Días atrás se dio a conocer el último informe de impacto publicado del Grupo de Trabajo II del Grupo intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). El escrito se llama «Cambio Climático 2022: Impactos, adaptación y vulnerabilidad», y en él trabajaron más de 270 científiques.
Según les científiques del clima de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el cambio climático ya ha reducido la producción de alimentos e incrementado los desastres naturales. En este sentido, alertan que casi la mitad de la población mundial es altamente vulnerable al cambio climático.
Hoesung Lee, director del IPCC, sostuvo que «este informe es una advertencia urgente sobre las consecuencias de la inacción. Tomar medidas a medias ya no es una opción». El informe también asegura que «estamos en una situación de extrema urgencia pero tenemos una ventana de oportunidad».
Datos del reporte
El cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta. Por eso, el trabajo asegura que cualquier retraso en la acción global puede hacernos perder la oportunidad para asegurar un futuro habitable y sostenible para todes.
En este sentido, expresa que casi la mitad de la población mundial, lo que equivale a más de 3.300 millones de personas, vive en contextos vulnerables al cambio climático.
Dentro de las alarmas que muestra el informe, se menciona la escasez de agua. Según el IPCC, con el calentamiento estipulado, de 800 a 3.000 millones de personas en todo el mundo sufrirán escasez de agua crónica.
En lo que respecta al impacto en los ecosistemas, para realizar este informe se analizaron 100.000 especies. Según el reporte «el riesgo de extinción va a ser muy alto si no se toman medidas de mitigación». Les cientifiques señalan que el riesgo de extinción de especies amenazadas será 10 veces mayor con un aumento de 3 ºC en comparación con un calentamiento de 1,5 ºC.
Punto de no retorno ecológico
Otros de los aportes de la investigación se relacionan con el punto de no retorno social, que se añade al punto de no retorno ecológico.
Además, el informe menciona la “mala adaptación” que se está realizando al, por ejemplo, plantar árboles donde antes no había. Y, por otra parte, de los costos de vida, los cuales aumentarán debido a los daños que puede causar el calentamiento global.
A su vez, el IPCC hace hincapié en las posibilidades y necesidades de adaptación y mitigación basadas en los ecosistemas. Subrayan que el mantenimiento de la resiliencia de la biodiversidad y de los servicios de los ecosistemas depende de la conservación efectiva de, aproximadamente, el 30% al 50% de las zonas terrestres, de agua dulce y de los océanos de la Tierra.
¿Ahora qué hacemos?
El mensaje principal es claro: actuar ahora puede asegurar nuestro futuro. Tal y como quedó de manifiesto durante la última Cumbre del Clima celebrada en noviembre en Glasgow, se estima que, con los planes actuales de los gobiernos, el calentamiento en 2100 se situaría entre los 2,3 y 2,7 °C.
El informe de les expertes sostiene que «las acciones a corto plazo que limitan el calentamiento global cerca de 1,5°C reducirían sustancialmente las pérdidas y los daños previstos en los sistemas humanos y los ecosistemas, en comparación con niveles de calentamiento más altos, pero no pueden eliminarlos todos».
Asimismo, el IPCC vincula los fenómenos extremos con un empeoramiento de los conflictos violentos y con las migraciones forzadas, al propiciar la inseguridad alimentaria, la malnutrición y la destrucción de los hogares o la inviabilidad de sus terrenos agrícolas de millones de personas.
Ahora faltan respuestas. En marzo, los Gobiernos se reunirán en las Naciones Unidas para negociar un Tratado Mundial sobre los Océanos que permita la creación de áreas protegidas en los océanos mundiales.
Meses después, se congregarán en la COP15 de la Cumbre de Biodiversidad de las Naciones Unidas (CDB), donde deben comprometerse a proteger, al menos, el 30% de las áreas terrestres y marinas para 2030.Los impactos del cambio climático son cada vez más complejos y ponen en riesgo los modelos de desarrollo sostenibles y la justicia social. Por lo tanto, son necesarias transiciones integrales e inclusivas en los sistemas energéticos, alimentarios, industriales y urbanos que proporcionen un desarrollo equitativo y resistente al clima.