En agosto de 2019 salió por primera vez en edición física la obra “Infierno Grande” de Guido Barsi y Rafael Martins Da Costa. Una historia grande para lo pequeña que es, pero efectiva. Haciendo referencia a la segunda parte del popular dicho, este relato pone al descubierto algunas costumbres lamentables universales. Eso sí, todo como un thriller.
El libro de 64 páginas tuvo una tirada de 300 ejemplares, editados bajo el sello de Pi Ediciones (Índigo).
Los sospechosos de siempre
Elbio visita un pueblo alejado de todo. Una mujer lo aborda en el bar con intenciones… románticas. Uno de los lugareños lo increpa sobre el motivo de su visita, pero el joven no responde. Sufre una bienvenida poco cálida y muy recelosa, como si algo estuvieran ocultando.
Al día siguiente, la mujer del bar es encontrada asesinada en su departamento, y los testigos afirman que fue vista por última vez hablando con Elbio. La investigación no solo descubrirá la identidad del asesino, si no que también removerá el turbio pasado del pueblo, y oscuros secretos.
Pueblo chico…
Cuanto más cercanos somos, más grandes se ven los problemas, esta es la esencia de la frase “Pueblo chico, Infierno Grande”. Guido Barsi aprovecha este concepto para narrar este thriller policial con tintes folklóricos, y sobrenaturales. La idea de un pueblo aislado de todo es aprovechada para graficar el tamaño de la impunidad que permite el aislamiento.
Todos los ingredientes que el autor utiliza están relacionados con la historia argentina, ya sea referente a la actual sociedad, o los pueblos originarios. La misteriosa llegada de Elbio al pueblo grita que algo no está bien, y quizá actúa en contra de la resolución del misterio, pero hay elementos más interesantes. Esto hace que la trama sea disfrutable, ya que el camino importa más.
El desprecio a los forasteros en los lugares aislados refiere, al menos en este caso, a los secretos incómodos. El comportamiento agresivo del personaje que reconoce a Elbio no responde a que el extranjero sea un incordio para la tranquilidad. Esta actitud refiere a la amenaza externa frente a una verdad que no quieren que se devele.
El accionar ilegal del poder, las operaciones encubiertas, el ostracismo y el racismo son varios de los elementos utilizados aquí. También parte del folklore relacionado con los pueblos originarios se hace presente en la obra. Las ideas de justicia y venganza se vuelven confusas, llegando al punto donde los personajes no diferencian una de otra.
Blanco, negro y grises
El arte de Martins Da Costa es de alto contraste. Solo con negros saturados y espacios blancos diseña cada viñeta. Es interesante que se mantenga este tipo de composición en contraste con los grises que marca la narrativa. Este tipo de técnica funciona en complemento a la historia, dando un aire más duro, y violento a lo que se cuenta página a página.
No es una historia gentil, así como no lo son los trazos de Martins Da Costa. El blanco que representa la nieve contagia todas las viñetas, como si el frío fuera parte de la personalidad de los personajes (y algo de eso hay). A su vez, los negros saturados solo consiguen esbozar sensaciones de gris mediante texturas.
Sin embargo, los grises verdaderos aparecen con el desarrollo de los personajes, donde nadie es bueno por completo. Y donde las consecuencias alcanzarán a todos aquellos que hayan perpetrado algún mal.
Infierno Grande es una historia corta, pero significativa. Un thriller que apuesta sobre la pertenencia y las heridas autóctonas, y destila el amargor del resentimiento como motor para varios personajes. Un relato violento como los secretos que se guardan en este pueblo.