En la provincia de Corrientes, un fallo judicial dispuso que un hombre deberá abonar el equivalente de 36 sueldos, de acuerdo con el Salario Mínimo, Vital y Móvil (S.M.V.M.), a su expareja por haberle impedido estudiar y trabajar durante los nueve años en los que mantuvieron una relación.
El fallo resulta novedoso, pero se pueden rastrear antecedentes en países como España y Portugal. Cabe mencionar que la violencia económica y patrimonial es una de las tantas formas en que se ejerce violencia contra las mujeres. En estos casos, el control y el sometimiento a través del dinero es algo frecuente, pero difícil de identificar.
Según datos de una encuesta realizada este año por la Fundación Avon, “la dependencia económica es un factor de silencio”. 3 de cada 10 mujeres declararon no poder tomar decisiones respecto del manejo del dinero, o hacer uso de él libremente. Además, a la hora de pedir ayuda en situaciones de violencia, el 26% de las mujeres sintieron que no iban a poder subsistir económicamente.
¿Qué dice el fallo?
La jueza de Familia, Niñez y Adolescencia N° 4, Carolina Macarrein, hizo lugar al pedido de compensación económica por parte de la mujer correntina. A través del fallo, se supo que sufrió violencia de género mientras duró la relación y que tuvo que abandonar el hogar quedando en situación de vulnerabilidad.
El escrito del Poder Judicial provincial, detalla que la mujer “decidió poner fin a una relación de muchos años marcada por la violencia y restricciones a su libertad”. Ante esa iniciativa, explica que “quedó sin posibilidades de pagar un alquiler y tuvo que dejar el hogar compartido porque no era de su propiedad”.
La mujer había denunciado a su expareja, un efectivo retirado de la Prefectura Naval Argentina, por violencia de género. De acuerdo al fallo, si el pago se efectuará este mes, corresponderian a la suma de 4.248.000 pesos (36 salarios según el montó del S.M.V.M.).
Para establecer la compensación económica, la magistrada tuvo en cuenta que “el hombre posee un sólido ingreso económico, respaldado por la experiencia y desarrollo curricular”. Por el contrario, la mujer, “a lo largo de la vida en común, no trabajó nunca porque su pareja se lo impedía”.
“El desequilibrio patrimonial se ha ido consolidando a lo largo de la unión convivencial y se ha acentuado a extremos casi de inhumanidad luego de la ruptura”, afirmó Macarrein.
Otros casos similares
En marzo de este año, una sentencia obligó a un hombre a pagar 200.000 euros a su exmujer por 25 años de trabajo en el hogar. Esto ocurrió en Málaga (España), donde Ivana Moral fue compensada por su expareja tras no realizar una carrera profesional por dedicarle tiempo a la crianza de sus hijas y el mantenimiento del hogar.
En ese contexto, la abogada de la mujer, Marta Fuentes, brindó una nota a medios locales. Allí explicó que “ella estaba sola y un poco perdida. De repente, se divorcia y se queda con dos niñas al cargo sin tener absolutamente nada. Con 45 años y sin currículum”.
Algo similar ocurrió un año atrás en Portugal, donde el Tribunal Superior de Justicia de Portugal (STJ), sentenció al ex esposo a pagar una indemnización a su expareja por haber realizado trabajo doméstico durante sus 30 años de matrimonio.
En el fallo, los jueces explicaron que cuando el trabajo doméstico recae en una sola persona, se crea un «empobrecimiento» de esta mientras que la otra parte se enriquece.
Eso que llaman amor es trabajo no pago
Cada trimestre, Ecofeminita publica los datos de su “Encuesta Permanente de Hogares”. El último informe de este año detalla que, del total de personas que realizan tareas domésticas, un 69% son mujeres y un 31% son varones.
En la misma línea, la última Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, realizada por INDEC, muestra que en Argentina, el 91,6% de las mujeres participa de las tareas de cuidado, pero sólo el 73,9% de los varones lo hacen. En cuanto a la actividad laboral, el informe de Ecofeminita muestra que la tasa de actividad es ampliamente mayor entre los varones (la diferencia ronda el 19%).
“Esta discrepancia podría ser explicada por múltiples causas, una de ellas es que una importante porción de las mujeres en edad laboral dedican su tiempo a realizar tareas domésticas no remuneradas, en lugar de tener una actividad en el mercado de trabajo”, explicaron.
La situación de desigualdad se replica a lo largo del mundo. Según el informe de ONU Mujeres y del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (ONU-DAES), se advierte que, si se mantienen las tendencias actuales, más de 340 millones de mujeres y niñas vivirán en la pobreza extrema en 2030, y cerca de una de cada cuatro experimentará inseguridad alimentaria.
Para la ONU (Organización de las Naciones Unidas), la brecha de género en los puestos de poder y liderazgo sigue estando muy arraigada. Además, estiman que la próxima generación de mujeres seguirá dedicando una media de 2,3 horas diarias más que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.