viernes 3 de mayo de 2024

La policía quemó un merendero que alimentaba a 100 familias

En la madrugada del domingo, un comedor del barrio 1 de noviembre en Ciudad Evita, fue destruido por autoridades policiales. Sara Herrera, vecine del barrio, se comunicó con NAP para relatar los hechos
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“Es muy difícil conseguir un trabajo. No es que no queramos ir a trabajar, muchos no terminaron el secundario y hoy para conseguir algo te piden secundario”, expresó Sara, vecina del barrio 1 de Noviembre. Crédito: Sara Herrera

No es la primera vez que les vecines del barrio 1 de Noviembre, ubicado en Ciudad Evita (La Matanza, Buenos Aires) deben soportar el hostigamiento y la represión policial. Las autoridades policiales actúan sin piedad frente a les niñes y familias que se alimentan en el merendero. 

Sin embargo, el nivel de violencia alcanzó un límite mayor, al incendiar uno de los merenderos del barrio. A raíz de esto, les vecines se han planteado resistir a la presión policial y seguirán luchando por obtener un derecho básico: la vivienda digna. 

Para conocer más sobre este hecho y otros eventos evidenciados en el sitio, Nota Al Pie dialogó con Sara Herrera, vecine del barrio 1 de noviembre, quien relató cómo se siente vivir con la discriminación constante por parte de la policía. 

Una realidad y un final previsible

“Esto viene desde el 8 de diciembre, cuando habíamos pactado con la policía local de palabra, sin papeles de por medio, que los 5 merenderos se mantenían en el barrio. Pero ese mismo día, un merendero ubicado en Ruta 21 y Cristania fue desalojado”, explicó Sara.

Seguido a ello, los primeros días de marzo de este año dialogaron con Mamani y Pablo Pimentel y llegaron al acuerdo de volver a levantar el merendero el día 12 de este mes. Sin embargo, ese mismo día, la policía les dijo que tenían una cautelar y que los merenderos no podían seguir en pie. 

“Le dijimos que el jefe departamental nos permitía hacerlo. Llamamos a Pablo Pimentel, y nos dijo que sí, que podíamos seguir armando el merendero. Pero nada de lo que hablamos importó”.

“En la madrugada del domingo, a las tres de la madrugada vinieron dos patrulleros, y prendieron fuego uno de los merenderos. Por suerte, el merendero estaba solo porque las familias se retiraron del lugar por el frío, pero habían dejado ahí mesas, ya que no lo terminaron de armar. No tenían orden, vinieron y lo prendieron fuego de una”, relató la entrevistada.

“Tenemos mucha bronca e impotencia por cómo actúan. Primero te prometen algo y después actúan a su manera, por más que haya sido de palabra, ellos prometieron que iban a dejar los merenderos y que las familias sigan luchando”, agregó.

En cuanto a la discriminación policial aseguró: “Nos sentimos discriminados cuando nos reprimen. Ellos pasan todos los días por acá y nos denigran sin razón, porque no robamos, solo reclamamos y pedimos una vivienda digna, un derecho”. Si bien confirmó que no los agredieron físicamente, el maltrato verbal es constante. 

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Mientras el Estado no dé una respuesta, les vecines seguirán luchando por una vivienda digna y el cumplimento de sus derechos básicos para vivir. Crédito: Sara Herrera

“Los demás vecinos comprenden la situación que estamos pasando y que necesitamos una vivienda digna. Las familias no nos dicen nada y están de acuerdo con nuestra lucha”, explicó. Y la situación se vuelve dramática, al relatar la situación de aquelles que asistían diariamente al merendero.

Al merendero quemado asistían 100 familias, que quedaron en la nada misma. En total, son 250 familias que se sustentan con cuatro comedores. “Estamos con lo justo. Nos habían dicho que nos iban a enviar alimentos, pero no recibimos nada”, manifestó Sara.

Intereses políticos de por medio

Según confirmó Sara, “muchos políticos están interesados en estas tierras, tanto como afip o sindicatos. La policía misma también quería hacer un proyecto de arboleda, un parque. En cada mesa de diálogo, nos dicen que hay un proyecto y no se puede habitar, pero consíganos un lugar para poder habitar”. 

