«Empieza con D, Siete Letras» es la nueva obra escrita por el reconocido Juan José Campanella y Cecilia Monti Las funciones se realizan miércoles, jueves y viernes a las20:00 hs y sábados, 19:00 hs y 21:45 hs , y domingos a las 19:00 hs en el Teatro Politeama (Paraná 353, CABA). Las entradas se pueden adquirir en la boletería y a través de www.plateanet.com
El elenco lo conforman: Eduardo Blanco, Fernanda Metilli, Maru Zapata, Gastón Cocchiaralle. La historia comienza en la sala de espera de un consultorio dental, dos personajes chocan de la manera más inesperada: Miranda Delgado, una profesora de yoga en sus 30; verborrágica, carismática y con un humor tan afilado como su lengua, y Luis Cavalli, de 60 años, médico retirado, viudo y todavía buscando el manual de instrucciones de un nuevo mundo.
Entre risas, ironías y momentos profundamente humanos, la comedia dirigida por Campanella, muestra la relación, donde el amor y el humor son los protagonistas principales. “Empieza con D, Siete Letras”, desnuda la vulnerabilidad de dos almas que a pesar de los golpes, todavía creen en la posibilidad de una segunda vuelta. Con la ternura de quienes, pese a todo, siguen apostando por el amor a cualquier edad.
“Empieza con D, Siete Letras” en la voz de uno de sus protagonistas
Gastón Cocchiaralle es uno de los actores que forma parte de la aclamada obra. Estudió actuación con grandes maestros como: Rubén Dubois, Esteban Mellino, Lito Cruz, Lizardo Laphitz y Agustín Alezzo. También realizó seminarios de producción teatral con Gustavo Schrairer; dirección escénica con Luciano Suardi; análisis de texto y creación de personaje con Nicolás Dominici; dramaturgia con Ricardo Halac; monólogos con Lizardo Laphitz y Marcelo Zitelli. Participó en la película “El clan” y en la serie “El Encargado” con Guillermo Francella y con Robert De Niro en el set de la serie “Nada”.
En una charla con Nota al Pie, el joven actor argentino, revela lo que conlleva formar parte de “Empieza con D, Siete Letras”.
–¿Cómo estás viviendo el éxito de la obra?
La verdad que estoy muy feliz, desde que estrenó en enero pasado, el público nos acompaña semana tras semana, mes tras mes. Estamos chochos porque nuestra obra sigue firme en ranking de las más vistas de toda la Ciudad de Buenos Aires. Es un privilegio y una alegría enorme que esté pasando porque bueno cuando uno hace un espectáculo uno puede tener cierta idea de si va a ir bien, va a ir mal, siempre es una enorme incertidumbre, y acá por suerte el público nos acompaña desde el primer día que el telón se levantó en el teatro Politeama.
–La comedia es una puesta que emociona y replantea lo que significa comenzar de nuevo en el amor.
La obra aprovecha para meterse en lo que tiene que ver con postergar los deseos, sobre todo, con no animarse a vivir la propia vida; con no hacerse cargo de lo que uno necesita y quiere. ¿Quién no se puede ver representado, estando casado, soltero o viudo? Me parece que es un relato universal porque tiene que ver con los deseos del ser humano.
–Desempeñas una gran labor actoral haciendo dos personajes al mismo tiempo. El ex esposo y el hijo de un viudo. Si bien es cierto no eres el antagonista pero te relacionas con el antagonismo. ¿Cómo es transitar este desafío?
Sí la verdad que el laburo que me toca hacer es de un desafío interpretativo muy hermoso. Cuando me llegó el libreto, me gustó saber que como actor podía interpretar dos personajes al mismo tiempo. Me parece además que es un recurso teatral que oxigena mucho la obra porque la escena ocurre en el segundo acto y le da mucho valor a la historia de amor porque justamente como bien decís, quizás no cumplo el rol prefabricado de el antagonista, pero si trabajo con el antagonismo, porque soy el que viene a poner de alguna manera el obstáculo a la historia de amor, tanto como con el ex marido de Miranda y como el hijo de Luis.
Por otro lado, también vengo a traer las voces del afuera, a veces ocurre cuando uno se pone en pareja o cuando uno decide seguir sus deseos independientemente de hablar del amor, siempre viene alguien a tirarte abajo o a menospreciar tu deseo y es un poco el doble papel que desempeño. Y además está brillantemente escrito tanto por Juan y por Cecilia. La escena permite un montón de matices. Para mí es un placer sumergirme en ese ping- pong y además, tengo dos excelentes compañeros que me devuelven todos los pelotazos maravillosos para que cabecee el gol.
