El 29 de octubre es el Día Mundial del Accidente Cerebro Vascular, que tiene como objetivo tomar conciencia acerca de la importancia de acudir al hospital de forma inmediata frente a los primeros síntomas de esta enfermedad. En 2020 los accidentes cerebrovasculares (ACV) fueron la segunda causa de muerte. Si no se toman medidas en forma inmediata, se estima que para el 2050 aumentarán un 50%. Esto afecta en mayor cantidad a los países de medios y bajos ingresos debido a la desigualdad en prevención y rehabilitación.
Según un informe de la Comisión de Neurología de The Lancet, la cantidad de casos aumentará de 6,6 millones en el año 2020 a 9,7 millones en el 2050. Estos aumentos se verán en los países en vías de desarrollo, en donde las muertes por ACV generarán un aumento del 86% al 91% de todos los casos al año 2050. Entre los motivos se destaca el insuficiente control de los factores de riesgo. Por el contrario, en los países más desarrollados el riesgo está asociado al aumento de la expectativa de vida. La posibilidad de sufrir ACV se duplica cada década a partir de los 55 años de edad.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ACV es una afección del flujo sanguíneo cerebral que genera un daño en el sistema nervioso central, de más de 24 horas. Este daño puede ser transitorio o permanente. Es la principal causa de discapacidad en el mundo y la segunda causa de mortalidad detrás de la enfermedad cardiovascular.
Nota al Pie dialogó con el Dr. Lisandro Olmos, creador y director médico de Rehab Center, un centro de rehabilitación integral de referencia para Argentina y América Latina. También se desempeñó como Director de Fleni Escobar durante 20 años, incorporando técnicas innovadoras en el sistema de salud.
Diferentes tipos de ACV
El Dr. Olmos explicó que existen 2 tipos de ACV: el isquémico y el hemorrágico. “El ACV isquémico es el más frecuente, con el 85% de los casos. Se produce cuando existe una obstrucción por un coágulo o una placa de colesterol que impide el paso de sangre y oxígeno a alguna parte del cerebro”. Esto trae como consecuencia el descenso del flujo de la sangre al cerebro en un punto específico. Puede generar un daño transitorio, en el caso del isquémico, o definitivo, en el caso de un infarto cerebral.
Cuando es transitorio, la interrupción del flujo de sangre es reversible, y por lo general no presenta consecuencias de alto riesgo. “Sus síntomas duran menos de 24 horas, la mayoría de los casos dura menos de 1 hora”, indicó. De todas maneras, existe el riesgo de un daño cerebral más definitivo, por eso es fundamental acudir a la atención médica lo más rápido posible.
Por otro lado, el infarto cerebral produce una afección más prolongada, de más de 24 horas. Según explicó el Dr. Olmos, entre sus causas se encuentra el depósito de placas de colesterol que se liberan de la pared de alguna arteria y que terminan obstruyendo un vaso sanguíneo del cerebro. Otro tipo de coágulo es el cardioembólico, donde se producen coágulos a nivel del corazón que se trasladan por la sangre hasta el cerebro.
“A su vez, el ACV hemorrágico ocurre en el 15% de los casos. Se produce como consecuencia de una extravasación de sangre dentro del cerebro. Esto puede ser por la ruptura de un vaso por un aneurisma, una malformación vascular o por un debilitamiento de la pared de uno de los pequeños capilares que atraviesa el cerebro”, informó el Dr. Olmos.
Ante los primeros síntomas, ¡buscar atención médica!
“Los primeros minutos posteriores a los síntomas de un ACV son fundamentales. Hoy existen estrategias para la apertura del vaso que generó la obstrucción y está generando el daño cerebral”, indicó. Por eso, las primeras 4,5 horas son fundamentales en la consulta médica. “Hay un concepto que se denomina que el tiempo es cerebro, es decir, en la medida que se concurra de manera más precoz, las posibilidades de sufrir un daño de largo plazo son mucho menores”, afirmó.
Hay 5 síntomas importantes que deben llevar a la consulta inmediata. Uno es la pérdida de la fuerza repentina de la cara, brazo o pierna, especialmente si es de un solo lado del cuerpo. También la “presencia de confusión repentina, problemas en el habla o en la comprensión de lo que se le dice y la pérdida repentina de visión en uno o ambos ojos”. Otros síntomas son la “dificultad repentina para caminar, mareos, pérdida del equilibrio o de la coordinación y dolor de cabeza fuerte y repentino sin causa conocida”. Un potencial síntoma puede ser la presencia de sensación de hormigueo en la cara, brazo o pierna, de inicio brusco.
Como consecuencia del daño cerebral puede haber una “secuela motora, del lenguaje o cognitiva que debe ser inmediatamente rehabilitada. Hoy existen estrategias de rehabilitación innovadoras por el uso de tecnología y equipo interdisciplinario”. Pueden producir trastornos en la movilidad, pérdida de fuerza en general de una mitad del cuerpo y déficit en la vista, entre otras afecciones. Esto trae “una disminución de las capacidades intelectuales o cognitivas. También de la capacidad de independencia en las actividades diarias y de autosuficiencia en la comunidad”.
La clave está en la prevención
“En la mayoría de los casos, el ACV puede prevenirse si hay un adecuado control de los factores de riesgo modificables. Entre ellos se encuentran la hipertensión arterial, tabaquismo, sedentarismo, sobrepeso. También los niveles elevados de colesterol, obesidad, ausencia de actividad física y estrés. Todos son potencialmente modificables junto con la diabetes”, comentó. Las causas hereditarias, que no se pueden modificar, son las menos frecuentes.