La tensión en el país caribeño no paró de escalar desde que comenzó la situación más delicada de su historia. Se trata de una intensa crisis política y social que estalló con el magnicidio del presidente de Haití Jovenel Moise en el año 2021.
El asesinato del mandatario agudizó los problemas de seguridad y crisis social, en un país donde el conflicto entre bandas armadas pone en jaque el acceso de bienes necesarios e indispensables.
Otro punto clave para comprender el panorama, son los elevados precios de los alimentos y del combustible. Los cuales dieron paso a una crisis económica y social. Esto se debe a que el Gobierno estableció subsidios que ocasionaron una escalada aún mayor de los precios y un fuerte descontento social.
Todas estas situaciones impulsaron a cientos de miles de haitianos a migrar a distintos países vecinos. En especial a República Dominicana, con quien comparte una frontera de 390 kilómetros.
Miles de niñes deportados
A través de información de la CNN, se conoció que las autoridades dominicanas expulsaron al menos 1.800 niñes migrantes haitianos que no fueron acompañados de regreso a su país. Dicha información fue confirmada por UNICEF.
Cabe mencionar que aún no se sabe si les niñes fueron expulsados sin sus padres, si se separaron durante el trayecto o huyeron solos del país. En tanto, las autoridades dominicanas aseguraron que aplicaron las estrictas normas de frontera y aclararon que las deportaciones son cruciales para la seguridad nacional.
La semana pasada, Haití acusó a República Dominicana de someter a los haitianos a “condiciones inhumanas, crueles y degradantes”. La migración ha sido fuente de tensiones entre los dos países, pero se vieron agravados desde el magnicidio de Moise.
Por su parte, República Dominicana rechazó las acusaciones. El país sostuvo que las mismas no están respaldadas con pruebas y que las deportaciones aumentarán. Las autoridades dicen que deportaron a 43.900 migrantes, principalmente haitianos, entre julio y octubre, según cifras del ministerio de Asuntos Exteriores.
El rol de Argentina
El Ministerio de Relaciones Exteriores informó que, la Agencia Argentina de Cooperación Internacional y Asistencia Humanitaria Cascos Blancos, enviada por el gobierno, realiza una misión oficial para evaluar la situación de Haití.
La cartera dirigida por Santiago Cafiero, expresó que la tarea consignada se extenderá hasta el 26 de noviembre. La misma tiene lugar como parte de la presidencia de la Comunidad de Estado Latinoamericanos y caribeños, ejercida por Argentina.
Además, la embajada argentina realiza gestiones en Haití para concretar encuentros con representantes de dicho país, organismos de Naciones Unidas, organizaciones de la sociedad civil, sindicatos, empresas, académicos, entre otros.
De acuerdo con la Cancillería, el propósito es impulsar acciones ante un contexto de creciente agravamiento respecto a la situación alimentaria, nutricional y sanitaria en Haití. Además de Cafiero, al frente de la Agencia se encuentra la ex ministra de seguridad nacional, Sabrina Frederic.
El cólera, un problema más de Haití
La enfermedad se disparó en todo el mundo, y un número histórico de brotes puso a prueba los frágiles sistemas sanitarios de regiones como África y el sur de Asia. Pero quién más está sufriendo el cruel resurgimiento es Haití. Cabe recordar que en febrero el país celebró la erradicación de la misma.
Sin embargo, esa alegría fue arrebatada por las mismas fuerzas que están sumiendo a la Nación en un profundo caos y desesperación. Se trata de los grupos armados que convirtieron vastas franjas de la capital en paisajes infernales de violencia sin ley, mientras que el gobierno parece ser incapaz de tomar el control.
El mes pasado, el país registró su primer caso de la enfermedad en tres años y los contagios no pararon de crecer desde entonces. Esta infección se propaga a través de agua y alimentos contaminados. Además, si se diagnóstica a tiempo, es fácil tratarla con hidratación.
Pero las autoridades sanitarias no pueden ofrecer la atención más básica en los barrios pobres. Es que allí las pandillas bloquearon el acceso al mundo exterior impidiendo la entrada del personal de salud y dejando que los enfermos mueran en sus casas.
“Hay zonas del país en las que nadie pondría un pie”, dijo Jean Pape, director de GHESKIO, un proveedor local de servicios sanitarios que gestiona dos centros de tratamiento del cólera en Puerto Príncipe, capital haitiana.