“Yo la quise” es la primera novela de Josefina Giglio, periodista, docente investigadora y socia fundadora de Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, (H.I.J.O.S).
Desde la memoria y la ficción, la autora en su libro reconstruye la historia de “Vibel”, construyendo a la vez otras múltiples perspectivas y voces que hacen que la lectura te sitúe en cada contexto y cada personaje. Cada voz es única y en ellas hay otras vidas dolientes, sintientes, pensantes, que van transitando el espacio donde está Virginia, que van pasando por su corazón.
En la novela, la escritora busca recuperar a su madre desde otro lugar, puede pensarla plena con su cuerpo deseante, no desaparecido, activa, enamorada, riendo, con certezas e inseguridades, una mujer poblada de múltiples vivencias.
Josefina dialogó con Nota al Pie y contó que en diciembre de 1977 secuestraron a su mamá, Virginia Isabel “Vibel” Cazalás. En ese momento a la autora le faltaba un mes para cumplir 8 años. Hasta ese entonces vivían clandestinamente y ella llevaba consigo otra identidad para su resguardo y el de toda la familia.
Una vez que secuestraron a Virginia, las fuerzas de seguridad se llevaron a Francisco y Josefina, les dos hijes de Giglio y Cazalás, dejándolos con una vecina. Horas después del secuestro la policía les avisa a sus abuelos, oriundos de Tres Arroyos, que viajen a Buenos Aires a buscar a sus nietos ya que sino serían trasladados a un asilo.
Los mismos fueron a buscarlos rápidamente y se retiraron rumbo a Tres Arroyos. Para ella, Tres Arroyos fue un lugar de protección de alguna manera, ya que como dijo: “pasé de una situación de mucho caos y desorden, a una vida organizada, contenida, donde todos nos conocemos”.
“Tres Arroyos tuvo lo bueno y lo malo que tienen esos lugares que te contienen y a la vez te asfixian un poquito, pero visto a la distancia yo solo puedo hablar bien de Tres Arroyos, de la vida con mis abuelos…”, afirmó Giglio.
La lectura como refugio
La escritora recuerda cómo de pequeña ya le gustaba leer. Para ella es “como un lugar amable de refugio”. En Tres Arroyos, su abuelo Eduardo Julio Cazalás, alias “Polo”, fue quien la introdujo de lleno en la lectura. “Lo primero que hizo mi abuelo cuando nos llevó a vivir con él fue inscribirme en la Biblioteca Pública Sarmiento y darme absoluta libertad para que yo fuera y sacara los libros que quisiera”, comentó Giglio.
A las bibliotecarias de ese entonces no les daba gracia que Josefina leyera libros que para su edad eran “inapropiados”. Ella, leía fascinada junto a la complicidad de su abuelo que le daba esa libertad de lectura que le habían quitado años atrás a sus padres.
Una familia entera perseguida
Según el libro “22, los tresarroyenses desaparecidos” de Guillermo Torremare, copresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y Andrés Vergnano, periodista de la localidad de Tres Arroyos, Carlos Alberto Giglio, padre de Josefina, fue secuestrado por la policía el 19 de mayo de 1976. A partir de ahí, se desató una ola de secuestros en la familia.
Comienzan a buscar a “Vibel”, que se encontraba clandestina con sus dos hijes. Para dar con su paradero se detiene a “Polo”, padre de “Vibel”, secuestrado en el año 1976 durante 30 días.
A su vez, de acuerdo a la información que el libro proporciona, ese mismo año también se secuestra durante una semana, a la mamá de Giglio, Tecla Valli y a la hermana de Carlos Giglio, junto con su esposo, quienes fueron detenidos una noche entera.
“Yo la quise”
El primer libro de Josefina Giglio comienza a tomar forma cuando en el año 2017 el caso de su mamá entra en el juicio conocido como circuito ABO, la causa refiere a las siglas de Atlético, Banco y Olimpo, tres centros clandestinos de detención, tortura y extermino que existieron en la ciudad de Buenos Aires.
Guillermo Torremare habló con Nota al Pie dando detalles acerca del caso de “Vibel”: “Vibel Cazalás fue una de las que pasó por esos centros y esos centros tuvieron juicio y hubo condena, hubo varios tramos de esos juicios, el de Vibel creo que fue el primer tramo, estuvo en los juicios a ABO 1, ABO 2 y ABO 3”.
Ese año, llamaron a declarar al hermano de Josefina y a ella como testigos de la causa. Una vez que sucedió esto, ella recolectó mucha información y comenzó a investigar, totalmente movilizada. “Me agarró como una obsesión y empecé a escribir y empecé a llamar a ex compañeros de militancia, con los que nunca había hablado, porque ellos estaban vivos y mis padres no, básicamente, entonces a mí me costaba mucho esa relación…”
Se produjeron a su vez muchos encuentros en ese entonces. Aparecieron dos amigas de su mamá, una que la ubicó por Facebook, de los primeros años de la facultad, y otra que había vuelto del exilio. Se encontró, como dice ella, con “una suma de relatos, que yo fui sumando para dar el testimonio durante el juicio”.
“Piglia me sirvió como una voz para contar a mi mama desde otro lado”
Una vez que dio su testimonio, Josefina disponía de una cantidad de información “así insoportable” y entonces fue cuando dijo: “yo tengo que hacer algo con esto”. La autora describe que “una de las cosas que yo había hablado con los compañeros de mi vieja de la facultad, y tal, era, que Piglia, que Ricardo Piglia, el famoso escritor habría sido novio de mi madre, esas cosas que uno no sabe cuánto de verdad puede haber”.
Giglio contó que, durante ese tiempo de búsqueda, leyó en el diario La Nación una entrevista a Piglia sobre su próxima publicación, en ese entonces, “Los diarios de Emilio Renzi”. “Le preguntan si en la revisión de ese material él tuvo alguna epifanía y él dice hubo una muchacha maravillosa que yo dejé escapar”, recordó Josefina expresando la idea que tenía en su momento de que él hablaba de su madre.
En esa época, una amiga perteneciente a la editorial consiguió el mail de Piglia y se lo dio. Josefina le escribió y se encontró con que sus sospechas eran certezas. “Él me dice sí, yo la quise, fuimos novios, tuvimos una relación, no sé qué, y ahí me sirvió, eso fue una ventana hacia un mundo maravilloso, nuevo…”, expresó.
Los juicios
Actualmente se han condenado a más de 1000 responsables del terrorismo de estado, según contó a Nota al Pie Torremare, copresidente de la APDH y abogado querellante en múltiples causas de lesa humanidad en representación de la APDH.
“Estos más de mil represores ya tienen sentencia dictada por los tribunales ordinarios, y un porcentaje de alrededor del 60 por ciento tiene estas causas en la corte suprema de justicia de la nación, eso significa que las sentencias todavía no son definitivas, esto nos da la pauta de lo demorado de este proceso…”, advirtió el abogado.
Por otro lado, según la información del copresidente de la APDH, tienen también otros 1200 que están imputados bajo investigación en 370 causas desarrolladas en todo el país.