El pasado miércoles 10 un grupo de pescadores halló en el río Paraná el cuerpo sin vida de Lautaro Rosé, y su familia que se encontraba en el lugar lo reconoció. El adolescente estaba desaparecido desde la madrugada del lunes. Ese día, la Policía de Corrientes realizó una “razzia” contra un grupo de jóvenes que estaban en la Costanera Sur de la capital provincial.
La reconstrucción de la Fiscalía y de los testigos sobre qué pasó con Lautaro conecta su desaparición y su muerte con la policía. El lunes a la madrugada cerca de las 4:30 horas, decenas de uniformados llegaron en motos y patrulleros a la salida de la sede de Boca Unidos, en la Costanera Sur. Había un evento por el Día del Empleado Municipal y alguien había llamado al 911 por una supuesta pelea.
En ese contexto, el personal policial golpeó al joven de 18 años y a su amigo. “Según cuenta su amigo, él y Lautaro fueron golpeados brutalmente por la policía hasta desmayarlos. Cuando reacciona lo primero que hace es mirar si estaba mi sobrino, pero ya no lo encontró”, relató en declaraciones a Página 12 Darío, tío de la víctima.
La versión policial es que asistieron al lugar porque habían recibido un llamado sobre una supuesta pelea entre menores. Pero, según relataron los testigos, los efectivos comenzaron a amedrentar a les chiques a los gritos, con golpes y apuntando con sus armas. Gran parte de quienes estaban allí decidieron correr, algunos hasta la zona de la Costanera Sur.
Por su parte, en los días posteriores a su desaparición, amigues, familiares y gente de la zona se movilizaron para pedir su aparición con vida. La manifestación fue en el barrio Trujillo de la capital correntina, donde vivía Lautaro. Luego de encontrar el cuerpo volvieron a marchar pero para pedir justicia.
La causa de Lautaro Rosé
El lunes, familiares de Lautaro encontraron sus zapatillas, secas, tiradas en la orilla del río. Cerca de ellas identificaron también vainas de balas de goma. Tanto testigos como el tío del joven aseguraron que el cuerpo presentaba golpes y esperaban la incógnita de si había recibido disparos.
La Fiscalía informó que según el resultado de la autopsia el joven “no presentaba lesiones traumáticas que denoten algún grado de violencia ejercida en el cuerpo”. Las primeras conclusiones preliminares orientan a una muerte originada por asfixia por sumersión, pero para el informe final se esperan resultados de laboratorio.
En la misma línea, el fiscal Gustavo Robineau acusó a 11 policías del Grupo de Respuesta Inmediata Motorizada (GRIM) que participaron de la persecución al grupo de jóvenes en la costanera. Esto es por los delitos de incumplimiento de los deberes de funcionario público, apremios ilegales, amenazas y abandono de persona agravado seguido de muerte.
La policía que no cuida
El caso de Lautaro Rosé recuerda a la historia de Ezequiel Demonty, el joven de 21 años a quien en 2002 nueve policías federales detuvieron, torturaron y obligaron a saltar al Riachuelo. Esto fue a la altura del Puente Uriburu que conecta el barrio Pompeya, de la Ciudad de Buenos Aires, con Valentín Alsina. A Ezequiel lo encontraron ahogado una semana después.
Santiago Maldonado, Facundo Astudillo Castro, Camila López, Danilo Sansone, Carlos Aníbal Suárez, Gonzalo Domínguez, Facundo Ferreira y Luis Espinoza, son algunos de los nombres de jóvenes que salieron de sus casas, no volvieron y la policía está involucrada.
Durante el 2020 la Secretaría de Derechos Humanos recibió 531 denuncias de abusos policiales entre fines de marzo y principios de agosto, incluyendo 25 muertes. En comparación, la misma entidad recibió solo 71 denuncias entre diciembre de 2019 y marzo de 2020.
En la misma línea, según el Primer Registro Nacional de Violencia Policial en Pandemia, elaborado por el Observatorio Social de Juventudes (OSJU) del Instituto de Investigación Social, Económica y Ciudadana (ISEPCi), en la primera etapa de ella se cometieron 156 casos de abusos y violencia ejercida por las fuerzas de seguridad en todo el país.