Hoy en día existen diferentes maneras de construir edificios que impacten de una manera mucho menor en el medioambiente. Por ejemplo, hay construcciones que son hechas con materiales reciclables, como la madera o el barro. Otras, siguen una serie de lineamientos que reducen el consumo energético. Estas últimas son conocidas como “casas pasivas”.
Al realizar este tipo de viviendas, se utiliza su propia arquitectura para mantenerlas cálidas en invierno y frescas en verano. De esta manera, se puede llegar a reducir el consumo energético hasta un 90%.
En relación a ello, el científico Berthold Kaufmann explicó a BBC Mundo que el ahorro de energía no debe ser un tema propiamente del usuario. “Es algo técnico que puede y debe resolverse con los componentes de la arquitectura y a través de conocimiento técnico”, destacó.
Con un correcto aislamiento, el estudio de la orientación del sol y de las condiciones climáticas del entorno, este tipo de construcciones pueden reducir el consumo energético a un nivel mínimo.
Si se tiene en cuenta que una vivienda convencional consume entre 150 y 300 kw por m2 por año, una construcción pasiva tendrá el objetivo de consumir un máximo de 15 kw por m2 en el mismo período de tiempo.
Los principios de una construcción pasiva
Partiendo de esta base, se puede decir que hay cinco principios básicos que rigen para una casa pasiva estándar. Por ejemplo, se tendrá en cuenta el aislamiento térmico.
En relación a ello, Kaufmann explicó: “En climas fríos, es preciso utilizar capas de aislamiento de 20 o 30 centímetros. Aunque en climas templados no es necesario que sean tan gruesas”.
Por otro lado, habrá que hacer hincapié en la hermeticidad. Para esto, se realizarán pruebas para ver por dónde sale y entra el aire y, de esta manera, poder corregirlo.
A su vez, otro punto a destacar es la calidad tanto de puertas como de ventanas. Las casas pasivas se ocuparán de tener, por ejemplo, ventanas con triple vidrio para evitar que el calor se pierda.
En esta línea, otra característica relevante es la reducción de puentes térmicos, que serán los lugares donde se rompe la superficie aislante. Un ejemplo de esto es que esta situación se dé por un clavo o el marco de una ventana de aluminio.
Y por último, y no de importancia menor, es asegurar que la vivienda pasiva tenga un sistema de ventilación con recuperación de calor.
Las mismas tendrán un sistema de ventilación mecánica que permitirá que se filtre el aire; y, a su vez, se recupere el propio calor de la casa para calentar el aire que ingresa. De este modo, no será necesario tener que abrir las ventanas.
Más detalles sobre las casas pasivas
Lo que hay que tener en cuenta es que cualquier vivienda puede transformarse en una casa pasiva. Obviamente, aquellas que serán más eficientes son las que ya se hayan construido con esos parámetros; pero según explica Kaufmann, se pueden renovar casas siguiendo el concepto passivhaus.
El arquitecto español Nacho Cordero, que se ha formado en este concepto, lo explica con la siguiente analogía: “Imagínate que te vas a hacer un barco, y la forma de diseñarlo es hacerle una bomba de achique para que no se hunda”.
“La arquitectura pasiva es lo contrario a esto. Es intentar que el barco no necesite la bomba de achique o que la tenga solo para una emergencia”, mencionó.
En cuanto al valor, queda claro que invertir en materiales de calidad va a encarecer el proceso de construcción. Sin embargo, Kauffmann destacó que “es un poco más caro, pero no mucho más”. En porcentajes, se estima que será un 5% o 6% más.
Por último, Kaufmann destacó que “se trata de pensar en el futuro”. En este sentido, agregó: “La arquitectura pasiva requiere de un consumo energético tan bajo que podría abastecerse sólo de energías renovables, algo imposible actualmente para los edificios convencionales”.