En las elecciones presidenciales del pasado domingo, se llevó a cabo una consulta popular en la que el pueblo de Ecuador debía decidir la continuidad del extractivismo del petróleo en el Amazonas. Como resultado, el 59,31% de les electores aprobó suspender la explotación petrolera en un sector del parque amazónico del Yasuní. Según fuentes oficiales, participó el 98% de les votantes.
Dentro del Parque Nacional Yasuní, de un millón de hectáreas, existe un área de 982 hectáreas llamada “Bloque 43-ITT”. Se trata de un importante yacimiento de crudo dentro del corazón de la Amazonía ecuatoriana. Pero tras el plebiscito, más de la mitad de la población expresó su voluntad de detener la explotación petrolera.
Esta consulta nacional fue promovida por Yasunidos, un colectivo ambientalista que desde hace 10 años libra una batalla legal con los organismos electorales de Ecuador. El fallo de la Corte Constitucional indicó que las instalaciones dentro del Bloque 43-ITT deben ser desmanteladas en el plazo de un año.
La actividad petrolera comenzó en los años 80. Hasta ahora, por día se producen 55.000 barriles de crudo, que equivalen a aproximadamente el 11 % de la producción nacional de petróleo, unos 480.000 barriles diarios. El Gobierno de Ecuador expresó que esto daba beneficios por 1.200 millones de dólares. No obstante, les ambientalistas consideran que la renta es mucho menor y que se puede compensar con un impuesto a la riqueza.
Proteger al Yasuní del petróleo
El sector donde está ubicado el yacimiento petrolero alberga más 2.000 especies de árboles y arbustos, 204 de mamíferos, 610 de aves, 121 de reptiles, 150 de anfibios y más de 250 de peces. El área natural protegida abarca un millón de hectáreas.
Pero allí también habitan comunidades indígenas, como los tagaeri, taromenane y dugakaeri, que se encuentran en aislamiento voluntario ya que su zona intangible limita con el Bloque 43-ITT. Desde Yasunidos sostienen que tanto el actual presidente de Ecuador como el ministro de Justicia ejercen una negación sistemática de los pueblos indígenas aislados. Además, definen a la extracción de petróleo como un etnocidio ya que la Constitución Nacional del país prohíbe la explotación en territorio de pueblos no contactados.
“Los territorios de los pueblos en aislamiento voluntario son de posesión ancestral irreductible e intangible, y en ellos estará vedada todo tipo de actividad extractiva. El Estado adoptará medidas para garantizar sus vidas, respetar su autodeterminación y voluntad de permanecer en aislamiento, y precautelar la observancia de sus derechos. La violación de estos derechos constituirá delito de etnocidio”, establece el Art. 57.
“La plata del petróleo no nos ha sacado de la pobreza”
“Entre enero de 2007 y enero de 2013, en el gobierno de Rafael Correa se generaron ingresos petroleros por 51.497 millones de dólares. Es mucho más que los 18.292 que se pretendía obtener del Yasuní. Sin embargo, con esta enorme cantidad el país no logró superar la pobreza”, denuncian desde la página web de Yasunidos.
“No es verdad cuando se argumenta que el ITT es el fin de las miserias del país. Y el dinero equivalente puede sacarse de otras partes sin violar derechos humanos y de la naturaleza en Yasuní”, agregan.
Les ambientalistas sostienen que para reemplazar las ganancias del petróleo se debe aumentar la carga tributaria de los grupos económicos. “En 25 años se generarían más de 20 mil millones de dólares que compensarían los 18.292 millones que se pretenden extraer de la reserva natural”, indican.
Además, sostienen que los ingresos de los 110 grupos económicos más grandes del país representan el 62% de todo el Producto Interior Bruto (PIB). Los impuestos que debieron abonar han decrecido a pesar de que sus ingresos aumentaron.
En reemplazo del petróleo, proponen hacer uso del bioconocimiento y el turismo. En el caso del bioconocimiento, mencionan que el Yasuní guarda secretos como hongos degradadores de poliuretano, es decir, plástico.
Por otro lado, el turismo actualmente genera 25 más plazas de trabajo que el petróleo. Hay comunidades amazónicas que concentran sus actividades económicas en turismo. Gozan de mejores condiciones de vida que aquellas que dependen directamente de la industria petrolera como el caso de la comunidad Añanku.