La harina de insectos podría suplantar la harina de soja, según investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). En ese sentido, creen que puede ser un alimento alternativo para la ganadería, en la búsqueda de obtener opciones de engorde de bajo costo.
Buscan poder suplantar la harina de soja por una ración de alimento a base de harina de insectos. No de cualquiera, sino de la especie Hermetia illucens, más conocidos como “Mosca Soldado Negro”. Su larva tiene un alto contenido proteico y puede transformar residuos orgánicos en proteínas de alta calidad.
Les especialistas encargados de la investigación pertenecen al Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias de Bariloche (IFAB, CONICET- INTA). Participan de un Proyecto Especial de Innovación (PEIS) con foco en el desarrollo bioeconómico de un alimento alternativo para rumiantes, en especial corderos, durante su fase de engorde.
También participan la Cooperativa Agrícola Ganadera Calibuí, la Cooperativa de Trabajo “Arreando Sueños” y las Agencias de Extensión Rural del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de la Estación Experimental Agropecuaria Bariloche. Entre sus objetivos se encuentra el potenciar el acceso de ganaderos de Río Negro y Neuquén a nuevos desarrollos tecnológicos a través de la innovación alimentaria. También apuntan a mejorar la cadena cárnica y la generación de un nuevo producto para la venta y comercialización.
Este proyecto fue premiado por el INTA en 2023, como idea innovadora para el agro, por su contribución al avance de tecnologías vinculadas al ámbito agroalimentario que generan oportunidades de negocio a nivel regional, nacional e internacional.
La harina de insectos como reemplazo a la (transgénica) soja
“Buscamos un insecto que podría utilizarse en forma masiva y nos vinculamos con PROCENS Tecnología Natural (SAS), una empresa que produce harina de insectos en el país”, explicó en un comunicado de divulgación la bióloga e investigadora del CONICET, Valeria Fernández Ahrex. Ella también lidera el grupo ESTEPA, dedicado al estudio de la ecosociología en territorios de la Patagonia argentina. Se trata de una rama de la ecología que suma factores sociales y económicos al estudio del ambiente.
El trabajo de Fernández Ahrex tiene como objetivo atender las demandas de los productores ganaderos y sus problemáticas en relación con el perjuicio o la pérdida económica relacionada con la fauna local. “Somos el primer grupo que trabaja en este tema con rumiantes menores en el país. Los otros están en Australia y Reino Unido”, agregó. Muchos trabajan en laboratorios y hay investigaciones en animales como peces, aves y cerdos, pero en animales domésticos y rumiantes aún no había estudios. Por eso, considera que “puede ser un boom”.
Por su parte, Sebastián Villagra, hace su aporte con el grupo de Sistema de Alimentación, Producción y Bienestar Animal (SAPBA). “Los ensayos que hacemos tienen diferentes objetivos. El principal es introducir alimentos de la mejor calidad en los rumiantes para la producción con el menor costo posible. Esto para que los productores puedan mejorar su sistema de producción de manera eficiente y sustentable. Los alimentos tradicionales, como la soja y el maíz, son más caros y tienen una huella ecológica muy alta no sólo por cómo se producen sino también por su transporte”, describió Villagra en el comunicado.
Por su parte, María Mercedes Odeón, bióloga e investigadora del CONICET, destacó la importancia del acceso a la suplementación estratégica. De esa forma, explicó que en esta primera etapa del proyecto se evaluará el consumo y ganancia diaria de peso. También la condición corporal, el desempeño productivo, el bienestar animal y la calidad de la carne, todo en comparación con la harina de soja.
Nuevas formas de alimentación
“El bienestar animal es fundamental para el engorde. En lo experimental se garantiza que los animales estén en buenas condiciones. Desde su alojamiento hasta la evaluación de indicadores de estrés individual, análisis de cortisol, glucosa y proteínas para chequear el estado general del animal. También se tiene en cuenta el período de acostumbramiento para que estabilicen su llegada desde el campo”.
Todos los ensayos están avalados por el Comité Institucional para el Cuidado y Uso de Animales de Experimentación de la Regional Patagonia Norte (CICUAE). Siguiendo la línea de la producción sustentable, Villagra destacó que los alimentos producidos con insectos contribuyen a la economía circular. Esto se debe a que los desechos pueden ser reutilizables para su producción, potenciando la generación de harina como elemento clave.
También subrayó que el proyecto representa una solución sostenible y ecológica a una problemática social. “Hacemos esta primera experiencia con pruebas en distintos tipos de animales y de alimentos. SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) está trabajando en su regulación ya que todavía el uso de insectos para consumo animal no está regulado en Argentina”, advirtió el científico.