La palabra “ancestras” no figura en el diccionario de la Real Academia Española, por eso desde el Programa Ancestras buscan revalorizarla. Se trata de un proyecto de investigación, acción territorial y educación en géneros y sexualidades en mayores de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF). El mismo fue creado en 2019 y se lleva adelante en Buenos Aires y Río Cuarto.
Una de sus iniciativas son los conversatorios, una serie de encuentros virtuales entre docentes, académicas, activistas y mujeres mayores de América Latina. A través de ellos, se busca crear un espacio de intersección desde el ámbito universitario, cultural y de participación social, para promover vejeces libres de discriminación por género y edad. Las ediciones anteriores y otras actividades desarrolladas pueden verse en su canal de YouTube.
El próximo 10 de noviembre, a las 17, se realizará un nuevo encuentro del 2do Conversatorio de Ancestras de Latinoamérica. Bajo el título “Género y educación en la vejez: herramientas de transformación y emancipación”, se desarrollará de forma virtual.
En esta ocasión, una de sus oradoras será la Mg. Teresa Orosa, una ancestra cubana que tiene en su trayectoria haber sido una de sus iniciadoras en aquel país. Es docente de la Cátedra del Adulto Mayor de la Universidad de La Habana. Además, contará con la exposición de Liliana Tarditi, integrante del Programa Ancestras en la Universidad Nacional de Río Cuarto, Córdoba.
Por su parte, la directora del Programa Ancestras, Mónica Navarro, será la encargada de moderar la charla. En tanto, el último encuentro del año será el 15 de diciembre.
Esta propuesta pretende, entre otras cuestiones, terminar con el edadismo o viejismo. Es decir, la discriminación contra personas o colectivos de personas por razones de edad, en especial por el envejecimiento. Para conocer más sobre la misma, Nota al Pie conversó con Mónica Navarro.
Nuevo conversatorio de Ancestras: la capacidad transformadora de la educación
Se sabe cuál es la capacidad transformadora de la educación durante toda la vida, pero no qué es lo que significa en particular para las mujeres. Por eso, en esta segunda propuesta, la pregunta gira en torno a la potencia de este factor en la vejez. En Argentina, desde hace más de tres décadas existen programas educativos con mayores, por lo que no se trata de una pregunta retórica sino a partir de conocer el largo camino de todas estas experiencias.
Al respecto, Navarro explicó: “Abordaremos una temática que hasta ahora no la hemos tocado que tiene que ver con el impacto de la educación en las mujeres mayores”. “Mujeres que no tuvieron la oportunidad de educarse en otros momentos de la vida y acuden a los programas educativos que se dan en distintos espacios que conforman una experiencia única en el país”, detalló.
Respecto a los efectos de estas iniciativas, la directora sostuvo: “Creemos que el impacto de estos programas educativos, dentro de los cuales se encuentra Ancestras, lograron que muchas mujeres pudieran reinterpretar sus propias vidas”. “Esto al tener las herramientas para repensarse, para reflexionar y encontrar nuevos sentidos y armar nuevos proyectos para trabajar sobre sí mismas”, agregó.
La relación entre el envejecimiento y el género femenino
Navarro también resaltó la forma en que las mujeres viven en sociedad. “Soportamos violencia, sostenemos dificultades para acceder a la educación, estamos obligadas a realizar tareas de cuidado de forma permanente y simultáneas y acumulativas”, señaló. Según ella, esto produce vejeces más frágiles, “con mayor carga de enfermedad, con menor cobertura social. También con una serie de cuestiones que no dejan de existir porque somos viejas, como la violencia de género”.
La directora del programa afirmó que la vejez “nos muestra lo que hemos podido y lo que no nos han dejado, lo que nos ha marcado el género”. “Vivimos esta etapa con mayores desigualdades también relativas al cuidado, porque las mujeres cuidamos hasta que no podemos más. Estamos con una obligación basada en un supuesto del amor”, aseveró. “Para nosotras hay una dimensión afectiva en el cuidado, pero esa dimensión no debe ser la que nos obligue a realizarlo en todo momento”, sostuvo.
El trabajo en las mujeres, entre el empleo y las tareas de cuidado
A la hora de pensar la vejez, existen múltiples ejes con qué relacionarlos; por ejemplo, las tareas de cuidado, el trabajo, la sexualidad, el acceso de derechos como la jubilación o la ESI.
En el caso de género y trabajo, para Navarro existen vínculos interesantes a tener en cuenta, que muestran de qué manera está organizada la sociedad. “Las mujeres somos productoras y reproductoras. No solo producimos para el mercado, sino que también reproducimos fuerza de trabajo al tener hijos”, indicó.
“La vida social está ordenada por la división sexual del trabajo doméstico y por la división sexual del trabajo como empleo. Se espera que las mujeres entren y salgan del mercado laboral cuando tienen que ocuparse de la crianza o del cuidado de personas enfermas o discapacitadas”, agregó.
Cabe mencionar que muchas mujeres que quieren retomar el trabajo después de los 45 años, luego de que sus hijes crecieron, se encuentran con dificultades para acceder a un empleo. En esa línea, Navarro mencionó que “las carreras laborales o profesionales de las mujeres son entrecortadas. Tienen dificultades para acceder a beneficios jubilatorios o establecerse en profesiones, hacer carrera o mantenerse en situación laboral continua”. “Por eso hay tanta dificultad para llegar a la vejez con un retiro jubilatorio que de cuenta de la cantidad de años de trabajo y superposición de jornadas laborales que tenemos”, mencionó.
Para finalizar, la entrevista enfatizó en otra desventaja que tiene la mujer en el ámbito laboral: la menor remuneración percibida. “A nivel mundial, a las mujeres se les paga un 27% menos que a los hombres”, concluyó.