La ansiedad y el estrés afectan a muchas personas en el mundo, especialmente en tiempos de crisis o incertidumbre. Según el último informe global presentado por Voices!, Argentina es uno de los países con mayores niveles de estrés. El 50% de sus habitantes evalúa su nivel de estrés de forma negativa, siendo la de les jóvenes la población más afectada.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define este fenómeno como la respuesta del organismo frente a una exigencia, que no necesariamente tiene que ser negativa. Cuando pasa a ser excesiva tiene consecuencias físicas o psíquicas y se lo conoce como distrés o estrés negativo.
A nivel mundial, más de 300 millones de adultes padecen algún trastorno de ansiedad, siendo más frecuente en las mujeres (63%) que en los hombres (37%).
Nota al Pie conversó con Verónica Vega, licenciada en Psicología Clínica orientada al bienestar de las personas. Se ha especializado en Medicina del Estilo de Vida y en Logoterapia, focalizando en tratamientos de ansiedad, depresión, estrés postraumático y el fomento de cambio de hábitos, en Lifecenter Luján, Buenos Aires.
Síntomas del estrés y la ansiedad
“Algunas de las manifestaciones clínicas que presentan las personas estresadas suelen ser la aceleración cardiaca, dolores de cabeza y aumento de glucosa en sangre. Cuando todo el sistema empieza a exigirse para responder a estas demandas empieza a liberarse cortisol, la hormona del estrés. Es posible medirla mediante un análisis de sangre u orina”, comenzó explicando la lic. Vega.
En cambio, “la ansiedad alude a un estado de agitación e inquietud desagradable, caracterizado por la anticipación del peligro, el predominio de síntomas psíquicos y la sensación de catástrofe o de peligro inminente. Es decir, la combinación entre síntomas cognitivos y fisiológicos, manifestando una reacción de sobresalto, donde el individuo trata de buscar una solución al peligro”.
“Por lo general, la emoción predominante suele ser el miedo, sentimientos internos como todo aquello que la persona siente que no puede resolver. Se anticipa a situaciones que todavía no sucedieron porque la ansiedad es un exceso de futuro y no podemos actuar sobre él”, agregó.
Ante la falta de control
Las principales causas de ansiedad son los sentimientos de inseguridad, peligro, amenaza, el miedo a las pérdidas, ya sea de control o seguridad. “En la actualidad, los escenarios son muy variables y dejan al individuo frente a un panorama inseguro. La falta de proyección a futuro por la incertidumbre provoca crisis de sentido, desesperanza que va a desencadenar en ansiedad”, refirió la lic. Vega.
Dentro de los miedos, puede ser “a las pérdidas, ya sea del control, de sueños, de proyectos de vida. El contexto social y económico turbulento, donde las variables constantemente están modificándose y hay tanta incertidumbre, deja al individuo en una sensación de no poder concretar, planificar o proyectar. Va a dejar sus proyectos en un lugar de sin sentido, lo que va a terminar desencadenando una ansiedad”.
Las personas necesitamos constantemente vernos hacia adelante con la construcción de un proyecto de vida. Ahora, “si este proyecto no se puede concretar, porque los escenarios socioeconómicos son muy difíciles y muy cambiantes, la persona va a tener que estar modificando las reglas de juego todo el tiempo para poder adaptarse, inclusive a lo inesperado”, aseguró la especialista. Además, señaló que este estado de ansiedad y estrés constante puede desencadenar otros tipos de malestares o sintomatologías de salud mental.
Recursos para afrontar la ansiedad y el estrés
Estamos atravesades por cuatro áreas -física, mental, social y espiritual-, que hay que desarrollar. Por ejemplo, tener hábitos saludables o vincularnos con otras personas ayuda a afrontar el estrés y la ansiedad. “Realmente no podemos evitar vivir con estrés y ansiedad, pero sí podemos adquirir recursos para decidir con qué actitud vamos a afrontar las problemáticas o los estresores que aparecen en la vida cotidiana”, resaltó la lic. Vega.
“La realidad es la que aparece, pero la interpretación que nosotros hacemos, el cómo la vivenciamos y afrontamos sí es una decisión personal. Tener una actitud optimista, esperanzadora o visión de futuro es fundamental. También poder adquirir hábitos saludables que nos permitan recuperar armonía, construir un proceso de bienestar y poder respetar los ritmos biológicos y de descanso”, señaló.
Además, es importante “adquirir hábitos que nos proporcionen estados de calma, quietud, serenidad. Hacer acciones concretas como actividad física, vincular el cuerpo y la mente con ejercicios de meditación o de conciencia plena, de respiración profunda. La actividad física no solo tiene impacto a nivel físico, es estabilizadora del estado de ánimo. Permite generar endorfinas, dopamina, serotonina, que son sustancias químicas necesarias para tener estado de bienestar y para fabricar más alegría. Tener un espíritu alegre es fundamental”, mencionó.
Otro aspecto fundamental es ser conscientes de la importancia de adquirir vínculos saludables, por lo que hay que “estar en conexión con la naturaleza y también compartir la existencia y las diferentes problemáticas con otros”. Por eso, la clave está en nutrirnos desde lo físico, emocional, social y espiritual.
La ansiedad según la edad y el género
“El padecimiento de estrés y ansiedad afecta a todos los seres humanos, pero hay personas más vulnerables”, describió la psicóloga. La edad es un factor que puede influir en el desarrollo de cuadros de ansiedad. Por ejemplo, de los jóvenes se espera que comiencen a construir su futuro y tomar decisiones para las que quizás no están preparados. Por otro lado, los adultos mayores padecen de cierta inseguridad frente al avance de la tecnología.
“Quienes más consultan son mujeres en edad intermedia. Esto está vinculado a la edad reproductiva, padecen de mayor niveles de ansiedad por la inestabilidad emocional, que es impactada por la variación de hormonas. A esto se le suma que están en plena edad de desarrollo profesional o laboral y tienen que responder a las demandas familiares. Todo esto sumado, por supuesto, al ciclo reproductivo”, concluyó.