Entre finales de diciembre y mediados de enero, la zona costera de Bahía Blanca, Buenos Aires, fue escenario de derrames de petróleo por parte de la empresa Oiltanking Ebytem SA.
El primero se produjo el 26 de diciembre, debido a una falla técnica en una de sus monoboyas ubicadas en aguas del Estuario de la Bahía Blanca. El segundo, el 17 de enero, por una falla en otra monoboya. Se calcula que fueron afectadas unas 40 hectáreas que aún permanecen en proceso de limpieza. La semana pasada, una mancha oleosa volvió a encender alarmas. Se desconoce de qué se trata, por lo que se encuentra en investigación.
Si bien puede removerse parte de los hidrocarburos, es imposible remediar el ecosistema en su totalidad. Las aguas afectadas corresponden a un sitio de Importancia Regional de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (RHRAP/WHSRN) desde 2016.
En el primer derrame, la empresa activó tardíamente la alerta y los protocolos de contención temprana de control de derrames. Por lo tanto, el crudo se propagó a lo largo de la compleja red de canales de la Reserva Natural Provincial Bahía Blanca, Bahía Falsa y Bahía Verde.
Fueron pescadores artesanales locales quienes avisaron a las autoridades y viralizaron el derrame. Gracias a su compromiso se activaron las respuestas ante la grave situación.
El Ministerio de Ambiente multó a la empresa, que enfrenta denuncias penales tanto a nivel federal como provincial, pero el daño ambiental ya está consumado.
En este contexto, Nota al Pie entrevistó a Fabricio Di Giacomo, integrante de la Multisectorial Golfo San Matías, creada para la defensa de la región, un ecosistema clave dentro del mar argentino.
Un peligro para el ambiente
El ecosistema de la Bahía Blanca alberga especies en riesgo de extinción y forma parte de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras. Se trata de un corredor continental de importancia internacional que se extiende desde Argentina hasta Canadá y que recibe a cientos de miles de ejemplares migradores.
Como si fuera poco, Oiltanking está terminando de construir un muelle para cargar el crudo proveniente del yacimiento Vaca Muerta, en buques super tanques. Esto no sólo preocupa a los pobladores locales por el impacto negativo en su calidad de vida y en el ambiente que los rodea. También preocupa a quienes están resistiendo para que esto no les suceda.
Es el caso de quienes habitan el Golfo San Matías, en Río Negro, y la Península Valdés, en Chubut, sitios donde se pretenden instalar las mismas monoboyas que ya demostraron que no ser seguras.
Los derrames de petróleo no son accidentes
“Esto de los accidentes no es una palabra que represente lo que sucede, porque son variables que forman parte del proceso. Cuando se habla de accidentes como cuestiones fortuitas en realidad de lo que se está hablando es de estos eventos, que están contemplados dentro de lo que es la carga y descarga de petróleo”, comenzó explicando Di Giacomo.
“La gran preocupación que tenemos en el Golfo de San Matías y Península Valdés es que en Bahía Blanca hubo hubo tres derrames en menos de dos meses, sobre los cuales no hay mucha información”, detalló.
“Desde la Sociedad Ambiental de Bahía Blanca nos comentan que esto sucedió durante mucho tiempo en este polo petroquímico de larga data. La mayoría de lo que se sabe que pasó son informaciones alternativas o, por ejemplo, con imágenes satelitales que nos dan desde el Laboratorio de Sismicidad Inducida para poder ver la magnitud del derrame y por donde se desplaza”, agregó. Este laboratorio es el que provee de información sísmica causada por la actividad petrolera, como el fracking en Vaca Muerta.
El sistema de carga que falló fue el de monoboya, que es el mismo que pretenden instalar en el Golfo San Matías.
“Estamos hablando de que ya una vez que se institucionaliza el concepto de Zona de Sacrificio, como sucedió en Bahía, ya no hay vuelta atrás. Derrames, pequeños “accidentes” o los miniderrames suceden todo el tiempo cuando se conectan y se desconectan las monoboyas a los buques”, denunció.
“Todo eso es lo que no queremos que suceda acá ni en Península Valdés, que es una misma bioregión, una zona libre de contaminación por hidrocarburos. Más allá de que prometan tecnología de avanzada, reducir al maximo la posibilidades de derrame, maximar la respuesta en caso de que suceda algo.
En la localidad de Catriel, Rio Negro, tenemos el fatídico caso de Olveldal. Se le rompió un tubo y como medida de contención pusieron una pileta de pelopincho. Fue tapa de diarios porque la medida de contención fue muy vergonzosa. De todas maneras sabemos que en los accidentes las medidas de control y de contención son muy deficientes”, mencionó.
¿Áreas protegidas entre petróleo?
En Bahía Blanca, el sector protegido de Aves Playeras y la Reserva Natural fueron declaradas después de que el puerto ya estaba instalado. “Son cosas muy ridículas que suceden, son incongruentes totalmente pero que responden a la desfachatez con la que se llevan adelante los proyectos extractivistas en este país”, sostuvo el entrevistado.
“No respetan las leyes vigentes sino que las modifican para que dejen de proteger territorios y ambientes y para garantizar un extractivismo aún más feroz y más salvaje”, declaró.
“El Golfo San Matías tiene áreas protegidas, entre ellas un Parque Nacional. También la Península Valdés, que es Patrimonio de la Humanidad declarado por UNESCO”, detalló Di Giacomo.
En este sentido, remarcó que “es una zona que debería ser intangible y que debería tener aún más controles, incluso para todas las actividades que tienen que ver con la pesca industrial y el turismo”.
Es por esto que enfatizó que “acá el turismo y la pesca han dado trabajo a mucha gente durante muchos años. Más allá de que haya que mejorar los controles en pesca y turismo, son actividades que han podido convivir con la comunidad costera y han contribuido a su desarrollo”.
“Por casos como el de Bahía, sabemos que, una vez que se instalan, la destrucción llega inevitablemente. Las consecuencias para quienes las realizan son prácticamente nulas y quienes terminamos sufriendo las consecuencias más terribles somos quienes habitamos desde siempre estos territorios”, concluyó Di Giacomo.