El pasado martes 4 de abril en el Espacio Callejón, ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), se estrenó la última temporada de la obra “Luz testigo”. La misma relata cinco historias que se relacionan entre sí, con sus personajes y sus mundos. Las entradas para las próximas funciones están a la venta por la página de Alternativa Teatral.
Además, en “Luz testigo” los personajes intentan conocerse, creando encuentros en los que surgen las limitaciones o los anhelos inconfesados, ya sea por las dudas o por los miedos que cada personaje vive.
En la presentación de la obra se describen las historias de la siguiente manera: “Una mujer que se refugia en sus ensoñaciones. La investigación de un crimen, un padre y su hija compartiendo una suerte de exilio del mundo. Un actor desesperado de amor. El encuentro fortuito de dos personas que empiezan a conocerse”.
Nota al Pie entrevistó al director y creador de la obra, Javier Daulte, quien compartió detalles del espectáculo, el cual fue creado a partir de un concurso de dramaturgia.
¿Por qué el nombre “Luz testigo”?
El nombre de “Luz testigo” es una expresión que se usa para nombrar algo que antes había en los teatros: una luz que en general que estaba puesta sobre el escenario, como sobre un pie, como si fuera un micrófono. Pero en vez del micrófono una lamparita de muy bajo voltaje que estaba encendida siempre, era como una luz como guía para el primero que entraba a un teatro para abrirlo, que tuviera un poquito de luz para luego ir y encender las luces principales.
Esa idea, de que hubiera una luz siempre encendida en un teatro, es algo que durante la cuarentena, cuando los teatros estaban cerrados, nos resultó una imagen potente. A pesar de estar los teatros cerrados, en los teatros había siempre una luz encendida, como que algo estaba encendido, algo nos estaba esperando y ese algo era una luz llamada “Luz testigo”.
¿Cómo fue el paso a paso de esta historia hasta darle formato de obra? ¿En qué lo inspiró el concurso?
El paso a paso de los testigos consistió primero en organizar este concurso, donde hubo una bajada conceptual acerca de cuáles eran un poco las reglas del juego del concurso.
Se trataba de obras breves, pusimos un límite de cantidad de páginas, y la otra consigna para el concurso era que las historias tuvieran que ver con la pandemia, pero de forma tangencial. Los miembros del jurado más que nada nos fijamos en que estas obras dieran cuenta sobre cómo la pandemia afectaba los vínculos entre las personas.
Esas fueron las premisas del concurso, luego dos instancias de jurado, una preselección, luego una selección final, y entre los jurados estaba yo. El objetivo de todo esto era que, finalmente, con las obras seleccionadas se iba a hacer un único espectáculo, el cual yo dirigiría en El Callejón.
Cuando se pudo empezar a ensayar, cuando se pudo empezar a ir a los teatros, convoqué a un elenco de ocho actores y actrices, cuatro actrices y cuatro actores. Con muchos yo ya había trabajado, con muchos no, así que fue muy grato volver a trabajar con gente querida y admirada, y muy grato también descubrir gente nueva, que siempre es tan estimulante. Se ensayó, después hubo otro cierre, y ahí nos quedamos como esperando la nueva apertura para poder finalmente estrenar.
¿Cuál es su mensaje o qué intenta usted transmitir a través de las historias?
Yo creo que el mensaje básicamente tiene que ver con el teatro, con ver a estos ocho intérpretes jugando el teatro de una forma muy sencilla. Asimismo, también esa fue una premisa de la apuesta, de la escena que elaboré, con estos tres trípodes sobre los que hay una luz, y que tienen ruedas y que los mismos actores manejan y que iluminan a sus propios compañeros.
Creo que el mensaje tiene que ver con la alegría de hacer teatro más allá de las circunstancias y con la riqueza de contarnos historias tan simples y tan complejas.