Si bien por ahora los ataques provienen de actores dispersos que no guardan vinculaciones orgánicas entre sí, el accionar está siendo utilizado de manera estratégica por quienes conducen la política de ultraderecha. Cabe preguntarnos: ¿le conviene a Javier Milei y compañía que sus votantes salgan a la calle a “defender” sus ideas con violencia?
La respuesta es bastante pesimista y aterradora. La aparición de Mauricio Macri en televisión, dos días después del triunfo electoral, parece demostrar que planean utilizar a como dé lugar las intervenciones nada pacíficas de los libertarios.
“Hoy hay un mandato popular muy profundo. Y encima liderado por les jóvenes, que no se van a quedar en casa si estos señores empiezan a tirar toneladas de piedras. Ellos van a defender su oportunidad. Entonces van a tener que medir muy bien, los orcos, como les digo yo, cuando quieran salir a la calle a hacer desmanes”, dijo el expresidente, en un claro llamado al enfrentamiento popular.
La validación de los discursos de odio
Si bien desde siempre las movilizaciones populares en la calle han sido blanco de represión por parte de las Fuerzas de Seguridad a cargo del gobierno de turno, en este último tiempo se ha ido construyendo una maquinaria abiertamente reaccionaria, antifeminista y antiprogresista. En este marco, las redes sociales fueron el agua donde los adeptos a este tipo de violencia supo moverse más y mejor, expresando su pensamiento de un modo que no sería aceptado en instituciones y medios de comunicación.
Todo cambió cuando fue el mismo candidato a presidente quien se encargó de llevar esos discursos a los medios de comunicación. Además, influencers cercanos a las ideas del libertario también tuvieron un rol fundamental en el diseño de la campaña y del concepto del partido.
“Es como si no alcanzara con el aparato de seguridad estatal (o tal vez resulte más rentable tercerizar la tarea) y estuvieran convocando a una fuerza de choque civil para contrarrestar el conflicto social que va a implicar el ajuste económico”, afirman desde EdiPo.
El disgusto para con el consenso social que puede leerse como “progresista” es el detonante para lo que comienza a rodearnos. Pero, ¿es no sentirse interpelado por un discurso un motivo suficiente para increpar a un dirigente político mientras se toma un café en la calle? Eso pasó la semana pasada, cuando una persona se acercó al ex precandidato a presidente Juan Grabois, mientras este se encontraba con su padre en un bar.
La escena fue filmada por el atacante y luego por terceros, cuando Grabois, que ya ha sido blanco de estos ataques en otras oportunidades, se levantó para interceder entre su padre y el atacante.
La llegada de la fórmula libertaria al poder, lejos de aplacarlos, parece multiplicar estos ataques y darles una explicación: “Estamos cansados del discurso progre”. Junto al viejo pedido de “más mano dura”, es un combo explosivo si tenemos en cuenta que el nuevo gobierno promete un esquema de gobernabilidad reforzado en materia de represión.
Sin embargo, la violencia desinhibida y los discursos de dirigentes que apoyan estas prácticas solo pueden significar una amenaza para el orden democrático y la vida social tal como la conocemos.