Este viernes, luego de varios días de rumores, se confirmó que en el Grand Slam de Wimbledon no podrán participar tenistas de Rusia ni de Bielorrusia. La prohibición se enmarca en la ola de sanciones que enfrentan ambos países a raíz de la operación militar en territorio ucraniano.
El torneo, que se desarrollará el próximo 27 de junio, no tendrá la participación de Medveded, el número 2 del mundo en la rama masculina, Rublev, Khachanov ni Karatsev. En el tenis femenino, a su vez, no podrán competir Sabalenka, Kasatkina, Azarenka ni Pavlyuchenka.
La decisión de les organizadores de Wimbledon no distingue las distintas posturas de les deportistas sobre el conflicto ucraniano. Asimismo puede abrir la puerta para que el Grand Slam de Roland Garros, que comienza con un mes de anterioridad respecto del torneo britanico, tome la misma postura.
La escalada de sanciones
Desde el 24 de febrero de este año, día en que Rusia comenzó la operación militar en Ucrania, el deporte se convirtió en uno de los ámbitos en los que se expresa la disputa global en la que se enmarca el conflicto. Una de las primeras decisiones de los organismos deportivos internacionales, en este caso de la UEFA, fue remover a San Petersburgo como sede de la final de la Champions League.
La máxima institución de fútbol de Europa, a su vez, rompió los contratos de patrocinio con Gazprom, la máxima compañía de gas rusa, resignando 45 millones de dólares anuales que garantizaba la empresa estatal. El Schalke 04, club alemán que milita en la segunda división del fútbol de aquel país, tomó la misma decisión que la organización europea.
Por otro lado, el Spartak de Moscú, uno de los clubes más importantes de Rusia, fue eliminado de la Europa League cuando debía disputar los octavos de final de aquella competición contra el Leipzig, otro equipo de fútbol alemán. Sin embargo, la sanción más fuerte e importante en lo que al fútbol se refiere, llegó de la mano de la FIFA: el ente regulador le quitó a la selección de Rusia, al darle por ganado el repechaje a Polonia, la posibilidad de disputar el Mundial Qatar 2022.
Oleada de sanciones
El Comité Olímpico Internacional (COI), por su parte, pidió en primer lugar que todas las federaciones deportivas internacionales cancelaran todas las competencias previstas tanto en Rusia como, a su vez, en Bielorrusia. Más tarde, sin embargo, el COI fue por más: sin importar la postura que mantuvieran sobre la guerra, le recomendó a los entes reguladores del deporte mundial que no inviten ni permitan la participación de deportistas de ambos países en competencias internacionales.
Luego de la recomendación del Comité Olímpico Internacional, las federaciones de distintos deportes actuaron en consecuencia: una oleada de sanciones se produjeron contra les deportistas de aquellos países. La Fórmula 1, el ajedrez, el voleibol, la natación, el básquet, el remo, el ciclismo, el handball, el bádminton e, incluso, el karate, solo tan solo algunas de las disciplinas en las que se impusieron las prohibiciones.
La geopolítica en el deporte internacional
Si algo quedó claro con las numerosas sanciones impuestas al deporte ruso es que, a pesar de que pretendan construir una narrativa de neutralidad, los entes reguladores del deporte internacional también responden a intereses geopolíticos. La campaña de vetos emprendida por las distintas federaciones, que podrían calificarse hasta de rusofobicas, no tiene precedentes en la historia.
El COI, en el siglo XX, prohibió la participación de los países derrotados en las dos Guerras Mundiales e incluso la de Yugoslavia luego de la Guerra de los Balcanes. Sin embargo, la ola de sanciones no fueron tan contundentes como contra Rusia ni tampoco se extendieron más allá del deporte olímpico. La FIFA, por citar otro ejemplo, es la primera vez que suspende a un miembro de ella por “invadir” a otro.
Doble vara de las federaciones
Estados Unidos y por ende ninguno de sus propios deportistas, nunca fue sancionado a pesar de las numerosas guerras, desastres humanitarios e intervenciones que provocó con su política exterior. Tampoco fueron sancionados ninguno de los demás países miembros de la OTAN, a pesar de los conflictos bélicos con los que cuentan en su historial. Así, la doble vara de las federaciones del deporte internacional queda en evidencia.
El deporte mundial, que esencialmente es sinónimo de unión, se encuentra alineado en sus instituciones a los intereses de la OTAN, que ante la incapacidad de ganar en el terreno militar, busca desprestigiar como presionar, a nivel local e internacional, al gobierno de Vladimir Putin.
Sin embargo, la construcción narrativa de un “Putin tirano” a la que estás instituciones se plegaron se cae por su propio peso cuando revisamos que es el mismo hombre, con diversas operaciones bélicas en sus espaldas, con el que organizaron eventos deportivos de magnitud como el Mundial de Fútbol de Rusia en el año 2018.