El fin de semana pasado, llegó a Buenos Aires la obra que ya fue furor en escenarios como New York y Ecuador. Hielo Negro es una pieza creada por Luciana Acuña y Luis Biasotto, con la adición de la genial dramaturga Mariana Chaud para la composición de textos. La puesta tiene un poco de todo y no deja de sorprender desde el primer minuto hasta el final.
Hay mucho humor, irracionales escenas y una entrega total de los actores que están en continuo movimiento. Las funciones son de viernes a domingos a las 20 horas, en el Teatro Sarmiento (Av. Sarmiento 2715), perteneciente al Complejo Teatral de Buenos Aires.
El origen del Hielo negro
La idea original nace de parte de dos integrantes de la talentosa y heterogénea agrupación teatral Krapp. A principios del año 2019, Acuña y Biasotto viajaron a Nueva York, tras una invitación a hacer una residencia en el Dana Arts Center. Esta estadía llena de nieve los inspiró a crear una historia propia.
El nombre de la obra es producto de una casualidad. En una ocasión Acuña y Biasotto vieron que cuando menguaba la temperatura se formaba una capa fina trasparente sobre el suelo que los habitantes de la región llaman “hielo negro”. Algo que es peligroso y llamativo al mismo tiempo se convirtió en su principal fuente de inspiración. En ese país la primera versión de la obra ya subió a escena, pero no sería la definitiva.
En 2020 este dúo creativo diseñó en plena pandemia una versión de la misma pero como una producción audiovisual. Sin embargo, nunca perdieron la esperanza de que la obra se pudiera subir al escenario porteño con la vuelta a la presencialidad.
Lamentablemente, en el 2021 Luis Biasotto falleció por coronavirus, tan solo tenía 49 años. Su compañera continuó con el proyecto de llevarlo al Teatro Sarmiento, pero esta vez, más como un homenaje a su querido amigo que como un sueño personal. Para esto convocó a tres artistas que complementaron la actual puesta.
Teatro experimental, presente
El show completo es difícil de describir, ya que transita por varios estilos y géneros creativos. Desde su inicio desconcierta totalmente al espectador. Dos integrantes de la compañía con trajes que los cubren casi de pie a cabeza se deslizan al ritmo de la música. En total sincronicidad, como dos animales carentes de extremidades, brindaran una danza a nivel del piso, haciendo uso de mucho desparpajo y destreza. En los siguientes cuadros se irán sumando los demás integrantes para brindar un espectáculo bajo la audaz dirección de la propia Acuña, que va mutando su creación sin límites. Las originales y divertidas coreografías de Ana Inés García subrayan el trabajo actoral.
La obra por momentos no tiene nada de texto pero la expresividad llega de la mano de la constante entrega física de todo el equipo. Por otro lado, entre saltos, gestos, proyecciones e improvisaciones hay una total ruptura de la cuarta pared. Hacia el final, incluso les espectadores atestiguan una nevada. Este grupo de artistas parecen no tener techo y despiertan las risas de todas las edades. Todo es sorpresa, con cosas que caen de improviso a escena o que pasan por arriba de las plateas hasta las manos de los actores.
Un equipo ganador
Les cuatro artistas que se suben a las tablas son muy difíciles de destacar, todes están increíbles. Cada une de elles suma una cuota particular de talento para este show vanguardista, donde les espectadores tienen que dejarse llevar y jugar con su imaginación. Ellos son Milva Leonardi, Francisco Dibar, Santiago Gobernori, y Luciana Acuña.
En un principio, solo cuatro personajes representan casi tres cuartos del espectáculo. Luego se suma Matías Sendón, quien es realmente el diseñador de la puesta. Sendón interactúa en off, como jugando a ser un director, pero termina también sobre el escenario tras los pedidos reiterativos del resto del equipo.
Además, el show cuenta con una acertada música original de Gabriel Chwojnik, que acompaña cada movimiento sincronizandose a la compañía. El vestuario, unos trajes tan llamativos como originales, son producto de la imaginación de Mariana Tirantte. Mientras, el diseño de escenografía quedó a cargo de Ariel Vaccaro, cuya creación terminará parcialmente destruida al finalizar la función.