La emblemática esquina de las avenidas Callao y Rivadavia empieza a recuperar su brillo de antaño. Allí, erigido y encumbrado por sus imponentes aspas de viento, la Confitería del Molino vuelve a decir presente tras 25 años en el ostracismo total.
Este destacado sitio de la gastronomía porteña, declarado Monumento Histórico Nacional en 1997, ha reabierto sus puertas el pasado 8 de julio. Fueron cuatro años de importantes remodelaciones tanto en su estructura como en su fachada.
Los objetivos del equipo de restauración han quedado manifiestos: devolverle a este espacio lo mejor de sus años de gloria. Y acondicionarlo para futuras muestras culturales. Además, reutilizar este espacio para otros emprendimientos comerciales y, finalmente, recuperar su status de confitería de calidad.
Nota Al Pie repasa los hechos más trascendentes acontecidos en su salón principal y pasillos, sus figuras y exquisiteces. Además, comparte el testimonio de Guillermo García, quien formó parte del equipo de restauración de la confitería.
La última estrella antes del ocaso
Entre cafés, postres y muchedumbre se han codeado polítiques con importantes figuras del ámbito local e internacional. Uno de los casos más recordados fue la presencia de Madonna en 1996 mientras filmaba la película Evita (Alan Parker, 1996).
La Reina del Pop escogió el primer piso del Salón de la confitería para grabar el tema “Love Don’t Live Here Anymore”. Allí se observan sus enormes ventanales (hoy recuperados) decorados con cortinas blancas y pisos de madera.
Además, se destaca una columna del extremo sur del salón hecho en mármol de carrara (restaurada hoy en día), alrededor de la cual la cantante baila insinuante al compás de la música.
Un arsenal de estrellas
Un caso resonante, sin la dimensión que el acontecido con la rockstar, se desarrolló en 1978. La italiana Raffaella Carrá (fallecida el 5 de julio del 2021), realizó el videoclip “Mañana” en sus cimientos.
Y aprovechándose de la vigencia, tanto de la artista como de la confitería, disfrutó de un banquete en su honor del cual participaron 470 personas. En el video se pueden apreciar los ascensores de bronce, la barra de tragos, la boiserie y el Salón de Baile.
Si nos remontamos al pasado, más precisamente a principios de los años 40, existe una leyenda que aún se cuenta entre sus pasillos en silencio. Esta indica que en uno de los espacios de la Confitería, la recordada actriz argentina (naturalizada mexicana) Libertad Lamarque y Evita Perón tuvieron un violento encontronazo que originó una gran enemistad.
Pero entre música y chismes, otras renombradas figuras han recorrido sus espacios. Entre ellos, los políticos Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre y Juan Domingo Perón. Además, vale la pena mencionar a personalidades de la cultura teatral y escrita como Niní Marshall, Luís Sandrini, Oliverio Girondo, Roberto Arlt y Leopoldo Lugones.
La dulzura también se apoderó de sus rincones. El cantautor de tango Carlos Gardel, acérrimo visitante de este espacio, encargó al pastelero Cayetano Brenna un postre. Este servió para homenajear a su amigo, el jockey uruguayo Irineo Leguisamo. Esto terminó dando como resultado al legendario “postre Leguisamo”.
El paso a paso de la restauración
En julio del 2018, el Congreso Nacional tomó posesión del inmueble y comenzó con los trabajos de remodelación que continúan al día de hoy. El Arquitecto Guillermo García, integrante del Área Técnica de la Comisión Administradora del Edificio del Molino y Asesor de Patrimonio Cultural del Congreso de la Nación, brindó para Nota Al Pie el proceso de restauración del edificio.
“Se convocó a 40 restauradores, entre ellos historiadores, arquitectos y sus asesores externos. (Todes elles) para realizar únicamente las tareas de carpintería, metales, ornatos, pintura mural, vitrales y otros detalles. Se necesitó de un equipo de arqueología urbana permanente. La Comisión Administradora del edificio contó con un equipo técnico especializado en patrimonio cultural material e inmaterial”, sostuvo García.
