
“En las escuelas rurales es difícil implementar la Educación Sexual Integral”. En este mito, junto a otros, se propuso ahondar el Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género (CInIG), de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Por ello, organizaron una serie de conversatorios para indagar en el tema. Este jueves 2 de octubre se realizó la segunda edición, bajo el nombre “ESI y Educación Rural. Diálogos en Construcción”.
Allí, de forma virtual y abierta al público, compartieron sus experiencias dos expertes en el tema: el Doctor en Educación Santiago Zemaitis y la investigadora por la UNLP, Moira Severino.
La charla se dio en el marco del 19° aniversario de la sanción de la ley de Educación Sexual Integral (ESI) de Argentina, n° 26.150, el 4 de octubre de 2006. La misma establece el derecho para todes les niñes, adolescentes y jóvenes a recibir estos conocimientos en todos los establecimientos educativos del país.
La realidad de la ESI en las escuelas rurales: un área de vacancia
“¿La ESI es urbana?”, se preguntaba Santiago Zemaitis en el conversatorio del CInIG. A esa cuestión sumaba otro interrogante: “¿cómo pensar en lo integral de la educación sexual si somos personas distintas, con realidades sociales diferentes?”.
Ante esos cuestionamientos se presentan algunas respuestas. En una edición anterior de “ESI y Educación Rural. Diálogos en Construcción”, el profesor y licenciado en Geografía Oscar Lossio planteaba que “hay cosas que no dependen de si el colegio es rural o urbano, sino de cuál escuela rural o cuál escuela urbana se habla”.
En el mismo evento, la docente e investigadora Gisela Manzoni explicó que el tratamiento de la ESI en la educación rural es una área de mucha vacancia en la investigación. Para ejemplificar, ilustró cómo se compone esta área en la provincia de Buenos Aires.
Explicó que este territorio cuenta con 1428 escuelas rurales primarias, en donde trabajan 3296 docentes. De ellas, 842 establecimientos son unidocentes, y 46 tienen un solo estudiante. A los colegios rurales asisten alrededor de 45600 alumnes.
“Cuando hablamos de la escuela primaria rural en PBA estamos invocando todas estas características y también las particularidades de cada establecimiento. Lo primero que deberíamos hacer es delimitar y especificar a qué nos referimos. El espacio rural no es único ni atemporal. ¿Cuáles son estas escuelas?”, introducía la especialista.
Sin embargo, habló de algunas situaciones que suelen repetirse en estos colegios. Por una parte, y sobre todo en aquellos que no están lejos de las ciudades, no sólo asisten estudiantes de las zonas rurales, sino también de lugares urbanos. Por ello hay que tener en cuenta la particularidad de cada alumne.
A su vez, Manzoni se refirió a la complejidad de que muchas escuelas rurales son plurigrado, es decir que en un mismo curso conviven niñes de diferentes edades. Esto presenta dificultades a la hora de compartir contenido de ESI.
Y se refirió a la costumbre de les educadores de asimilar elementos del ambiente con la experiencia humana. “En los ambientes rurales se tiende a forzar la relación entre naturaleza y cultura”, reflexionó.
“Tomamos los ejemplos que nos sirven para reforzar los estereotipos de género, pero no los que permiten cuestionarlos”, concluyó. “La naturaleza es tan diversa y amplia que tenemos desde machos hasta hembras que van a cazar”.
El ataque a la ESI
En el primer conversatorio de “ESI y Educación Rural. Diálogos en Construcción”, Gisela Manzoni también compartió que las escuelas rurales ofrecen prácticas institucionales más relajadas, lo que permite una mayor vinculación con la familia y la comunidad. “Muchas personas se acercan a pedir ayuda por situaciones de violencia de género, ya que ven al establecimiento como un lugar de referencia”, explicitó.
Sin embargo, les docentes que trabajan en la ruralidad encuentran dificultades a la hora de trabajar con contenidos de la ESI. Oscar Lossio manifestaba que en ocasiones, los cursos para formarse en esta temática se hacen sólo en las ciudades.
A eso se suman otros escollos que diferentes sectores sociales conservadores imponen a la implementación de la ESI. A esto se refirió Santiago Zemaitis en la segunda edición del conversatorio.
“La vida democrática, junto con otros factores culturales y sanitarios, posibilitó que la educación sexual sea incorporada en las agendas y gestiones educativas de los años ´80. Con esta referencia histórica, y pensando en los últimos años, probablemente la ESI y los enfoques críticos como el género, sólo sean posibles en sociedades democráticas”, afirmó.