Una Femmina, nominada al premio Mejor Película en el Berlinale 2022, que ahora llega a las carteleras nacionales, es una meditación con influencias de género sobre el poder patriarcal y su enlace con el crimen organizado. El director calabrés Francesco Costabile ofrece una obra altamente personal al reflexionar sobre los modelos de dominación que prevalecieron durante su infancia y que “dejaron su marca en él”.
A través de la representación de una violencia fuertemente regimentada en la región calabresa, con sus incursiones en guerras de pandillas y derramamiento de sangre trascendentales, se crea una imagen que retrata los elementos mortales que la sociedad relega, disimula y que, sin embargo, permanecen en su núcleo en diversas formas.
En este sentido, la infancia de Costabile bajo la opresiva red de la mafia encuentra un canal de expresión en la historia de Rosa, una hija huérfana que vive con su tío, abuela, tía y prima. Una constelación de miembros de la familia opera dentro de la vasta red de clanes y mafias que componen la estructura horizontal de la ‘Ndrangheta, uno de los sindicatos criminales más poderosos del mundo.
Para liberarse de la ley del Padre –la estructura jerárquica dentro de una familia criminal, en la que el “padre” es el líder supremo de la organización y ejerce un control absoluto sobre sus subordinados–, Rosa debe atacar estratégicamente a la ‘Ndrangheta desde adentro, asestando un golpe sin nombre contra su tío y desencadenando así una guerra de clanes inesperada.
“Una Femmina” se inspira en hechos reales
En el centro del drama se encuentra Fimmine ribelli. Come le donne salveranno il Paese dalla ‘ndrangheta (Mujeres Rebeldes. Cómo las mujeres salvarán la región de la ‘Ndrangheta) de Lirio Abatte. El mismo es un periodista famoso por sus investigaciones que expusieron los vínculos entre la mafia y el establishment político italiano.
De hecho, el trabajo de Abatte arrojó luz sobre las mujeres que se rebelaron contra el crimen organizado en forma de una colección de historias reales, un archivo denso de “material humano” y testimonios. Un artículo publicado por el periodista en 2012 en el diario L’Espresso revela que en años anteriores al menos veinte mujeres fueron asesinadas en Calabria por padres, hermanos e hijos que recurrieron al “homicidio de honor”. Costabile extrajo y sintetizó esta información para crear Una Femmina.
La clave para la creación del personaje central de Rosa fue el testimonio de Denise Cosco, una víctima real de la ‘Ndrangheta e hija de Lea Garofalo, quien desapareció en circunstancias extrañas. El doble ficticio de Denise, Rosa, es una joven rebelde de veintitantos años, cada vez más atormentada por la desaparición de su madre cuando era niña.
En la relación espiritual madre/hija yace oculto el vínculo inquebrantable entre las mujeres. Esto es también representado en la secuencia final alegórica donde se muestra una procesión de mujeres vestidas de negro cantando en unísono sombrío por las estrechas calles de un pueblo del sur de Italia: un coro de amargura y rebelión. Un dolor transgeneracional.
Mientras Rosa mira directamente a la cámara, frente a un fondo de figuras femeninas en duelo, el final parece gritar por la unidad femenina. Una súplica que asaltaría al patriarcado, pero también antagonizaría a personajes como la abuela de la protagonista, personificación del sostenimiento tácito del patriarcado por parte de ciertas mujeres.
En cuanto a su estilo, la película oscila entre el horror psicológico, el melodrama y el thriller. Sin embargo, esta mezcla de diferentes tonalidades no la salva de parecer ligeramente convencional.
La escena final es visualmente impactante, ya que realza ciertos elementos formalistas como la puesta en escena y la música, pero, en general, el lenguaje utilizado por la cámara puede sentirse repetitivo e insípido en ocasiones. Un uso más dinámico de la composición, la planificación y la edición podría haber dado a esta historia necesaria un encanto singular.
Aunque con imperfecciones, retrata la cultura paralela de una región
En general, la película sigue siendo un documento significativo que arroja luz sobre la organización y la cultura que, según informa, controla el 80% del comercio de cocaína en Europa. Logra retratar una cultura que sobrevive y crece en contextos paralelos, en granjas remotas en medio de paisajes escasos y áridos, como si estuvieran alejados del avance de la historia mundial.
En esos lugares, la violencia es la sintaxis de lo cotidiano. Cada hombre, sometido a los golpes de un mundo brutal, está obligado a ceder ante la extorsión y el chantaje, y a la vez, adopta un papel de pequeño tirano del hogar. Este es el único dominio que pueden controlar y entender como propio. Y así, la acumulación de ira, de resentimiento contenido, que ha permanecido sin canalizar durante años, encuentra liberación en la expresión del poder masculino y en el sometimiento femenino por su parte.
Una Femmina es una obra que no se debe pasar por alto, con una premisa fuerte y una representación emocionalmente cargada. Aunque tiene sus defectos, logra dejar una impresión duradera en el público y sirve como un recordatorio de la importancia de la lucha contra la mafia y la defensa de los derechos de las mujeres.