Este pasado jueves 9 de noviembre llegó a las salas nacionales la tan esperada y promocionada producción de Demián Rugna, “Cuando Acecha la Maldad”. Una película de terror salpicada por grandes momentos dramáticos, ambientada en un pueblo del interior argentino.
Ganadora de varios premios internacionales, todo inicia como una clásica historia de posesiones, pero se va transformado en distintos hechos macabros. Una trama que atrapa desde el principio y que no termina de presentar giros que no dan respiro a la platea.
En algunas escenas, esta película de terror peca más de insinuar más que realmente suceda la verdadera violencia. Pero en otros momentos el pánico se apodera de más de uno de sus espectadores por los sangrientos y repugnantes elementos usados. El film cuenta con un buen manejo de cámara y ediciones, que se vuelven claves y efectivos para atrapar a la totalidad de la platea.
Su trama inicial no luce original a pesar de rescatar como cierta leyenda urbana campestre del interior nacional, pero sí resulta efectiva y aterradora, ya que no solo exhibe brutalidad, sino que revela un mundo oscuro y problemático. La película, más allá de su violencia, sugiere una metáfora sobre una vida desagradable, brutal y efímera para los que menos tienen en el territorio nacional.
La tensión y el terror son puntos claves
Todo comienza en un remoto pueblo donde dos hermanos hallan los pocos restos de un cuerpo mutilado cerca de un campo vecino. Su curiosidad los guía a seguir ciertas huellas que los conduce a una casilla humilde donde una familia esconde un “embichado”: el hijo mayor está poseído por un demonio que pronto se liberará y sembrará el caos por todo el pueblo y sus alrededores.
Mientras nuestros personajes intentan, con escaso éxito, liberarse de esta posesión infernal y proteger a sus seres queridos, abandonan sin titubeos ciertas reglas convencionales, y el mal logra como pasar de cuerpo en cuerpo.
Los embichados no deben caer ante inexpertos, no deben ser nombrados y pueden influir en las mentes de seres humanos y animales cercanos. A medida que la búsqueda se torna más desesperada, la esperanza de vencer al mal se desvanece, dejando solo la expectativa de que alguien logre sobrevivir.
La historia inicial resulta atrapante hasta que uno de los protagonistas decide visitar a su ex mujer y rescatar a sus hijos. Donde además se presentan las escenas más dramáticas y muy bien logradas. Pero luego la trama decae en la segunda mitad cuando los personajes se sumergen en las complejidades de cómo vencer al demonio.
Algunos personajes como escenas de la última media hora probablemente se desvanezcan en el olvido. No obstante, se compensan con impactantes momentos previos que permanecerán grabados en la memoria, especialmente un caótico encuentro familiar con una escena entre un perro y la pequeña de la casa totalmente espeluznante.
Un elenco que mantiene a flote una irregular trama
La película se sumerge en detalles crudos, con algunos efectos visuales que distraen en ciertos momentos. Sin embargo, compensa con un compromiso implacable de varios integrantes del equipo.
Los hermanos protagonistas, interpretados por Ezequiel Rodríguez y Demián Salomón, están muy bien logrados y salen airosos en casi todas sus escenas. Virginia Garófalo se halla genial como la ex mujer de uno de ellos, ya que es la que suma una explosión de emociones, sin dudas, la parte más dramática y fuerte en la historia.
Además, se encuentra muy bien apoyada por su nueva pareja, Federico Liss. Y Paula Rubinsztein está genial como la abuela de la familia, quien es la que suma los momentos más tiernos y pícaros a la trama. Completan el elenco con respetables participaciones, Luis Ziembrowski, Emilio Vodanovich, Marcelo Michinaux y Desiré Salgueiro.
De todos modos, es un film donde el espectador no debe enamorarse de ningún personaje, porque la brutalidad da el presente todo el tiempo y elimina a muchos personajes sin piedad. Hacia el final tanto la trama como las interpretaciones comienzan a diluirse, los personajes se dispersan sin mucha explicación, excepto para permitir más muertes.
Las razones precisas se descartan en favor de alimentar el hambre de muerte de la película. La presentación de nuevos personajes genera tensión, con niños espeluznantes, más violentos que aterradores, pero por suerte (o para desgracia del espectador), cuando todo parece terminar, el film guarda algo de sorpresa hacia el final.
A pesar de todo, el resultado final es una película que mantiene el interés y la tensión por gran parte de la platea. En el panorama cinematográfico argentino, resulta sin duda un film que sobresale en su género, y ha logrado premios y distinciones en festivales lo que reafirma la buena carrera que viene cosechando su director, para quien su futuro parece no tener límites en el horizonte.