sábado 27 de abril de 2024

El estallido del 2001 en Argentina: un repaso a más de dos décadas de la rebelión

La profunda crisis social y económica que atravesaba el país se unió al debilitamiento del poder político. Las medidas de ajuste, la crisis financiera y el corralito desencadenaron una de las revueltas populares más intensas que permanece en la memoria colectiva.
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La crisis del 2001 expresó el derrumbe del pacto social y el fin de un modelo neoliberal agotado. Crédito: Página 12.

El estallido de diciembre de 2001 fue el resultado de un proceso de lucha de diversos sectores sociales que habían estado resistiendo las políticas neoliberales de la década de los años 90. Ante la imposición de un estado de sitio, la población salió a las calles y precipitó el fin del Gobierno de La Alianza. En consecuencia, la represión posterior resultó en la trágica pérdida de 39 vidas.

Crisis del 2001, contexto y antecedentes 

La situación socioeconómica del país antes de aquel diciembre dramático había estado en recesión durante más de tres años. Un aumento en la deuda externa, interna, pública y privada deterioraba la economía.

El constante proceso de ajuste, cuya mayor presión fue el programa “Déficit Cero” implementado por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, implicó una reducción del 13% en los salarios del sector público y las jubilaciones.

Sin embargo, la caída de la recaudación y el déficit fiscal se profundizaron. En simultáneo, se continuaron efectuando los pagos de los intereses de la deuda externa mientras las reservas del Estado y los depósitos bancarios cayeron acelerando la fuga de capitales.

Como respuesta a este panorama de desfinanciación, el gobierno del ex Presidente de la Nación, Fernando de la Rúa, decretó el bloqueo de salarios y depósitos en los bancos para evitar el derrumbe del capital financiero.

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La clase media se unió a los sectores populares bajo la consigna “Piquete y cacerola, la lucha es una sola”. Crédito: Página 12.

El impacto en la sociedad

En el ámbito social, las medidas gubernamentales llevaron la tasa de desempleo al 20%. El empleo informal experimentó un notable crecimiento. Además, el salario de les trabajadores formales se veía reducido, al tiempo que la capacidad de consumo de los sectores medios disminuía.

En los distintos distritos del país, se suspendía la asistencia social al mismo tiempo que aumentaban los bonos provinciales. Los niveles de pobreza e indigencia se elevaban rápidamente en medio de una creciente insatisfacción y miseria.

El poder político

La crisis política se sumó a la situación social y económica: la coalición gobernante experimentaba un proceso de descomposición a partir de la renuncia del vicepresidente Chacho Álvarez, y se agravaría con la derrota electoral en octubre de 2001 frente al justicialismo.

El dato relevante fue el aumento del voto en blanco, las impugnaciones y la abstención electoral, como consecuencia del descontento y la falta de confianza que había surgido en la clase dirigente de aquellos años.

El principio del fin: Marzo del 2001

Tras la renuncia del ministro de Economía, José Luis Machinea, Ricardo López Murphy asumió su cargo y anunció un plan de ajuste severo. La intención era reducir los gastos en dos mil millones de dólares, y gran parte de este ajuste se enfocó en el sector de la educación.

Las medidas controvertidas del nuevo ministro provocaron una sucesión de renuncias entre funcionarios radicales y frepasistas. En tanto, las manifestaciones de la comunidad universitaria llevaron a la dimisión de López Murphy después de su corto período en el cargo.

Después de este revés, el presidente ratificó la continuidad del régimen de convertibilidad y, como parte del cambio de gabinete, nombró a Domingo Cavallo como nuevo Ministro de Economía, quien se convirtió en el último recurso para evitar un colapso total.

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El megacanje de bonos de Cavallo, lejos de traer alivio financiero, encerró a la Argentina en un espiral de endeudamiento. Crédito: Página 12.

Julio de 2001: El Matanzazo

La aparición de los movimientos sociales y la creciente participación activa de las organizaciones sindicales se convirtió así en un fenómeno representativo de esa época, lo cual se configuraría como preludio del estallido social de diciembre de 2001.

Las protestas tomaron la modalidad de piquetes y movilizaciones en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires, pero la más emblemática fue el corte de la Ruta 3 en el partido de La Matanza, que se manifestó durante semanas.

La calle tomó protagonismo y se llevó a cabo la primera Asamblea Nacional de Organizaciones Populares, Territoriales y de Desocupados. También se elaboraron diversos planes de acción que convocaron a miles de personas.

El estallido de diciembre empezó con el “Corralito”

La restricción de la libre disposición de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros para todos los bancos del país fue anunciada por Cavallo el 1 de diciembre de 2001 y tomó vigencia a partir del 3 del mismo mes.

