
El litio, considerado el «oro blanco» del siglo XXI, se ha posicionado como un recurso estratégico en América del Sur, especialmente en Bolivia y Argentina. Sin embargo, su extracción generó fuertes controversias en ambos países.
En Bolivia, la justicia suspendió contratos de explotación debido a las preocupaciones ambientales y sociales. Mientras tanto, en nuestro país, se denunciaron prácticas de subfacturación en las exportaciones, lo que ha generado debates sobre la soberanía y el control estatal de este recurso.
Bolivia: Justicia y comunidades frenan la industrialización sin consulta
En las últimas horas, el Juzgado Mixto de Colcha K ordenó la suspensión inmediata de los contratos de explotación de litio firmados con empresas de China y Rusia, tras una acción popular presentada por 53 comunidades indígenas del salar de Uyuni. La medida judicial exige al gobierno demostrar el impacto ambiental de los proyectos antes de continuar con su ejecución.
Los contratos, que contemplaban inversiones de hasta 2.000 millones de dólares, fueron criticados por su falta de transparencia y por no cumplir con la consulta previa a las comunidades afectadas, tal como establece la Constitución boliviana.
Además, organizaciones como la Fundación Solón y la Fundación Jubileo advirtieron sobre los riesgos económicos y ambientales de estos acuerdos, señalando que podrían dejar al Estado boliviano con utilidades mínimas y asumir la mayoría de los riesgos.
El expresidente Evo Morales también se sumó a las críticas, acusando al gobierno de «entregar el litio a extranjeros», y de ignorar las protestas y cuestionamientos técnicos y jurídicos de especialistas.
Argentina: Denuncias por subfacturación y falta de control estatal
En nuestro país, el titular de la Cámara Latinoamericana del Litio, Pablo Rutigliano, presentó una denuncia ante la Justicia Federal por un supuesto «saqueo sistemático» del litio. Según el documento, las empresas exportadoras habrían declarado valores significativamente inferiores a los precios internacionales de referencia, generando una pérdida estimada de más de 400 millones de dólares para el país .
La denuncia también critica la falta de reconocimiento del litio como un commodity estratégico y la inexistencia de un mercado interno soberano, lo que coloca a Argentina en una situación de extrema vulnerabilidad. Además, se señala que el país exporta el 100% de su litio sin contar con herramientas para controlar precios, contratos ni garantizar la transparencia jurídica.
Estas denuncias se suman a las preocupaciones ambientales y sociales en regiones como Jujuy y Catamarca, donde comunidades locales expresaron su oposición a la actividad minera por su impacto en los recursos hídricos y la falta de beneficios para las poblaciones locales.
Un debate regional sobre el futuro del litio
La situación en Bolivia y Argentina refleja un debate más amplio en Latinoamérica sobre cómo gestionar los recursos naturales de manera sostenible y equitativa. Mientras el litio representa una oportunidad para el desarrollo económico y la transición energética, también plantea desafíos en términos de soberanía, transparencia y justicia ambiental.
Las demandas de las comunidades locales, las preocupaciones ambientales y las denuncias de irregularidades en la gestión del litio subrayan la necesidad de políticas públicas que prioricen el bienestar de las poblaciones afectadas y el cuidado del medio ambiente.
En este contexto, el litio se convierte no solo en un recurso estratégico, sino también en un símbolo de las tensiones y desafíos que enfrenta la región en su camino hacia un desarrollo más justo y sostenible.