Hace poco más de dos años que el Chamamé fue declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Se trata de un género musical antiguo y con una enorme tradición detrás. Es bailado, cantado y zapateado en todas las fiestas del Litoral y quienes lo interpretan lo hacen con pasión y carisma.
El chamamé es reconocido por su música, pero también por su danza, que tiene múltiples versiones. Por ello, Nota al Pie dialogó con Micaela Segovia Baldi, integrante en varias oportunidades del Ballet Oficial de la Fiesta Nacional del Chamamé, quien contó cómo se vive este estilo por medio del baile.
En este sentido, explicó que “las coreografías y el vestuario se hacen en base al concepto que el autor o el cantante desea expresar”. A ello, agregó que “la danza no es un mero adorno más, sino que son las dos artes creando en simultáneo: la música y la danza”.
En los últimos años, la Fiesta del Chamamé sumó artistas al escenario. Los cuadros de baile están presentes a lo largo de las diez noches del festival, que siempre se destaca por su despliegue. Un lugar que se supo ganar a través de los años y que edición tras edición deja la vara más alta.
Ser parte del arte
La bailarina participó en el Ballet Oficial de la fiesta en los últimos dos años, en donde hubo cuadros que rindieron homenaje al personal esencial que se destacó por su trabajo durante la pandemia de Covid-19.
El reconocimiento consistió en “una canción que ya tenía esa riqueza, de que no solamente hablaba sobre el tema (pandemia) sino que fue escrita e interpretada por los mismos médicos y trabajadores esenciales”, comentó Segovia. Al respecto, agregó que “se podía sentir que volcaron su corazón; volcaron toda esa historia, esa experiencia que les atravesó”.
En la edición de 2022, el número artístico mediante el cual se homenajeó al personal esencial contó con la participación de Rosario Escobar, la kinesióloga que cantaba a les pacientes del hospital de campaña, y Julio Vallejos, director del Instituto Cardiológico de Corrientes.
En este sentido, Segovia bailó junto a Antonio Giry, personificades como médica y policía respectivamente. “Nos dieron la libertad creativa para armar la coreografía, cada uno por su parte, y después tuvimos los ensayos que fueron muy fuertes, significativos porque nos contaron sus experiencias, y aparte porque la ropa que utilizábamos no era de utilería, sino que eran uniformes de verdad”, contó.
Además, explicó que “esa danza era como un agradecimiento a ellos, y un pedido, un rezo a Dios por los que se quedaron y por los que se fueron”. En la última edición también hubo un cuadro de baile que se enmarcó dentro de los festejos de Argentina como campeón del mundo, y que fue ovacionado.
Chamamé: patrimonio vivo
En las canciones del género los sonidos protagónicos vienen de las guitarras, los acordeones y bandoneones. Junto con las letras, las melodías y los movimientos de la danza se crea un misticismo propio del payé correntino. No existe una única forma de bailar chamamé, y todas sus expresiones se llevan las miradas y transmiten lo inefable del género.
Por otra parte, Segovia se refirió a cómo la danza adoptó distintos recursos con el tiempo. “Creo que es genial que un género tan antiguo, que tiene su raíz en la danza guaranítica, que es un género vivo, vaya cambiando”, expresó. En esa misma línea, agregó que “uno no se puede anclar ni como coreógrafo, ni como intérprete, porque al fin y al cabo se trata de una proyección”.
En el género musical convergen una serie de valores que se expresan en sus canciones al describir la fauna, la flora, la devoción religiosa, y las historias de amor y añoranza, que caracterizan “la forma de ser” de la nación chamamecera.
Respecto a esto, la bailarina sostuvo: “Desde mi experiencia no voy a bailar con la misma cadencia o con la misma expresividad un tema como ‘Niña del Ñangapirí’, que me recuerda la inocencia de la infancia, que ‘Nuestro sueño y la distancia’, que es una historia de amor terrible”.
Bailar al ritmo de la vida
Micaela Segovia Baldi se desempeña como profesora de danzas en la provincia, tiene 29 años y hace nueve que participa en la fiesta más grande y significativa del chamamé, ya sea acompañando a artistas en sus presentaciones o bien como parte del ballet oficial.
Sus primeras presentaciones en el escenario mayor “Osvaldo Sosa Cordero” fueron junto a Mario Bofil, con una propuesta artística desafiante. “Yo planteé una nueva narrativa en el chamamé que consistía en bailar sola, sin pareja”, explicó. La iniciativa fue bien recibida a pesar de que el chamamé tradicional remite a un baile de a dos.
“Cuando me preguntaban por mi compañero de baile yo les decía que no; que yo bailo con el viento, con el agua; y no era por falta de un compañero varón, sino porque era una búsqueda voluntaria de presentar el cuadro así”, detalló la bailarina.
Con el tiempo, formó parte de las presentaciones de otres artistas y audicionó para integrar el ballet de las últimas dos ediciones. Al respecto, cabe mencionar que el Ballet Oficial no lo conforma un elenco estable sino que se abren convocatorias y por audición se selecciona a les bailarines. “Yo creo que esta forma de selección enriquece mucho el trabajo, porque abre las puertas a nuevos bailarines como a quienes ya tienen más experiencia”, opinó.
Liderazgo creativo
En las últimas ediciones, el ballet estuvo dirigido por el coreógrafo Luis Marinoni. La bailarina destacó su rol como cabeza creativa, ya que se caracteriza por la disciplina, el compromiso y el profesionalismo. “Para mí fue una experiencia muy linda trabajar con él, encontrarme con toda la producción, la manera de trabajar y que se pueda tener esta experiencia acá en Corrientes es muy enriquecedor”, aseguró.
La danza se abrió camino en el escenario que exporta el chamamé al mundo y con propuestas muy innovadoras, ya sea sobre el escenario y en vivo o mediante producciones grabadas. En este sentido, se destacan las coreografías multitudinarias, cuya participación es abierta, y están dirigidas por el coreógrafo Matías Pedemonte.
Para finalizar, la bailarina destacó el nivel de calidad que tienen las distintas presentaciones como así también la presencia de la danza dentro del evento. “Hay mucha calidad, preparación y atención en cada detalle. Luis aporta su carisma y eso hace que las puestas se vean fantásticas”, aseguró.