Estrenada anteriormente en el Festival de Venecia, como el único proyecto italiano de la edición. Este film hoy llegó a la cartelera porteña bajo el título No odiarás (Non odiare). La ópera prima de Mauro Mancini, quien comenzó sus primeros pasos en el cine con un cortometraje en el 2005, para posteriormente trabajar más en publicidad. La historia presenta a un médico cirujano, hijo de sobrevivientes del Holocausto que el destino lo lleva a asistir a un paciente en un accidente. Y deberá poner a prueba su ética médica y valores personales cuando descubre un tatuaje nazi en el recién accidentado. Desde esa premisa comienza una serie de enredos, encuentros y desencuentros con los hijos de la víctima.
Un drama con un guión sólido aunque bastante simple, escrito por el propio Mancini en conjunto con Davide Lisino. Que traslada al espectador al noroeste italiano, Trieste. Con un inicio emocional y crudo donde se vislumbra al protagonista Simone Segre de chique, cuando es hostigado por su padre a elegir a un solo gatito de una camada de recién nacidos pronto a ahogar. Para luego pasar directamente a este de adulto y la escena del accidente con la víctima y el tatuaje de la esvástica. Que remueve en el protagonista una ola de sentimientos encontrados con su padre, superviviente de un campo de concentración judío. Una crisis interna acentuada por el momento que al optar por dejar morir a la víctima. Así, Simone se siente destrozado por su decisión y opta por contratar a la hija del hombre accidentado.
Un largometraje con un trasfondo bastante espiritual y eso ya lo anticipa hasta el mismo título que se inspira en uno de los diez mandamientos. Con un personaje principal consumido por la culpa, prejuicios y rabias. Una búsqueda constante de lavar sus actos.
Un film profundamente personal, colmado de tensión y de rápida empatía con el protagonista. El espectador se verá quizá representado por momentos en esta lucha interna de procesar los malos sentimientos hacia otras personas. Porque un mal día los puede tener cualquiera, pero hay que tener la sabia cordura de perdonar al otro, aun en los peores momentos.
Luchar contra las ideologías racistas
En general, este film posee una estructura narrativa bastante lineal pero muy emocional. Donde poco a poco va desarrollando un conflicto interno ahí latente. La conciencia del protagonista, entre soberbio y resentido. Quien va tratando de hilvanar los fragmentos del daño que causó a una familia.
El rol principal está en mano de Alessandro Gassmann, muy convincente, hijo del famoso actor Vittorio Gassman. Acompañado por buenos actores como Sara Serraiocco, Luka Zunic, y Lorenzo Buonora. Tres hermanos de mucha personalidad, la primera con un halo de responsabilidad constante. El segundo es rebelde y con una cuota de racismo, viviendo en una constante agresividad. Una labor destacable por el actor que logra proyectar con certeza la complejidad de su vengativo personaje, y el tercero luce más irracional e ingenuo.
De la parte técnica se puede señalar la buena musicalización del film, en manos de Pivio y Aldo De Salzi. Quienes encontraron las melodías perfectas para subrayar como momento de tensión como de acción en la película.
En resumen, el debut cinematográfico de este prometedor director italiano Mauro Mancini goza de equilibrada sencillez y dinámica regular. Pretende plantear situaciones profundas de la personalidad por momentos muy melodramáticos, pero se queda a medio camino. La película de Mancini funciona como una especie de ayuda memoria de que no importa si se es inocente o culpable. Ya que de alguna manera todos deberían tener una segunda oportunidad para redimirse. Es una producción de dos países Italia y Polonia. Y es una producción que contó con el apoyo del Ministerio italiano de Bienes y Actividades Culturales, el Instituto Polaco de Cine y de la Región del Lacio.