Este lunes 18 de diciembre podría describirse como un día histórico para la Iglesia Católica. El Papa Francisco aprobó que los sacerdotes puedan bendecir a las parejas del mismo sexo, así como a las que se encuentran en situación “irregular”; es decir, quienes ya tuvieron una unión anterior. Sin embargo, no lo equiparó con el matrimonio.
Dicha aprobación se dio a través de un documento elaborado por el cardenal argentino Víctor Manuel “Tucho” Fernández, actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En las ocho páginas que llevan la firma del Sumo Pontífice, expresan el propósito de establecer que Dios “acoge a todos”.
De todas formas, el escrito aclara que estas bendiciones se autorizan “sin validar su estatus ni modificar en nada la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio”. A su vez, subraya que para “la perenne doctrina católica” solo se consideran lícitas las relaciones sexuales dentro del matrimonio entre un hombre y una mujer.
En este marco, Nota al Pie dialogó con el sacerdote y teólogo Nicolás Alessio. El además militante social tuvo gran notoriedad en Argentina cuando en 2010, siendo cura de la Iglesia Católica en Córdoba, se pronunció a favor del matrimonio igualitario. Su apoyo a la comunidad LGBT le valió un juicio canónico y severas sanciones.
Poco a poco, la Iglesia Católica camina hacia adelante
Alessio reflexionó sobre lo que implica la medida implementada por el Vaticano. “Es un avance en lo doctrinal tremendo”, afirmó. “Abre una puerta inmensa a una nueva mirada sacramental y, antes de lo pensado, a reconocer esa bendición como auténtico sacramento matrimonial”, agregó.
Él lo vivió desde cerca, ya que debido a su posición favorable al matrimonio entre personas del mismo sexo fue sometido a un juicio canónico. “Esta bendición que ahora se permite y promueve estaba absolutamente prohibida. El giro es profundo”, se alegró.
Cabe mencionar que, hace ya tiempo, la Iglesia Católica a través del Papa Francisco dio señales de apertura. Por ejemplo, en octubre se celebró en Roma la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, conocida como “Sínodo de la Sinodalidad”.
Allí se trataron temas como el rol de las mujeres en la Iglesia, el posible fin del celibato, el reconocimiento de los daños que causaron los abusos de ministros eclesiales y la reincorporación de divorciades y personas del colectivo LGBTIQ+ en la institución.
“En la práctica pastoral, de hecho, todos los temas ya son vividos y experimentados en las comunidades”, reflexionó Alessio. “Desde bendecir divorciados y recibirlos en la comunión, a un celibato que se respeta muy poco y que de hecho, a lo largo de la historia, siempre fue discutido”, detalló.
En la misma línea, el sacerdote afirmó que esto también sucede con el rol de las mujeres, al asegurar que presiden comunidades, bendicen y bautizan. “El Sínodo sólo “blanquea”, y si avanza, legalizará canónicamente lo que de hecho ya se vive”, explicó el especialista.
Al finalizar el Sínodo, a comienzos de noviembre, el Papa Francisco y “Tucho” Fernandez autorizaron que personas gays y trans puedan ser bautizadas, como así también ser padrines y testigues en bodas y bautismos. Esta medida fue expresada mediante una publicación similar.
La legitimación de lo que ya ocurre
El documento que se publicó el lunes se llama “Fiducia supplicans” (pidiendo confianza). El mismo representa un cambio importante en la postura de la Iglesia, en relación a otro texto del 2021, que firmó el entonces prefecto, cardenal español Luis Ladaria Ferrer. Dicho escrito cerraba toda posibilidad de impartir bendiciones a las uniones entre personas del mismo sexo.
Ahora, de la mano del Papa Francisco y Victor Manuel Fernández, se dio un paso hacia el lado contrario. “Esta bendición nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos. Ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio”, afirma el documento.
Es que si bien se permiten las bendiciones a personas divorciadas y del colectivo LGBTIQ+, todavía no se ve a esas condiciones como “algo natural”. La declaración subraya que quien pide una bendición “se muestra necesitado de la presencia salvadora de Dios en su historia” y manifiesta “una petición de ayuda a Dios, una súplica por una vida mejor”. La Iglesia entiende que ese pedido debe ser atendido sin exigir como condición una “perfección moral previa”.
Al respecto, Nicolás Alessio reflexionó sobre la posible implementación de esta directiva en nuestro país. “La Iglesia en Argentina atrasa mucho respecto de la posición Vaticana”, dijo. “Los Obispos son muy timoratos y conservadores. La mayoría poco preparados para estos tiempos. No creo que se pueda avanzar demasiado”, afirmó.
Quien se pronunció a través de sus redes sociales fue el sacerdote norteamericano James Martin, cuya acción pastoral es plena con personas católicas de la comunidad LGBTQ+. En ese sentido, aseguró que es un gran avance dentro de la institución para quienes integran esa comunidad.
Sin duda, aún falta un largo trecho para que la Iglesia Católica se adapte a los tiempos que corren. Muchas veces, la sociedad va muy por delante de lo que aseguran sus doctrinas. Pero que se reconozca lo que ya de por sí sucede en la vida cotidiana de sus fieles, muestra una luz de esperanza hacia la dirección correcta.