Ante los medios de comunicación, el ministro de economía explicaba que el decreto se implementó para evitar la fuga de capitales y el retiro masivo de fondos de los bancos. De esta manera, se paralizó la economía y se cortó con la cadena de pagos. 

El Gobierno de La Alianza ya no tenía margen de maniobra para afrontar los pagos de la deuda externa. De esta forma, se implementó el “corralito”, que impactó de lleno en las clases populares no bancarizadas, mientras que los ahorradores de la clase media intentaban recuperar su dinero de las instituciones financieras.

Los medios televisivos mostraban largas filas con miles de personas que acusaban a los bancos de no entregarles el dinero. Ese 3 de diciembre el riesgo país alcanzaría los 3113 puntos.

Mientras tanto, el 6 de diciembre, Domingo Cavallo viajó a Washington para negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) una reprogramación de pagos y una reestructuración de vencimientos de la deuda.

“La Argentina está en una virtual convocatoria de acreedores”, anunció por entonces el ministro de economía en su regreso, aunque, por entonces, no existía una declaración formal de default.

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Si bien la paridad “un peso un dólar” tuvo beneficios, en combinación con la deuda externa se volvió perjudicial. Crédito: La Capital.

11 de diciembre: efectos del corralito financiero

Debido a que muches ahorristas abrieron múltiples cuentas en diferentes bancos para intentar retirar la mayor cantidad de dinero posible, el Gobierno decidió implementar la medida de permitir solo dos cuentas bancarias por persona.

13 de diciembre: huelga general e inicio del desorden

Se llevó a cabo un paro general con cacerolazos en medio de incendios, saqueos y disturbios. En varias ciudades del país, les manifestantes se enfrentaron a la policía y los cajeros automáticos fueron el objetivo principal de bombas molotov.

14 y 15 de diciembre

En el Gobierno siguieron ocurriendo renuncias: Daniel Marx, Secretario de Finanzas y segundo de Cavallo, dejó su cargo. Las autoridades nacionales, utilizando las reservas del Banco Central, efectuaron el pago de un vencimiento de la deuda externa por más de mil millones de dólares con el fin de postergar el inminente default.

19 de diciembre: pérdida de gobernabilidad y caos

Ante la escalada de los acontecimientos, Fernando de la Rúa decidió decretar el Estado de sitio el 19 de diciembre. El mandatario anunció la medida implementada por medio del decreto 1678 que iba a regir por el término de 30 días.

“La mayoría sabe que con violencia e ilegalidad no se sale de los problemas. Los problemas hay que afrontarlos y eso estamos haciendo”, expresó el presidente argentino al tiempo que declaró saber “distinguir entre los necesitados y los delincuentes”.

Sin embargo, la medida presidencial fue desobedecida de manera contundente. La gente se animó a salir a las calles y exigir la renuncia de De la Rúa en la Plaza de Mayo. Se llevaron a cabo concentraciones en numerosos puntos del país.

No solo el gobierno perdió credibilidad, sino que también el Estado dejó de ser eficaz para mantener el orden social. El estallido fue el resultado final de un proceso que tenía sus raíces en una serie de decisiones antipopulares.

20 de diciembre: segundo día de furia

Tras el fracaso de las medidas económicas, Domingo Cavallo, presentó su renuncia, la cual fue acompañada por la dimisión de otros ministros. A causa de que un numeroso grupo de personas se manifestaron frente a la vivienda del titular de economía, el saliente funcionario pidió protección oficial para él y su familia.

Las movilizaciones se replicaron en diferentes ciudades del país con la consigna “Que se vayan todos”. Durante la jornada, hubo reportes de muertes y heridos como resultado de la intensa represión, así como también se registraron saqueos y cacerolazos.

21 de diciembre: epílogo

Miles de personas continuaron ocupando las calles en medio de protestas, violencia y represión. A las 19:45, frente a la Casa Rosada, comenzó a circular un texto entre los periodistas que confirmaba la renuncia del Presidente.

Pocos minutos después, De la Rúa abandonó la sede de gobierno en helicóptero. Solo quedaba que el Congreso de la Nación eligiera unas horas más tarde a Ramón Puerta, titular del Senado, como presidente provisional.

22 de diciembre: el día después

La asamblea legislativa aceptó la renuncia del mandatario saliente durante la mañana. A partir de ese momento, se sucedieron cinco jefes de estado en tan solo 13 días. El 23 de diciembre se anunció la suspensión del pago de la deuda y la extensión del feriado bancario hasta el 2 de enero.

El 2 de enero de 2002, la asamblea eligió a Eduardo Luis Duhalde como presidente, quien gobernó hasta las elecciones de octubre de ese año. Una semana más tarde, el peso se devaluó de 1 a 1,40, marcando el fin de la convertibilidad.

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