A su vez, agregó: “No estamos pidiendo que nos regalen. Si no dan el lote vacío, con el que podamos pagar una cuota social por mes, accesible a cada familia, lo hacemos. Ellos piden tres salarios mínimos y la gente acá a gatas estamos trabajando. Mi marido trabaja hace 2 meses y estamos peleándola, tanto como todas las familias”. 

Por otra parte, habló sobre el hostigamiento hacia los menores de edad que viven en el barrio. “Hace dos semanas atrás vino un patrullero, y puso el auto encima a los chicos que jugaban en la vereda a unos metros del merendero. Les decían que no tenían que estar acá, que se tenían que ir”.

“Los chicos vinieron asustados a contarnos. Entonces, los adultos fuimos a pedirles que les hablen bien a los chicos, y en todo caso que les piden educadamente que se retiren, porque son menores” indicó molesta por la situación, casi diaria, que evidencian frente a las conductas de choque policial.

Les vecines denuncian abandono por parte del Estado

La situación es dramática. Les vecines denuncian la ausencia una respuesta clara por parte del Gobierno provincial y estatal. “No tenemos una contención del estado, no recibimos ninguna ayuda. Nos dejaron abandonados, estamos con lo justo y necesario”, reclamó Sara.

Según relató la vecina, en la mesa de diálogo les pidieron a las autoridades útiles para que los chicos puedan comenzar la escuela, pero no cumplieron con el pedido. 

“Tengo una compañera del barrio que tiene 8 niños, y ninguno pudo comenzar la escuela. Entre todos los vecinos, le dimos mochilas, o útiles usados para que por lo menos los más grandes pudieran pensar. Estuvieron la primera semana sin ir a la escuela porque se hace complicado”, afirmó.

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Les vecines necesitan que el gobierno actúe y reclaman una mesa de trabajo, dejando en claro que no quieren tierras regaladas. Crédito: Sara Herrera

Además, no solo denunció abandono estatal en cuanto a lo educativo y habitacional, sino también en el ámbito de la salud. “En el barrio hay nenes con discapacidad o enfermedades crónicas en abandono. También necesitamos agua potable, tomamos agua contaminada con lavandina y con loro, pero tomamos igual porque no tenemos otra cosa”, comentó Sara. 

“Estamos en un abandono total. Desde que estamos acá, nunca vino ningún intendente de la municipalidad a hablar con nosotros que estamos peleando por una vivienda digna. Solo recibimos ayuda por parte de organizaciones, organismos o personas que se acercan, pero tenemos lo justo y necesario. Hacemos una Vaquita entre todas las familias para comer entre todos”, insistió.

Por otra parte, Sara comentó que en el barrio hay muchas mujeres que sufren violencia de género y lo único que las salva es el merendero ya que es su lugar de escape. Sin embargo, es muy difícil continuar sin el apoyo y acompañamiento del estado. El gobierno no ve la realidad de cada familia, la historia y los problemas de cada uno. 

“Tenemos muchas situaciones de violencia que no pudimos denunciar porque las mujeres están muy asustadas. Fueron varias ocasiones de mujeres que pasan por situaciones así y no sabemos qué hacer. Las llevamos al merendero y las protegemos ahí, pero el violento la sigue y las quiere golpear ahí”, aseguró Sara.

Promesas sin acción por parte de la municipalidad

El 26 de enero fue la última vez que les vecines hablaron con el secretario de la municipalidad, Gustavo. Ese mismo día, llegaron a un acuerdo en donde se comprometieron a asistir a los cuatro comedores y merenderos de la zona. Dentro del acuerdo, habían prometido conseguir mercadería y no desalojar el lugar. 

Sin embargo, no se cumplió nada hasta el día de hoy.  Las palabras fueron con el viento y les vecines siguen esperando una respuesta concreta por parte de las autoridades. Las únicas soluciones que les dan son represión y hostigamiento.

“Lo importante es que esperamos conseguir una mesa de diálogo, también que no abandonen a las personas que estamos luchando, que no nos repriman y no nos hostiguen, queremos una vivienda lo antes posible”, es el pedido de Sara y todo el barrio 1 de noviembre.

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