Por otro lado, comentó que la confitería es uno de los edificios gastronómicos más significativos de Buenos Aires. Por ende, el trabajo realizado debía respetar la estructural original: “la Planta Baja está terminada. Falta intervenir el inmobiliario de las vidrieras. Y la incorporación de ornatos de bronce que van en las columnas pero el resto está completo”.
Confitería del Molino: conversación y luz propia
En cuanto a lo que se conserva de la parte original, el constructor, enfatizó “que el Patrimonio hace una retrospectiva. Toma el presente y hace un viaje en el tiempo. Con estudios donde se vieron colores, evaluaciones no invasivas».
Desde el equipo de trabajo «buscamos fuentes alternativas como los planos históricos. O fotografías que aportó la ciudadanía. Lo hicimos a través de las redes sociales y con ese cúmulo de información, tomamos certeza de cómo fue el desarrollo del edificio”.
Además, aseveró que realizaron una minuciosa investigación de cómo fue modificándose el local, “estamos volviendo a tener los colores originales, las texturas quitándole capas superpuestas. Por esa razón desde hace cuatro años estamos logrando una apariencia superficial y estructural que reúne las condiciones del presente que se conserva con ornatos”.
Sin dudas, la consulta más importante fue su característica principal: su confitería. “Además del equipo de restauración se incorporará personal gastronómico. En el pasado trabajaron 60 personas y algunos están con ganas de volver. Pero puede ser posible que el año próximo se reciban postulaciones. Depende de muchas cosas. El Patrimonio lleva su tiempo, pero para calmar la ansiedad vamos a abrir de a poco”, concluyó.
Una dulce historia
La Confitería del Molino comenzó a desarrollarse a finales de 1800, cuando los pasteleros Constantino Rossi y Cayetano Brenna abrieron la “Confitería del Centro”, en Rodríguez Peña y Av. Rivadavia.
En 1866, cambiaron el nombre por el de «Antigua Confitería del Molino», como un homenaje al primer molino harinero a vapor que hubo en la ciudad. Pero en 1905, Rossi y Brenna compraron el local de la esquina de Av. Rivadavia y Av. Callao, justo enfrente del Congreso de la Nación.
La Confitería del Molino se inauguró oficialmente el 9 de julio de 1916, en conmemoración del Centenario de la Independencia y se transformó en un emblema del Art Nouveau en Argentina.
En 1930, el local durante el golpe de Estado que derrocó a Hipólito Yrigoyen, sufrió un incendio y cerró sus puertas. La reconstrucción demandó casi un año. En 1978, se produjo una quiebra comercial y la confitería fue comprada por les nietos de Cayetano Brenna, quienes adecuaron el edificio para los nuevos tiempos.
Sin embargo, una nueva crisis económica en 1997, terminó fundiendo sus ilusiones y con ellas, la historia de la confitería. Ese mismo año fue declarada Monumento Histórico de la Nación, permaneciendo cerrada un cuarto de siglo.
La construcción del edificio, uno de los más altos de la ciudad, fue hecha con todo el material importado de Italia por el arquitecto Francesco Gianotti, quien también estuvo a cargo de la Galería Güemes, en la calle Florida.
El sueño de volver a ser
Tres años después de su cierre, se constituyó como Patrimonio Histórico del Art Nouveau. En 2014, el Congreso Nacional sancionó la Ley 27.009 de expropiación y restauración de la Confitería del Molino.
Desde 2018, el órgano legislativo, así como el Gobierno nacional y la Ciudad de Buenos Aires, iniciaron la restauración del inmueble. Finalmente, los 7.600 metros de edificación de la impactante construcción de la Confitería El Molino en Buenos Aires, CABA han dado paso a una lenta recuperación.
El 8 de julio se permitió el acceso al público en general que acudió con entrada libre y gratuita, previamente inscripta a través de las redes sociales del lugar. La acogida fue un éxito.
Por ende, el próximo jueves 21 de julio les nuevos interesades acudirán para recorrer las instalaciones. Además, podrán apreciar el estado actual con las refacciones realizadas y vislumbrar las que faltan para concluir. Pese a todas las ilusiones, La Confitería aún no tiene fecha para ofrecer el servicio gastronómico.