En el ambiente teatral porteño, desde finales de agosto, ha irrumpido una obra vanguardista bajo la dirección de la destacada dupla conformada por Javier Daulte y Mariano Stolkiner. “Carnicera” es una obra maestra, una tragicomedia que se presenta como un viaje inusual hacia el desconcertante mundo de las teorías conspirativas.
Una trama que se desenvuelve con profundidad y riqueza de matices, invitando a la reflexión. Todo ello respaldado por interpretaciones magníficas, destacándose la versatilidad de la talentosa Karina K. Las funciones son de jueves a domingo a las 20 en el Teatro Regio, Av. Córdoba 6056, Ciudad de Buenos Aires (CABA).
Daulte, quien antes presentó esta obra hace dos años en Barcelona, España, la traslada al escenario nacional junto a Stolkiner en dirección. La trama se adentra en el intrigante mundo de las teorías conspirativas y cuestiona quién posee la autoridad absoluta en la búsqueda de la verdad. La pieza también explora la idea de que los conceptos del bien y el mal pueden ser moldeados por lo que se expresa.
La génesis de esta historia surgió a raíz de un pedido de una productora de Barcelona al autor y se escribió durante la pandemia. Aunque su temática no está directamente relacionada con la misma, rescata esa idea que más de uno vivió sobre que todo podía ser falso o verdadero y evocar reflexiones sobre teorías conspirativas. Como otros pueden coartar la libertad o el destino de muchos.
“Carnicera” y la soledad de Porcia
El escenario esta vez es un establecimiento de procesamiento de carne, en el cual se desarrolla toda la obra. Y se convierte en un simbolismo fascinante que se explora en profundidad, como un lugar donde se gestan planes, se manipula el producto y se envía un mensaje codificado que impacta a la sociedad.
La trama en realidad gira en torno a Porcia, quien vive cíclicamente en su rutina diaria trabajando en un frigorífico industrial de carne. En medio de su soledad, percibe la presencia de algo enigmático, que podría ser interpretado como un individuo pernicioso que experimenta con la genética de la carne, algo que la hace desconfiar de todo. Lo que Porcia desconoce es que su trabajo y ese misterioso entorno laboral se convertirán en el escenario de un enfrentamiento épico entre dos bandas.
Cuatro certeras interpretaciones
En un contexto social tan polarizado como el que se experimenta en estos tiempos, se reflejan en esta obra dos grupos claramente delineados, los virtuosos y los villanos. No obstante, la definición de quién pertenece a cada categoría depende de la perspectiva de cada espectador. La trama presenta una narrativa rica en matices que invita a una profunda reflexión, enmarcada en el género de la comedia, respaldada por actuaciones extraordinarias. Ambientada con total realidad, la escenografía de Gonzalo Córdoba Estévez se presenta impecablemente ejecutada, permitiendo que desde la platea se perciba cada detalle y resulte un veraz frigorífico.
Karina K tiene un inicio muy bueno, aunque algo pretencioso y extenso que sirve de introducción. Pero luego su personaje se acomoda gracias al talento indiscutible de la artista. Acompañada en escena por el genial Marcos Montes como Auber y una veraz Florencia Raggi como Tania, quienes hacen su aparición en el escenario con un despliegue de efectos lumínicos evocadores de odiseas intergalácticas. El elenco se completa con Agustin Daulte, un actor que viene creciendo en cada proyecto que se involucra. Esta vez encarna a Nahuel, y entra en escena bajo una cuidadosa combinación de sombras y luces que sugieren una presencia como celestial.
La obra entretiene por casi una hora y media a la platea a pesar de una trama zigzagueante, entre mezclada con diálogos pícaros y cómicos. Sin embargo, la obra de Daulte y Stolkiner no se limita a esto, sino también tiene algo de análisis de diversos aspectos de la sociedad contemporánea. La trama también explora temas de manipulación, el anhelo de encontrar un mártir, la necesidad de aferrarse a creencias sólidas, y la preferencia por una falacia antes que enfrentar una verdad dolorosa.