La vicepresidenta general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Amina Mohammed, advirtió que el financiamiento para cumplir los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) está en riesgo.
La enorme brecha financiera entre los países del Norte y el Sur Global profundizó la desigualdad a nivel internacional y compromete las metas trazadas en la Agenda 2030. Nota al Pie analiza las declaraciones de Mohammed a la luz de la crisis internacional y las nuevas demandas que expresan los países emergentes.
Metas incumplidas
El Informe sobre el Financiamiento para el Desarrollo Sostenible, realizado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (Desa), señala que se necesitan medidas urgentes para movilizar financiamiento a gran escala para cerrar la brecha hacia el desarrollo adecuado.
Mohammed indicó que si no se revierte la tendencia, en 2030 serán cerca de 600 millones las personas que se encuentren en una situación de pobreza extrema a nivel internacional. En la actualidad, la brecha trepó a 4,2 billones de dólares anuales. Al presentar el informe, publicado por el Inter Press Service, la vicesecretaria planteó que “las finanzas son el quid del problema”.
A su vez, explicó que el monto total de la brecha es un 68% más alto que el estimado con el mismo fin antes de la pandemia de Covid-19, que se propagó a comienzos de 2020. Según su punto de vista, las crecientes tensiones geopolíticas, los desastres climáticos y la crisis mundial del costo de vida perjudicaron los avances trazados en derredor de los ODS.
El propósito de los 17 objetivos que dan sustento a la Agenda 2030 de la ONU, diseñados en 2015 por los líderes políticos mundiales, tienen como propósito el fin de la pobreza extrema y el hambre, garantizar la libre disponibilidad de agua potable y saneamiento, reducir la desigualdad y salvar los ecosistemas.
Asimetrías
Luego de la instancia de diagnóstico, Mohammed convocó a aumentar la inversión y reformar el sistema financiero internacional como estrategia para retomar las metas trazadas. La carga de la deuda y el aumento sideral de los costos de endeudamiento resultan ser grandes contribuyentes a la crisis del desarrollo sostenible.
Según estimaciones, en los países menos desarrollados el servicio de la deuda, es decir pagos de capital e intereses, será de 40.000 millones de dólares anuales entre 2023 y 2025, más del 50% sobre los 26.000 millones de dólares que representaban en 2022.
La vicesecretaria general también hizo énfasis en que aproximadamente el 40% de la población mundial, unos 3.300 millones de personas, viven en países cuyos gobiernos orientan más financiamiento proveniente del gasto público a intereses de deuda que a educación o salud.
A propósito, expuso que la economía global no apoya la inversión y el desarrollo “como debería”. Las tasas de crecimiento económico se resintieron desde comienzos del siglo XXI, y la crisis financiera de 2008 funcionó como un catalizador para la disminución del ya pobre desempeño, que pasó de un promedio del 6% al 4%.
Por una reforma del sistema financiero internacional
El informe exige el aumento de la inversión tanto pública como privada en derredor de los ODS, y destaca la importancia de reformar el sistema de bancos de desarrollo, así como también que los países industrializados donantes cumplan sus compromisos en materia de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) y financiación climática.
Si bien el monto total de las AOD aumentó hasta alcanzar un máximo histórico en 2022, solo cuatro países cumplieron el objetivo propuesto por la ONU de destinar el 0,7% del ingreso nacional bruto en aquel año. En ese sentido, Mohammed alentó a los países desarrollados a fortalecer dicho apoyo.
En segundo lugar, consideró que la actual arquitectura financiera internacional quedó vetusta. Según su visión, no expresa la distribución de poder a nivel internacional dada la sub o nula representación de los países en desarrollo. “Deberían tener una mayor voz en la gobernanza económica global”, afirmó. Su argumento coincide con el de diversos líderes políticos, sobre todo del espectro denominado como Sur Global.
Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, viene alzando la voz en favor de una reforma de la arquitectura financiera internacional, a la que también considera injusta. No obstante, bloques de relevancia global, como el BRICS, también tienen entre sus lineamientos internacionales la reforma de espacios de gobernanza global, como el FMI o el Consejo de Seguridad de la ONU. En esa línea, también se inscribe la figura del jefe del Vaticano, el Papa Francisco.
Responsabilidades comunes pero diferenciadas
Las declaraciones de Mohammed ponen de relieve la crisis al interior del esquema unipolar que gobernó de forma hegemónica a partir del Consenso de Washington. Su fracción globalista, que dirige los principales organismos multilaterales a nivel internacional, cargó las responsabilidades del fracaso de las metas de la Agenda 2030 al problema financiero de la deuda, que recae en espacios como el Fondo Monetario Internacional.
La responsable de la ONU reforzó la necesidad de diseñar una reforma que se adecúe a la representatividad política actual y los desafíos presentes e instó a los líderes mundiales a “cerrar las brechas de credibilidad y los déficits de confianza”. Además, apuntó a las naciones más ricas en su deber de fortalecer la asistencia financiera.
No obstante, brindando perspectivas, el informe alentó a los gobiernos a aprovechar las oportunidades de cambio que se presentarán en la Cumbre del Futuro en la sede de la ONU en septiembre del corriente año, y a la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiamiento para el Desarrollo, programada para el próximo. “Estamos realmente en una encrucijada y el tiempo se acaba”, sentenció Mohammed.