–La obra tiene dos horas de duración pero en ningún momento los espectadores dejan de pestañear. Hay mucha magia tanto en el libreto como en las actuaciones y en la escenografía
La obra es larga y para los tiempos que corren, pedirle a un espectador que se siente dos horas a ver un relato, es un montón, pero creo que habla también de los valores de Juan como artista. Él cree que es por ahí y se la juega y el público la disfruta mucho. También la obra tiene mucho ritmo, humor y fluidez. Eso hace que esas dos horas no sean dificultosas de llevar adelante; sino que son dos horas de atención, de disfrute y creo que es hasta te diría un hecho revolucionario. Hoy en día, poder detenerse y disfrutar de un cuento dos horas, nos vuelve un poco más humanos, nos conecta de otra manera. Juan en ese sentido, se la juega a fondo con apostar y decir que dure dos horas, que el público se conecte, que se la banque y que de verdad hagan el ejercicio de estar ahí.
–¿Cómo te sientes con la dirección de Juan José Campanella?
Me siento bendecido, he visto todas sus películas, sus series, sus obras. Es un autor y un director que de alguna manera me formó, no solo como artista sino como persona. Para mí el sello de Campanella es un sello de calidad. En mi carrera, darme el lujo de que me dirija, es un sueño cumplido verdaderamente y es algo que voy a atesorar toda mi vida. Solo tengo palabras de agradecimiento para él, mis compañeros, con la gente del Politeama y de todo el equipo.
–Conocemos que desde que tenías cuatro años de edad, querías ser actor. Pudiste cumplir con tu deseo.
Sí a esa edad lo decidí y por suerte fui muy consecuente con eso porque lo sostuve hasta el día de hoy. Así que en ese sentido siempre fue un oficio que me llamó la atención. Siempre me pareció una actividad extraordinaria.
–Vos también tienes la perseverancia y constancia en tu vida porque previo a desarrollar tu despliegue actoral, desafiaste muchos “No” para trabajar de lo que es tu pasión.
Sí, mis comienzos artísticos tuvieron muchos no, como a cualquiera le ha pasado. Si hay algo que te enseña esta carrera es a curtirte del rechazo, de la frustración a tener un cierto temple psicológico que te permita afrontar semejante nivel de rechazo permanente. Uno hace diez mil castings y no queda en los diez mil castings y también la falta de trabajo, a veces estar en el radar de la gente, de los productores y a veces no. Es todo un montón de cosas con los que uno tiene que convivir. En ese sentido siempre traté de acompañar mi carrera con una buena terapia y con hacerme cargo de lo que me pasa, con aprender a gestionar los buenos y los malos momentos.
–En tu vida también buscaste referentes que te han orientado como es el caso de Guillermo Francella.
Sí tuve muchos referentes que me han ayudado a pensar en la carrera, a reflexionar sobre el camino que uno tiene y el que le espera y entre ellos sin ninguna duda Guillermo, es uno de los tipos que más me ha ayudado, con los que más he charlado y que me ha aconsejado varias veces, tanto en los buenos como en los malos momentos porque en ambas situaciones uno siempre necesita de la palabra de un referente y que sea Guille el referente que se ocupe de aconsejarme y de guiarme, para mí es un lujo en vida, así como hablaba recién de Campanella.
En el caso de Guillermo, es un poco quien me inspiró a ser actor. Dedicarme a lo que amo y encima tenerlo de colega y de referente, poder tener su mirada y su opinión. Me ayuda mucho a transitar un oficio que es muy dificultoso y que son más las pálidas que las alegrías. Lo difícil no es llegar a trabajar alguna vez de actor, sino poder sostener la carrera a lo largo del tiempo. En eso estoy y ahí voy.
–¿Cómo te sentís con el camino recorrido?
Hago lo que amo y me pagan por hacerlo. Trabajo y trabajé con las personas que más deseé trabajar. Doy clases, dirijo, produzco, escribo, actúo. Mi vida se nutre del arte, de un oficio que siempre añoré ejercer, para el cual me formé mucho y estoy en un momento hermoso. Con mucho trabajo, mucha continuidad que justamente es lo más difícil de lograr en este oficio. Es espectacular lo que estoy viviendo y con 33 años, logré muchísimas más cosas de las que hubiera imaginado a esta edad y me quedan muchas más por hacer. Por supuesto no es que logré todo lo quería. Hubo mucho esfuerzo, trabajo y pasión de mi parte. Estoy paradito frente al mundo que alguna vez soñé y que hoy está empezando a pasar con alegría y felicidad.